El jefe de la policía de Dallas, David Brown, informó que el francontirador que causó la muerte de cinco policías el pasado jueves en esa ciudad durante una protesta por el asesinato de afroamericanos en Lousiana y Minnessota, tenía planificado un ataque más agresivo que incluía el uso de artefactos explosivos para vengar los abusos contra los grupos racistas negros.
Micah Xavier Johnson participó en la guerra de Afganistán, en 2013. La experiencia marcó su vida tras salir de la Reserva del Ejército en el 2015, nueve meses después de regresar de su misión en dicho conflicto.
«De Afganistán volvió insociable, no quería hablar más con las personas, ya no creía en Dios. Su interés en las armas había crecido, aunque nosotros no sabíamos nada de eso del odio a los blancos», dijo a periodistas Myrtle Booker, una amiga de su madre.
Según explicó a los medios el abogado militar que llevó el caso, Bradford Glendening, en 2014 una compañera del soldado le acusó de abusos sexuales y recomendó que recibiera ayuda «para la salud mental», a única mancha en el expediente de este joven negro.
El Pentágono no ha confirmado por qué le dio de baja en abril de 2015, pero el abogado sostiene que el motivo fue la denuncia de la joven, además de una mala sintonía con sus superiores.
Desde su vuelta de Afganistán, el joven empezó a seguir en las redes sociales a grupos extremistas negros con causas racistas y la idea de la venganza comenzó a obsesionarle.
En el registro de su casa el viernes, los agentes encontraron todo un arsenal: material para la fabricación de bombas, chalecos antibalas, fusiles, municiones y un diario personal con tácticas de combate.
La matanza del jueves, ejecutada según la Policía con «claridad mental» y «determinación», sorprendió a los amigos que compartieron con él la infancia y la adolescencia en un barrio suburbano y multicultural del área de Dallas.
Buscar una explicación
La única respuesta que encuentra su entorno al cambio radical de este aparente tranquilo chico de barrio es su experiencia en Afganistán, potenciada por el momento de gran tensión racial en Estados Unidos a raíz de la mayor atención sobre las muertes de jóvenes negros a manos de policías blancos tras el asesinato de Michael Brown en verano de 2014 en Misuri.
El cuerpo policial cree que el agresor había planificado atacar a las fuerzas mucho antes de las muertes de dos hombres negros a manos de uniformados en Louisiana y Minnesota. «Creemos que esas muertes solo desataron su delirio para acelerar sus planes», señaló Brown.
Tras revisar el diario con tácticas de combate que encontraron el domicilio del agresor, los investigadores concluyeron que «obviamente tenía algún tipo de delirio».