Movimiento Evita| Dirigente social Emilio Pérsico: «No es una organización social como muchas en Argentina, tampoco es de cuadros como otras organizaciones que hay en la militancia popular»

El secretario general del Movimiento Evita relata cómo se compone su organización y cuáles son actualmente las reivindicaciones que buscan

Movimiento Evita| Dirigente social Emilio Pérsico: «No es una organización social como muchas en Argentina, tampoco es de cuadros como otras organizaciones que hay en la militancia popular»

Autor: Sofia Belandria

El Movimiento Evita es uno de los principales movimientos de Argentina, con una numerosa fuerza social organizada. Su secretario general, Emilio Pérsico, dialogó acerca de la organización, la realidad de lo que llama «los últimos de la fila», el Frente de Todos y las elecciones legislativas del 14 de noviembre.

Movimiento Evita ha sido parte protagónica de las principales movilizaciones en Argentina en los últimos años. Su dimensión pudo verse a principios de octubre, en el acto con miles de personas realizado en la cancha de Nueva Chicago, en Buenos Aires, a la cual asistieron como invitadas numerosas organizaciones, el presidente, Alberto Fernández, y Máximo Kirchner, jefe del bloque de diputados del Frente de Todos (FDT), la heterogénea coalición de Gobierno.

El acto ocurrió en una fecha compleja: luego de la derrota del oficialismo en las elecciones primarias del 12 de septiembre, seguida de fuertes tensiones en el FDT, y a pocas semanas de las legislativas del 14 de noviembre.»En el acto estuvieron todos los sectores, y eso fue un signo de unidad», explica Emilio Pérsico, secretario general del Movimiento Evita y secretario de Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social de la nación, en diálogo desde su oficina en ciudad de Buenos Aires.

El Movimiento Evita —o el Evita, como suele decirse— «no es una organización social como muchas organizaciones sociales hay en Argentina, tampoco es una organización de cuadros como otras organizaciones que hay en la militancia popular. Es un movimiento con una fuerte inserción social, un fuerte predicamento social, con un elemento importante que es lo que le construyó ideología que es relacionarse con los últimos de la fila como decimos», explica.

Estar con los últimos de la fila «te construye ideología», dice. «Te relacionás con el sector más castigado de la sociedad que no tiene otra esperanza que el cambio social».

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Desde ese lugar social y político habla Pérsico de la realidad argentina que «viene en un serrucho descendente, no ascendente», y se encuentra a puertas de unas elecciones que tendrán impacto sobre el mapa político nacional, el FDT, sus políticas, las perspectivas de los dos años restantes del Gobierno.

Los últimos de la fila

El dato más reciente del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) indica que 40,6% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza. El país, marcado por la grave situación económica dejada por el anterior Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) y el impacto de la pandemia, arroja una fotografía cruda que puede percibirse en la cotidianeidad. El problema, sin embargo, es anterior, cuando se observa desde la clase trabajadora, que es desde donde, afirma Pérsico, analiza el Evita:»Tenemos los mismos trabajadores en blanco en el sector privado con derechos que teníamos en los años 70, seis millones de trabajadores, esa es la cifra más evidente del fracaso argentino para decirlo de alguna manera (…) cuando empezaron los movimientos de trabajadores desocupados —a finales de los años 90— era el tornero que dejaba el torno y no sabía cuándo iba a volver otra vez a ocuparlo. Ahora ya trabajamos con el nieto del tornero, tenés dos generaciones que no conocieron derechos».Fue en esos años 90 cuando comenzó a tomar forma la ahora llamada economía popular: «Los compañeros empezaron a trabajar, no es que la gente se quedó quieta, sino que trabajó, generó trabajo con el único capital de sus manos, su trabajo, fue construyendo su propio capital y fue construyendo su propio capitalismo dentro de este capitalismo, mucho más comunitario, organizado en el territorio, a partir de la familia, a ese proceso económico le llamamos economía popular».

Acto del Movimiento Evita - Sputnik Mundo, 1920, 15.10.2021
Acto del Movimiento Evita
© Sputnik / Marco Teruggi

Más de veinte años después esa economía es una parte central de la geografía popular. El Evita tiene ahí un rol central junto con otras organizaciones que, en conjunto, conformaron la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), un actor con capacidad de realizar movilizaciones multitudinarias, como ocurrió, por ejemplo, el pasado 7 de agosto en la conocida como marcha de San Cayetano con las banderas de «trabajo digno y salario universal».

«Esa fuerza en las calles ha permitido hacerse escuchar, pero sin un elemento central, explica Pérsico: «Yo digo que nos escuchan, pero no nos ven. Hoy somos fuertes, tenemos un vozarrón, yo hablo en el acto y no tienen más remedio que escucharme, pero no ven el proceso, no lo sienten, no lo entienden, entonces se les ocurren viejas políticas».

El problema estructural

El universo de la economía popular es extendido: «En Argentina tenés cinco o seis millones que son compañeros que se autoinventaron el trabajo, cuando vos lo encuestás te dice ‘yo trabajo y vivo de mi trabajo’, de esos más o menos unos 600.000 dicen que trabajan con patrón, es decir trabajo en negro o ilegal, y el resto dice que se autoinventa su trabajo todos los días, que changuea, que vive de su trabajo», explica Pérsico.

Esa realidad del mundo del trabajo se tornó permanente. Pensar cómo abordarla implica pensar nuevas estrategias: «Si seguimos haciendo lo mismo y pensando lo mismo vamos a tener el mismo resultado, creemos que hay que hacer otra cosa, crecer de otra manera, no seguir creciendo desde arriba y únicamente pensando cómo hacés para meter a los de abajo ahí arriba, cosa que no entra, no hay capacidad en este capitalismo que te da el trabajo, por lo menos en nuestros países».

Acto del Movimiento Evita - Sputnik Mundo, 1920, 15.10.2021
© Sputnik / Marco Teruggi

Lo primero, afirma, es el reconocimiento de la economía popular, de su trabajo, tanto por los pares como por las centrales de trabajadores y el Estado que aún «tiene una actitud de no comprender». La pelea por el reconocimiento estatal significa que, al lograrse, exista en consecuencia «una decisión política del Estado de buscar una herramienta para saber quiénes son esos compañeros, dónde están y qué hacen, registrarlos (…) y que tengan una inclusión en otros términos».

Se trata de «buscar un crecimiento diferente, que es desde abajo hacia arriba y desde la periferia al centro», para lograr «un capitalismo nacional, popular y democrático». Esa propuesta es llevada por el Movimiento Evita a diferentes espacios, al interior de la coalición de Gobierno, o ante empresarios como ocurrió en días recientes en el coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina. «Tenemos que discutir hacia dónde va el país, públicamente, a la luz de la sociedad, construyendo acuerdos», afirma Pérsico.

«Ese objetivo alrededor de la economía popular está de la mano con otro, estratégico: «El Movimiento Evita tiene razón de ser, y lo dije en el acto, si se transforma en lo que era Evita, una maquinaria de poder para los pobres y para las mujeres».

El poder político

Acto del Movimiento Evita - Sputnik Mundo, 1920, 15.10.2021
© Sputnik / Marco Teruggi

El Movimiento Evita es parte del FDT que, explica Pérsico, «es el frente más amplio que armaron los sectores populares en Argentina, más amplio que nunca. Es amplio en lo político, está desde Massa [Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados] hasta nosotros, es amplio en lo social, están todas las centrales obreras y muchas organizaciones sociales que antes no hacían política y que ahora están haciendo sus primeras armas en política».

Esa coalición heterogénea tuvo con la derrota del 12 de septiembre una tensión interna que, por algunos momentos, pareció poner en riesgo la unidad del espacio político, escenario en el cual el Evita convocó a una movilización a Plaza de Mayo en respaldo al presidente que fue finalmente suspendida. «Tenemos que hacer un esfuerzo sobrehumano para que no vuelva la derecha y para no perder la unidad, la dos cosas son trágicas».

Acto del Movimiento Evita - Sputnik Mundo, 1920, 15.10.2021
© Sputnik / Marco Teruggi

Esa fuerte tensión interna fue luego seguida por gestos y actos de unidad, como, por ejemplo, el que se llevó adelante en el acto del Evita. El objetivo es ahora lograr un mejor desempeño que el de las elecciones del 12 de septiembre, cuyo resultado se debió «primero, a la economía, lejos», y «el segundo tema es la pandemia, que destruyó hogares, familias, parejas, rompió muchos lazos de la sociedad, muchas realidades, muchos abrazos que no se dieron, gritos que no se pegaron», afirma Pérsico.

Se trata además, explica, de que el FDT «tenga las características de un frente nuevo que piense una Argentina diferente, no que piense en el pasado, ni el de cinco años atrás, ni de 10 ni de 30 años atrás, que crezca para adelante con una idea de futuro, hay que buscar en los sectores que expresan cosas, sectores empresarios, de las pymes, que invierten en el país y no la fugan, sectores de trabajadores que saben cómo resolver problemas de la Argentina y sectores de la economía popular, desde ahí hay que pararse».

El resultado de las elecciones del próximo 14 de noviembre tendrá impacto sobre el horizonte del FDT que ya se encuentra en la mitad de su mandato de Gobierno. La necesidad de mantener la unidad parece, por el momento, compartida por las diferentes partes que integran el espacio.

¿Cómo salir del laberinto? es en cambio una pregunta con respuestas diferentes, por momentos encontradas, en el marco de la heterogeneidad interna, números altos de pobreza, nudos económicos estructurales, una renegociación de deuda con el Fondo Monetario Internacional, y una oposición a la ofensiva.

Cortesía de Marco Teruggi Sputnik


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