Mientras Washington manda municiones a Ucrania, no tiene tiempo para producir nuevas en volumen suficiente, detalla ‘The Wall Street Journal’. El Pentágono estima que revertir este declive tardará de cinco a seis años.
Una de las lecciones del conflicto armado en Ucrania son las altísimas tasas de consumo de municiones convencionales, declaró el general Mark Milley, el jefe del Estado Mayor Conjunto, en su entrevista para Financial Times.
Doug Cameron, el columnista de The Wall Street Journal, analizando la situación actual y entrevistando a los representantes de la industria armamentística estadounidense, indica que faltan nuevos equipos, materias primas y trabajadores calificados. Además, los fabricantes exigen una descripción clara de los planes futuros y largo plazo.
Pero el Pentágono pasó por alto a las empresas de municiones en el pasado y, como resultado, muchas cerraron líneas de producción o abandonaron la industria, mientras que otras trasladaron la producción al extranjero. EEUU también se esfuerza por suministrar acero y otras materias primas, pero la financiación por sí sola no es suficiente para aumentar la producción.
«Las municiones no son solo piezas de acero, sino objetos de alta ingeniería para garantizar que los casquillos sean del mismo tamaño y puedan dispararse de manera confiable. Algunas también tienen sensores y electrónica para mejorar el alcance y la precisión», detalla Cameron.
Washington ha prometido a Kiev comprar armas por un valor de más de 36.000 millones de dólares, incluidos cientos de miles de municiones para obuses, tanques, lanzamisiles portátiles y sistemas avanzados de misiles guiados. Pero tanto Estados Unidos como sus aliados de la OTAN tienen reservas pequeñas, afirma el autor del artículo.
Sin embargo, el país norteamericano, no preparado para un conflicto prolongado contra Rusia, está pensando en otra salida, con el objetivo de revitalizar su complejo militar-industrial: la contención y quizás la lucha contra China. El Ejército de EEUU ha asignado 18.000 millones de dólares para modernizar las fábricas de bombas y el equipo militar: cartuchos, municiones y proyectiles. Y la producción está creciendo, aunque más lentamente de lo que se pensaba originalmente.
Por lo tanto, la producción de sistemas antitanques portátiles Javelin planea aumentar de 2.000 unidades en 2023 a 3.500 piezas en 2026. En cuanto al los proyectiles GMLRS para los Himars, actualmente se produce una cantidad de alrededor de 10.000 y se planea llegar a 14.000 para 2026.
Al mismo tiempo, Douglas Bush, subsecretario del Ejército de EEUU para Adquisiciones y Logística, atribuye el aumento más lento de lo esperado en la producción a problemas de capacidad más que a la escasez de materiales.
Los fabricantes de armas han aumentado los turnos de fábrica, ordenado nuevos equipos y simplificado las cadenas de suministro para aumentar la producción de misiles para Javelin, proyectiles de artillería, misiles guiados y más, alega The Wall Street Journal. Pero no es mucho, y las empresas de defensa necesitan más claridad sobre la demanda futura, incluso con contratos de varios años, enfatiza el periódico.
Fuente Sputnik
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