“El fascismo – nazismo es ideología de extrema derecha”: expertos desmontan propaganda negacionista de Axel Kaiser

Axel Kaiser promueve la falsa tesis de que el nazismo era socialista. Expertos y académicos desmienten esta narrativa, propia de grupos de ultraderecha que, mediante propaganda, buscan reescribir la historia. El nazismo fue un régimen profundamente antisemita, anticomunista, racista y aliado estratégico del gran capital. La derecha chilena, con su pasado de colaboración con criminales nazis como Walther Rauff y Paul Schäfer, se convierte hoy en un escenario clave para desenmascarar esta peligrosa distorsión histórica.

“El fascismo – nazismo es ideología de extrema derecha”: expertos desmontan propaganda negacionista de Axel Kaiser

Autor: Seguel Alfredo

Propaganda de ultra derecha: El negacionismo sobre el pasado nazi

Axel Kaiser, referente de la ultraderecha chilena, ha promovido en conferencias y redes sociales la idea de que el nazismo era «socialista» o de izquierda, citando de forma selectiva frases de Hitler extraídas del libro Hitler me dijo de Hermann Rauschning (1940). Esta tesis, sin embargo, omite que el nazismo exterminó a comunistas, sindicalistas  socialistas y judíos, y que su economía se basó en el apoyo de industriales como Krupp e IG Farben.

Sin embargo, esta narrativa no es original de Kaiser. Forma parte de una campaña internacional de grupos ultraderechistas para desvincularse del legado genocida del fascismo.

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Como señala el Centro de Investigación sobre el Extremismo (C-REX) de la Universidad de Oslo, el nazismo surgió del movimiento völkisch (nacionalista racial alemán) y se consolidó como un proyecto autoritario, antisemita y anticomunista. La historiadora Celestina Salomé Kunkeler enfatiza que el NSDAP rechazó explícitamente la lucha de clases y promovió una «comunidad racial» (Volksgemeinschaft) para anular cualquier atisbo de socialismo.

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El historiador Michael Wildt, especializado en el nacionalsocialismo, califica estas afirmaciones de «auténtico disparate», según entrevista a la agencia alemana DW. «Hitler combatió feroz y brutalmente el marxismo desde el principio, y las primeras víctimas que fueron encarceladas, torturadas y asesinadas en los campos de concentración en 1933 fueron izquierdistas, comunistas, socialdemócratas y socialistas», explica Wildt en entrevista con DW. Tampoco era de izquierdas desde el punto de vista económico. «El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) no tocó el principio de propiedad», dice el historiador.

La falsa ecuación: intervención estatal = socialismo

Kaiser y sus cercanos, insisten en que el control nazi de la economía los acerca al socialismo. Pero como explica el historiador israelí Ishay Landa en Jacobin: «Los nazis intervinieron el mercado para salvar al capitalismo, no para abolirlo. Su darwinismo social justificó exterminar a ‘improductivos’ —judíos, discapacitados— en nombre de la eficiencia capitalista».

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Empresas como BMW, Volkswagen, Bayer, entre otras,  prosperaron bajo el régimen, que jamás nacionalizó propiedades. David de Jong, autor de Nazi Billionaires: The Dark History of Germany’s Wealthiest Dynasties, publicó un ensayo en The New York Times, señalando: “El éxito de estas corporaciones se remonta directamente a los nazis: Ferdinand Porsche convenció a Hitler de poner en marcha las operaciones de Volkswagen. Su hijo, Ferry Porsche, quien hizo crecer a la empresa, se ofreció voluntariamente como oficial de las SS. Herbert Quandt, quien convirtió a BMW en lo que es hoy, cometió crímenes de guerra. También Friedrich Flick, quien llegó a liderar Daimler-Benz. A diferencia de Quandt, Flick fue sentenciado en Núremberg”.

La manipulación del término «socialismo»

El nazismo usó retórica obrerista para cooptar votos, pero en 1934 Hitler ordenó asesinar a Gregor Strasser, líder del ala «socialista» del partido, durante la Noche de los Cuchillos Largos.

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El historiador israelí Ishay Landa publicó el libro The Apprentices Sorcerer: Liberal Tradition and Fascism [El aprendiz de brujo: Tradición liberal y fascimo], un extenso estudio sobre los intereses económicos y sociales que perseguían realmente los nazis. En una entrevista, consultado por la relación “nazi y socialismo”, comenta: «No, obviamente no eran socialistas. Es cierto que los nazis utilizaban el término afirmativamente de vez en cuando. Algunas personas cínicamente se aferran a eso como evidencia: «¡Eran socialistas porque se llamaban a sí mismos socialistas!». Pero eran fuertemente antisocialistas en cualquier sentido real del término”.

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Agrega: “En aquel entonces, los anticomunistas se enfrentaban al reto de acceder a los bastiones socialistas y convencer al mayor número posible de votantes de la clase trabajadora. Por lo tanto, tuvieron que presentar sus políticas como acordes con los intereses de la clase trabajadora. El truco consistía en beneficiarse de la popularidad del socialismo, que era ampliamente visto como la fuerza del futuro, pero al mismo tiempo distanciarse lo más posible de su esencia (…) Los nazis eran fuertemente capitalistas. Pusieron gran énfasis en la propiedad privada y la libre competencia. Es cierto que intervinieron en el libre mercado, pero también fue una época de fracaso sistémico del capitalismo a escala global. Casi todos los estados intervinieron en el mercado en ese momento, y lo hicieron para salvar al sistema capitalista de sí mismo. Esto no tiene nada que ver con el sentimiento socialista: era procapitalista. En cierto modo, hay un paralelismo con la forma en que los gobiernos rescataron a los grandes bancos tras el estallido de la crisis financiera de 2008. Eso, por supuesto, tampoco reflejaba intenciones socialistas de ningún tipo. Fue simplemente un intento de estabilizar un poco el sistema”.

Chile, nazis y dictadura


La tesis de Kaiser genera absurdos históricos en Chile: ¿Fueron «comunistas» el criminal nazi Walther Rauff —creador de las cámaras de gas móviles— y colaborador de la dictadura de Pinochet? ¿O Paul Schäfer, el pedófilo de Colonia Dignidad, cuya secta operó como centro de tortura y ejecución de militantes de izquierda? ¿Y qué decir de los grupos que impulsaron el fallido Congreso Nazi de 1997 y que hoy se vinculan a los autodenominados “patriotas” y “libertarios”? ¿También serían “socialistas de izquierda”?

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Las preguntas revelan el doble discurso de una ultraderecha que, como demostró el historiador Felipe Portales, la derecha chilena apoyó abiertamente a Hitler en los años 30.

Portales recuerda que El Mercurio elogió en 1933 la «virilidad» de Hitler contra el comunismo, y en 1938 celebró su «mística del trabajo». Políticos como Pedro Lira Urquieta (conservador) y Alberto Mackenna (liberal) admiraron a Mussolini y Hitler por «salvar a Occidente». El gobierno de Alessandri incluso censuró críticas al Führer.

El negacionismo como herramienta política


Landa advierte en Jacobin que esta falsedad resurge cuando la derecha neoliberal ataca el Estado social: En los 80, Götz Aly usó el mito nazi-socialista para justificar recortes al bienestar.

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Hoy, en Chile, Kaiser repite el guion para limpiar su ideología. Elon Musk y la AfD han replicado el mismo relato, vinculando «socialismo» o “comunismo” con nazis, como parte de una propaganda internacional al más puro estilo del nazi Joseph Goebbels, abordando el principio de orquestación: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.

El informe de C-REX alerta que el neonazismo muta para infiltrarse en movimientos «libertarios» y antimigratorios. Distorsionar el nazismo no es un error, sino una estrategia propagandista de una internacional ultra y negacionista. Javier Milei, en una entrevista televisiva, declaró: “Nazi, nacionalsocialismo… se tienen que hacer cargo, muchachos, eran de los de ustedes, eran de los zurditos, eran nacional-socialismo. De hecho, el fascismo también es socialismo. El propio Mussolini decía: «Dentro del Estado todo, fuera del Estado nada y nada contra el Estado». Es decir, está claro que nada que ver con la ideología que yo tengo, que es el liberalismo”.

Una publicación del Dr. Mladen Yopo H., de la Dirección de Investigación de la universidad SEK, el año 2022, afirma que: “El supremacismo de extrema derecha está siendo visto como una de las mayores amenazas para la seguridad humana y democrática, particularmente aquella que inequívoca y abiertamente rechaza el orden constitucional democrático y que hoy está siendo fuertemente permeada en la derecha tradicional y su agenda”.

Para Franco Delle Donne, doctor en Ciencia Política y especialista en comunicación política, el debate léxico sobre el uso de “ultraderecha” o “derecha radical” es estéril, y personajes como Bolsonaro, Trump, Kast, Milei y partidos o movimientos como VOX, AfD y otras organizaciones ultras europeas tienen varios elementos compartidos: “visión retrógrada de la identidad nacional, que mira al pasado para construir identidades compartidas para el futuro; la búsqueda constante de un chivo expiatorio o enemigo exterior, situado fuera de esa comunidad anclada en valores tradicionales, que puede ser el inmigrante, el transexual, el refugiado, la izquierda o el musulmán; el desprecio por la clase política, por las élites o el ‘establishment’, del que los medios de comunicación tradicionales también suelen formar parte”

Agrega Delle Donne: “y, por último, la provocación constante y estratégica para romper lo políticamente correcto y ampliar el terreno del debate político más allá de los límites considerados como tolerables por los partidos predominantes que ya están dejando de serlo. Este parece ser el nuevo campo de batalla en el que se disputarán las mayorías electorales en el futuro próximo”, señalaba el especialista hace más de tres años.


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