El Buen Trato entre los seres humanos es el elemento fundacional para una forma sana de relacionarse, sin embargo, nuestra cultura occidental, elitista, veloz, tecnológica, exitista, se funda en un sistema de relaciones asimétricas de ganadores y vencidos, factor común presente en todas nuestras sociedades. La escasa democratización de los sitios de poder, de la toma de decisiones, el dominio versus la sumisión son virtudes esenciales del patriarcado, con su doctrina de poder y control; esa es la raíz del problema.
El maltrato no es una casualidad, un momento, un arrebato, un descontrol tan sólo, el maltrato es una práctica sistemática de resolución de conflicto, es una manera de ver el mundo centrado en el placer y la inconsciencia del otro-otra como legítimo otro. La violencia es el componente esencial de esta forma de relación patriarcal, lo que trae aparejado la frustración de seres humanos nacidos desde el maltrato y criados en un ambiente agresivo, valorando a unos seres humanos y discriminando a otros.
Frente a este panorama que nos ofrece el patriarcado, el cambio cultural parece ser el camino indicado, incorporando nuevas formas de ver el mundo y legitimando los discursos invisibilizados.
El machismo como forma de relación, reitera de manera consistente, el maltrato como válido, bajo ciertas costumbres que naturalizan la violencia. Las mujeres, junto a las niñas y los niños, son los grupos humanos más vulnerados por la violencia machista, esta condición se ha perpetuado por siglos y es hoy, que sabemos que podemos cambiar el rumbo, que el Buen Trato en la educación inicial, se transforma en un aporte estratégico que postula cambios profundos en la sociedades del presente y el futuro.
El Buen Trato viene a formar parte de este nuevo impulso, comprenderlo, utilizarlo, hacerlo una práctica diaria, trae beneficios inmediatos. Una sonrisa, saca otra sonrisa, un saludo llama a otro, una manera amorosa de comunicarnos puede ser la clave de un presente con futuro, pero, es posible hacer esto sin la perspectiva de género?
La Agenda de Género del gobierno de la Presidenta Bachelet, no dudo está basada en ese espíritu y en su análisis; y el trabajo interinstitucional de inscribir la perspectiva de género en el quehacer cotidiano tiene una meta no menor; los cambios culturales son graduales y ya han comenzado. Por cierto si no se integrara el trabajo de género en la educación inicial, caminaríamos por las esferas del problema, sin dar con la raíz.
Niñas y niños creciendo en libertad, con amor y respeto, curiosos, con personas cercanas amables y cariñosas, con pensamiento divergente, con estrategias de creatividad, con respeto del otro-otra como legítimo, valorando las diferencias, es procura de una infancia más feliz, con más posibilidades de expresar todas sus potencialidades. Una nueva forma de crianza? la más conocida de todas, la menos practicada.
Sin duda, la educación de género de la mano con el Buen Trato entonces, son un aporte para detener la violencia, para desnaturalizarla de las formas de crianza y relación y si lo enseñamos de manera práctica en las etapas más importantes del desarrollo humano, tendremos una parte fundamental del camino avanzado por un cambio de paradigma.
Los niños y las niñas que crecen a diario en los jardines infantiles, en nuestras casas, deben ser protegidos, queridos y orientados por el principio del amor y del respeto, esa debe ser nuestra misión.
Un ambiente bientratante, una ecología, para esa niña o niño, amorosa de manera transversal, educando para la igualdad, desde el respeto y reconocimiento de seres humanos diferentes y sujetos de los mismos derechos, es una tarea emocionante por la importancia que contiene y por la felicidad cotidiana que provoca en niños y niñas creciendo en armonía.
Paula Mansilla Verdejo
Psicóloga
Región de los Ríos