Este jueves se celebró el Día Mundial sin Automóvil y nuestro país se sumó a la iniciativa que desde el año 2000 busca de manera oficial crear conciencia alrededor del orbe en materia de contaminación medioambiental. «¿Te animas a dejar el auto en casa y usar otros modos de transporte?», fue la invitación del Ministerio de Transportes que llamó, por ejemplo, a utilizar por hoy la bicicleta.
¿Tiene algún efecto real esta iniciativa en términos de contribuir a la descongestión, por ejemplo, de una ciudad como Santiago y con ello a su descontaminación? ¿Es suficiente? ¿Qué más se necesita para conseguir el objetivo?
«Como anuncio rimbombante, como fecha, es como si lo hubiesen inventado en el retail, vende harto el nombre», señala Rodrigo Quiroz, del Movimiento Furiosos Ciclistas, agregando que la celebración solo se queda en un simbolismo si no va de la mano de políticas públicas que desincentiven el uso del auto. Para ello, dice, «es fundamental mejorar o tener buenas alternativas, como fomentar el uso de medios de transportes sustentables y económicos, como la bicicleta, por ejemplo, y subsidiar su uso; subsidiar también la compra de automóviles eléctricos; y mejorar, por supuesto, el transporte público que es fundamental para tener ciudades mucho más equitativas».
«Es un anuncio provechoso para quienes desconocen el uso de la bicicleta, pero para nosotros la verdad es que el día mundial sin auto es a diario», apunta Quiroz.
«Un saludo a la bandera»
Una visión que comparte Sara Larraín, directora ejecutiva de Chile Sustentable, quien señala que si bien «todo sirve», el Día Mundial sin Auto «no apunta a poder implementar una respuesta efectiva a los problemas de movilidad urbana».
Para la ambientalista el tema pasa por políticas públicas que «vayan, primero, a representar lo que significa realmente andar en automóvil; segundo, a penalizar el andar en camionetas o furgones 4×4 en Santiago sin carga, para ir al supermercado, lo que es excesivo, con la cantidad de emisiones que tienen esos vehículos; y tercero, a mejorar un transporte público donde verdaderamente la gente esté motivada a bajarse del auto, ya sea porque éste dé certezas de los tiempos de llegada o por un aumento de los costos» de movilizarse en automóvil. De lo contrario, agrega, «es como un saludo a la bandera». «Como dicen mis amigas feministas, lo mejor es que todos los días sea el Día de la Mujer y no solo el 8 de marzo», añade.
Larraín destaca que el hecho de que en Santiago se concentre alrededor del 40% de la población, y que una gran parte utilice automóvil, implica tener una cantidad importante de tubos de escape presentes en la cuenca de la capital, lo que se traduce en contaminación de gases de efecto invernadero, como el óxido de nitrógeno y el CO2, además de anhídrico sulfuroso y material particulado, este último, dice, «un cóctel químico de la contaminación de la quema del petróleo y de la bencina».
«Cuando hay más autos se produce congestión y al demorarse más tiempo en ir de un punto a otro, esos motores están más tiempo funcionando y por lo tanto se quema más combustible y tienes más tóxicos en el aire», explica la ambientalista.
Para Larraín el tema pasa nuevamente por lo colectivo versus lo individual. La medida del Día Mundial sin Auto, dice, «es como una especie de reestricción voluntaria, en vez de hacer una norma que corresponda para ir hacia una movilidad urbana que no dependa del automóvil particular, sino que del transporte colectivo. Lo que se ha hecho es, como siempre, el parche curita para la herida, no la solución de fondo».
«Educación vial»
El incentivo del uso de la bicicleta fue uno de los llamados de las autoridades, como alternativa al del automóvil. En ese sentido, el Intendendente de la Región Metropolitana, Claudio Orrego, destacó que en la ciudad de Santiago ya hay 250 kilómetros de ciclovías. «El problema es que muchas de esta ciclovías no presentan las condiciones mínimas de estándar de diseño, según el Manual de ciclo-inclusión del Minvu que fue presentado a finales de 2014″, señala Rodrigo Quiroz, de los Furiosos Ciclistas. «Pero como solución bien, porque la ciclovía sirve mucho para aquel ciclista que teme pedalear por la calzada», añade.
Quiroz valoró la intención de la ministra de Educación, Adriana del Piano, en cuanto a implementar educación vial desde la infancia. En ese sentido, dijo, «ya podríamos ver un cambio en el paradigma de movilidad de aquí a 15 años, cuando quienes hoy aprenden, que son los niños, van a poder enseñarnos a nosotros más adelante. Lo vemos como algo bastante satisfactorio, porque si incluyen la educación desde un cambio de paradigma, es el camino por donde hay que ir».
Daniel Labbé Yáñez