El sacerdote sanrafaelino Jorge Hernández, párroco de la única iglesia católica en Gaza, continúa al cuidado de 29 chicos discapacitados, varios ancianos y tres religiosas, pese el bombardeo que hace unos días afectó parte de la casa parroquial y las viviendas vecinas.
El cura nacido en Villa Atuel resaltó: “En tiempos de guerra, la solidaridad es una de las virtudes que más relucen entre los afectados”.
La noche del viernes, Jorge pudo comunicarse con su director en Jerusalén, el padre Marcelo Gallardo, y el día anterior con su hermana, Silvina, en San Rafael.
A los dos les dijo que estaba bien, al igual que la gente a la que acompaña, y que continúa con su misión de ayudar a los más necesitados.
“Hablé anoche tarde (por el viernes) con él”, contó ayer a Los Andes su director de la congregación del Instituto del Verbo Encarnado, el sacerdote Marcelo Gallardo, que se encuentra en Jerusalén.
“Está bien, lo mismo que la gente a la que acompaña. Lamenta que se haya roto la tregua y sigue tratando de ayudar en todo lo que puede”, señaló en referencia al padre Jorge Hernández.
Gallardo contó que apenas logran recibir noticias del padre Jorge, tratan de subirlas al perfil de Facebook de la congregación en Medio Oriente. Allí, se puede leer -publicado el sábado- “en tiempos de guerra, la solidaridad es una de las virtudes que más relucen entre los afectados”.
Entre otras cosas, el sacerdote sanrafaelino expresa que “la Escuela de la Sagrada Familia, perteneciente al Patriarcado Latino de Jerusalén, se ha transformado en el refugio de más de 900 personas afectadas por la guerra.
Personas que llegaron sin nada, que no saben si sus casas están o no, algunos que desconocen el paradero de familiares y otros muchos, lamentando la pérdida de algunos o varios de ellos. Nos ha permitido el buen Dios, cooperar en su obra asistiendo a estas personas”.
Además el padre Jorge relata en esa breve crónica que “en la escuela, es necesario mantener las instalaciones funcionando, proveer agua, gasoil, alimentos, medicina, tomar decisiones, no siempre fáciles y otros muchos etcéteras”.
La realidad que les toca vivir en Gaza y los sentimientos se dejan entrever en sus sencillas palabras: “Junto a Cáritas hemos podido ayudar mucho gracias a Dios, a diversas escuelas, pero sobre todo en la nuestra. Uno de los grandes problemas en este momento de la guerra es la falta de agua. No hay agua. No es un problema nuevo.
El agua en Gaza es salada. Luego de la destrucción de la planta desalinizadora en 2009, el gobierno, las asociaciones y todos en general, luchan por tener agua potable. Cuanto más en estos momentos de altas concentraciones de personas en las escuelas y en pleno verano gazazy”.
El sacerdote describe la acción de Cáritas en Gaza, que los ayudó a colocar “enormes tanques de agua potable para esa gente. Otro tanto hicimos en la parroquia, al punto de abastecer todo el barrio de nuestros surtidores”.
También les ayudó a “montar en la escuela una enfermería ad hoc: un doctor y un farmacéutico para atender a heridos, niños y otros. Otras tantas gracias escuchamos de parte de los pobres beneficiados”.
La labor de las hermanas de la Madre Teresa es destacada en el breve relato del sacerdote sanrafaelino. “No hacen un trabajo menor. Su trabajo firme y silencioso es por demás edificante. Ellas poseen un hogar en el establecimiento de la parroquia.
Cuentan con 29 niños discapacitados, 10 abuelas, ni uno cristiano. También realizan visitas de casas y llevan adelante el grupo de oración. Trabajo silencioso y constante. Servicio al más pobre entre los pobres”.
Desde San Rafael, sus familiares y amigos realizan cadenas de oración para acompañar a este sacerdote de 38 años que hace 6 cumple su misión en Gaza y que eligió quedarse a pesar de la guerra a acompañar a los que más sufren.
En Facebook, sus allegados abrieron el perfil “Apoyo al Padre Jorge Hernández en Gaza”, donde la gente deja mensajes, ofrece su ayuda y pide cadenas de oración por la paz en Medio Oriente.
Vocación
La comunidad cristiana en Gaza está compuesta por 2.500 personas, a las que Jorge dedica su tarea pastoral. “Muchos nos preguntan: ‘¿Qué hacen en Gaza?” Nada y mucho.
Lo nuestro es un apostolado de presencia. No podemos salir de la parroquia ni visitar a las familias, no podemos detener esta guerra… no podemos hacer nada. Sin embargo, se hace mucho”, escribió en Facebook.