El anónimo artista callejero Banksy no cumplió su promesa de acudir a la Berlinale para presentar fuera de concurso Exit through the gift shop. La película es un pseudo-documental sobre un excéntrico francés dueño de una tienda en EEUU, que intenta hacer una filme sobre el misterioso autor, capaz de plantar grafitis con mensaje político en el muro de Cisjordania o llamar la atención sobre Guantánamo, en un parque Disney.
Calificado por Times como «el auténtico pintor popular», Banksy es autor de portadas de discos para grupos como Blur, ha expuesto obras en el MoMA de Nueva York y la Tate Modern de Londres y ha vendido piezas a Brad Pitt y Angelina Jolie, todo ello sin dar nunca la cara. Por eso, ya sonaba raro que Banksy estuviera dispuesto a presentarse en Berlín, a cara tapada o descubierta. Revelar su identidad podría traerle problemas legales, ya que los grafitis están prohibidos en muchas de las calles que decora.
Todo es una broma
La evidencia de que Banksy había vuelto a tomar el pelo a todo el mundo llegó en la propia película, desde donde el artista envía un saludo a los espectadores de Berlín. El director festival, Dieter Kosslick, no mintió del todo cuando anunció que Banksy aparecería «de alguna manera» en Berlín. Kosslick quería incluir la película a concurso, pero no fue posible porque ya se había visto en Sundance. Ayer, el festival no quiso poner fin del todo a la broma, ya que una portavoz trató de mantener algún tipo de expectación al sugerir que el artista estaba en la ciudad y que quizá daría alguna señal de vida. ¿Dejará algún grafiti en alguno de los resquicios del Muro de Berlín?
Exit throught the Gift Shop va mucho más allá que la obra de un primerizo o del arte espontáneo: es un filme que se gana al espectador, fundamentado no en el Banksy al que no vemos, sino en un inenarrable «auténtico» artista, con nombres y apellidos: Thierrey Guetta, un obseso del vídeo. Este francés, alias Mr. Brainwash, es el elegido por Banksy para hacer lo que nadie estuvo hasta ahora autorizado: seguirle en sus acciones, cámara de vídeo en ristre, y grabarle manos a la obra, por supuesto sin revelar su identidad.
La película es a ratos divertida y ácida en su crítica al mundillo del arte, pero no deja de ser un disparate.Trepidante y ágil, como el grafitero que burla el acoso policial; rápida, como las pintadas e instalaciones de Banksy, quien, por supuesto, aparece encapuchado y sólo habla con la voz distorsionada.
Fuente: Público