Hace tres años realicé junto con mi esposa y nuestro hijo adolescente una mini gira por algunos países latinoamericanos, concretamente estuvimos en Perú, Argentina, Chile y Uruguay. Nos reunimos con los movimientos de homosexuales y transexuales en esos países y también con representantes políticos, estuvimos en los parlamentos y en las universidades e impartimos varias conferencias.
Después hice otros viajes a países como Colombia, Venezuela, Educador o Costa Rica y de esos viajes saqué la conclusión de que Argentina sería el primer país latinoamericano en aprobar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Entonces parecía imposible pero hoy está a punto de suceder. Posiblemente le siga, más tarde o más temprano, Uruguay y más adelante poco a poco, le irán sucediendo otros países en los que ahora parece imposible que tal cosa suceda.
También parecía imposible en España hace diez años. Ahora no solo nos podemos casar en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales, adoptar hijos y las lesbianas tenerlos por inseminación artificial, sino que España ha “animado” a otros países, supuestamente más avanzados, como Suecia a aprobar dicho matrimonio. También en Portugal el tema ya se ha incluido en la agenda política para la nueva legislatura. En la actualidad, dicho matrimonio existe en Bélgica, Holanda, Suecia y España pero, como ya digo, hay otros países que lo aprobarán pronto.
La igualdad en democracia es, simplemente, imparable. La igualdad entre los ciudadanos y ciudadanas es la base en la que se asienta la democracia, así que más tarde o más temprano esta llega. Llega a pesar de que en Latinomérica la iglesia católica y otras iglesias evangélicas, sufragadas por la extrema derecha norteamericana, están haciendo el máximo esfuerzo para que esto no suceda.
En estos momentos la lucha ideológica se está desarrollando no en torno a los temas económicos, como en el pasado, sino en los temas relacionados con el cuerpo y la autonomía. En realidad, es la misma lucha con otros nombres. La derecha lo ha entendido, la izquierda tiene que hacerlo. Mediante el control de los cuerpos, especialmente de los cuerpos de las mujeres, la derecha intenta controlar las voluntades y así mantener el statu quo de siempre.
Mediante la formación y el mantenimiento de cuerpos dóciles y alienados se mantienen las clases sociales, las desigualdades económicas, se alientan políticas educativas, sanitarias o demográficas discriminatorias y destinadas a mantener los antiguos privilegios.
El derecho al placer sexual, al aborto, a la anticoncepción, a elegir cómo y cuándo morir, a la eutanasia, a los tratamientos paliativos, a la inseminación artificial, a la investigación con células madre y sobre todo, la igualdad entre hombres y mujeres y la destrucción de todos los mitos patriarcales, todo esto no sólo tiene que ver con la igualdad y la libertad, son asuntos que están directamente relacionados con el derecho a la educación universal y gratuita, con el derecho a la sanidad universal y gratuita, con el derecho de todos y todas a vivir vidas dignas y con las mismas oportunidades reales.
Los discursos cambian aunque las necesidades de las personas sean siempre las mismas. Por eso la izquierda tiene que entender que todo lo anterior es importante y que tiene que asumir su defensa como parte de un nuevo discurso de izquierda y no dejar que la derecha domine ese campo ideológicamente, como está ocurriendo en América Latina.
En España el presidente Zapatero lo vio claro: aprobó los matrimonios entre personas del mismo sexo, la ley de aborto, la ley de “divorcio express”, la píldora del día después se da en las farmacias sin receta, la ley contra la violencia machista, la ley de paridad entre hombres y mujeres…Y ganó las elecciones después de todo eso.
Ahora en Argentina está pasando gracias a que allí el poder de la iglesia parece menor que en otros países latinoamericanos. Desde España seguimos con mucha emoción el proceso argentino y estamos trabajando junto con los activistas de ese país para hacerlo posible. Sabemos que es imparable, pero eso no quiere decir que aún no quede mucho sufrimiento, mucha discriminación y desigualdad por combatir.
Y después de la igualdad legal, esto es después del matrimonio, el camino no acaba sino que vive un nuevo comienzo. El camino a tomar es aquel que nos tiene que llevar a la desaparición de la homofobia y de la transfobia y eso llevará aun más tiempo, pero ya hemos comenzado a andar y nada nos va a parar.
Por Beatriz Gimeno