La situación de Dubai es ilustrativa en relación a darnos cuenta de que el problema fundamental de la mayor parte de los países árabes es de mentalidad. Quienes sólo atinan a pensar que el “gran problema” que enfrentan los árabes es Israel, deberían reflexionar bastante al respecto. Aún cuando existe diversidad entre los diferentes países árabes e islámicos, sí tienen algo en común: su mentalidad. En términos generales, el “gran problema” de los árabes son ellos mismos: su mentalidad retrógrada caracterizada por su falta de solidaridad, por la tendencia a responsabilizar a otros de sus propios problemas en lugar de asumirlos y enfrentarlos, por la tendencia a dirimir sus diferencias en base a la violencia (chiítas, sunnitas, diversos grupos de fanáticos político religioso, etc.), y por gobiernos teocráticos donde las minorías de todo tipo, religiosas, sexuales, políticas, no son respetadas, y donde el trato perverso a las mujeres es parte del sistema. Y esos son los regímenes aplaudidos por muchos de los que se consideran “de izquierda”. Ironías de la vida. Alguno de estos pseudo izquierdistas debería visitar Israel y ser testigos de cómo viven los israelíes y cómo funciona su sociedad. Conocerán una sociedad solidaria y responsable, donde no se aprecian grandes diferencias sociales entre quienes viven allí. Pero el único problema es que para captar eso, deberían ir con su mente abierta, cosa muy difícil para quienes son ideólogos con fobias raciales y de otro tipo. Esos son incapaces de ver lo que tienen en sus narices. Un artículo de Ruben Sancho, del 26/11/09, extraído de www.ellibrepensador.com señala lo siguiente:
“Dubai es el paradigma del capitalismo más execrable, un capitalismo de extremos sociales, con jeques árabes viviendo en el lujo supremo gracias al dinero del petróleo, con ciudadanos saudíes sobrellevando el día a día con soltura y con inmigrantes del resto de Asia acudiendo en masa a encontrar un empleo casi siempre mal pagado. Un capitalismo que malgasta recursos y hace del consumo insustancial su bandera.
Una bandera que ha tenido que arriarse ante la crisis financiera que afecta a todo el mundo y que ha terminado por llegar a Dubai, emirato que parecía inmune hasta ahora. Las construcciones faraónicas que pueblan las calles de la ciudad y los proyectos sobrevalorados que han ideado mentes perversas han condenado a Dubai a una deuda que ahora no puede pagar.
Y en el mundo globalizado de hoy en día eso provoca que el resto del mundo se eche a temblar, porque quién más quién menos tiene intereses financieros allí, nadie se escapa de haber sido atraído por el aroma del dinero fácil, del color del petróleo a expuestas, del lujo por el lujo, sin otra razón de ser.
Ayer Dubai anunció que era incapaz de pagar sus deudas, y todas las entidades financieras, que se encontraban en una leve recuperación, han sentido el golpe en toda su dimensión. Los bancos españoles con inversiones, directas o indirectas, en Dubai han sufrido pérdidas importantes en la bolsa, y esto no ha hecho nada más que comenzar.
Porque Dubai vivía del turismo y del petróleo, con su segunda fuente de ingresos no tendrá problemas, pero sí con la primera, porque la crisis mundial ha reducido drásticamente el turismo de lujo, el turismo de placer, y Dubai lo ha sentido notablemente.
La destrucción de empleo está siendo notable, especialmente entre la población emigrante la cuál está siendo deportada a sus países de origen sin ninguna garantía social, porque el capitalismo más radical no se para a atender a sus daños colaterales, simplemente se deshace de ellos.
Además, el anuncio de que no puede atender sus deudas junto con la destrucción de empleo genera desconcierto, incertidumbre y desconfianza en los inversores, los cuáles deciden llevarse su dinero a otros lugares más seguros, provocando así un mayor agravamiento de la crisis.
En definitiva, han tocado zafarrancho de combate, y todos los que antes depositaban su dinero en el Emirato ahora se fugan bajo el grito de ¡Sálvese quién pueda!, cosas del capitalismo, supongo.” Hasta acá el artículo de Sancho, cabalmente ilustrativo de un caso bastante típico en el mundo árabe.
Quienes nos consideramos “progresistas” y deseamos lo mejor para esta humanidad debemos tener en cuenta que lo que pasa en Dubai es un reflejo de una mentalidad incompatible con el bienestar de los pueblos. Pero es más fácil dejarse llevar por la discriminación y los slogans populistas en lugar de tratar de investigar y entender lo esencial de un fenómeno. Cuando el pseudoizquierdismo, haga una revisión de sus posturas viscerales y discriminatorias y sea capaz de analizar críticamente lo que sucede en el llamado “mundo árabe e islámico”, recién allí podrá ser un factor positivo para aportar a la paz del planeta. Caso contrario, seguirán siendo un aporte a una visión del mundo sobre la base de enfrentamientos y descalificaciones que sólo conducen a la violencia, al dolor y a la falta de entendimiento entre los pueblos. En otras palabras, seguirán aportando a la destrucción del planeta y al dolor de la gente.
Por Nathan Novik
Valparaíso
Chile