La nostalgia, protagonista de las clausuras de campaña presidencial EE.UU. 2024

En ambas retóricas, la retrotopía era el zurcido invisible que impedía desgarramiento de sus recicladas fibras. Una retrotopía reforzada por la presencia de sacerdotes y sacerdotisas del espectáculo, disponiendo sus talentos al choque electroconvulsivo para mantener viva la idea del sueño americano.

La nostalgia, protagonista de las clausuras de campaña presidencial EE.UU. 2024

Autor: Daniel Carpinteyro

A pesar de los contrastes en los matices superficiales entre los discursos de cierre de las campañas Harris y Trump, pronunciados a la noche de ayer, una sombra de fondo los domina con la fuerza de un anillo de poder: el pasado. El pasado en su presentación de edad de oro Un pasado fantasmagórico que, de alguna manera, evoca una mayor certidumbre, una plenitud más intensa que la del momento presente. Un pasado fetiche. Y en particular, la nostalgia, la voluntad nigromante de revivir una fase anterior, aparentemente menos opresiva del capitalismo.

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En ambas retóricas, la retrotopía era el zurcido invisible que impedía desgarramiento de sus recicladas fibras. Una retrotopía reforzada por la presencia de sacerdotes y sacerdotisas del espectáculo, disponiendo sus talentos al choque electroconvulsivo para mantener viva la idea del sueño americano.

«Sí, el pasado fue mejor. ¡Miren, miren qué bello fue el pasado y mejor no vean, pero no dejen de considerar lo lúgubre es un futuro Estados Unidos sin mi presidencia. Voten por mí y podrán voltear una vez más a ver de frente al futuro, pues será al menos tan hermoso como el pasado en el que tanto tiempo llevan consolando su mirada». Tal parece ser la tesis de fondo sobre las que reposan ambos discursos de cierre.

Mientras tanto, los «donantes» de ambas campañas, mucho más concretos y pragmáticos, se frotan las manos con vista al mantenimiento y proliferación de sus intereses.

El discurso Harris. «Esto no es una CONTRA ALGO, sino POR algo».

En el discurso de la vicepresidenta Kamala Harris, pronunciado ante las gradas del Museo de las Artes de Filadelfia, predominaron los llamados a la unión, la solidaridad y la lucha conjunta del pueblo estadounidense contra el corporativismo, y los cárteles tanto financieros como del narcotráfico. Una de las notas centrales de su discurso fue “La nuestra no es una lucha CONTRA algo, sino POR algo”. Otro de los ejes dominantes de su discurso a lo largo de su campaña, enunciada una vez más a manera de corolario, fue “Estamos en esto juntos”.

Kamala Harris rastreó su supuesta convicción por la defensa de los derechos civiles a su primera infancia, cuando sus padres la llevaban en carriola a las marchas pacíficas en contra de la guerra y la discriminación.

Aseguró que el interés de su gobierno no será emprender una cacería de brujas, sino ponerse a trabajar desde el primer día en su lista de tareas para favorecer el interés del pueblo estadounidense, tales como revertir las leyes antiabortistas promulgadas en varios estados y legitimadas por la Suprema Corte heredada del trumpismo, facilitar el acceso de toda la población a un sistema de salud accesible y abrir una mayor cantidad de guarderías y asilos geriátricos.

Aseguró que la respaldan años de experiencia como fiscal que combatió prácticas bancarias abusivas y a depredadores inmobiliarios que operaban contra el derecho a la vivienda de millones de personas de las clases trabajadoras.

“Cerramos esta campaña tal como la empezamos, con optimismo y con energía.”

Kamala Harris

También saludó a las nuevas generaciones de votantes y expresó solidaridad con sus inquietudes, de las que no mencionó alguna.

Finalmente, llamó a sus seguidores a votar, a invitar a otros a votar y a facilitar las condiciones de tantas personas como les fuera posible para que acudieran a depositar su voto; advirtió que si no aprovechaban la oportunidad para votar, probablemente nunca podrían volver a hacerlo, en referencia a un posible régimen absolutista que surgiría de la victoria de su oponente. 

El discurso Trump: «Hacer a Detroit más grande de lo que nunca fue».

Por su parte, el candidato y expresidente Donald Trump, visiblemente agotado y disminuido, dijo una vez más desde la Arena Grand Rapids, en Michigan, que Estados Unidos es “una nación ocupada”, en referencia a los inmigrantes ilegales provenientes de países no europeos. Además, abundó que estos inmigrantes poseían armamento avanzado, con el que estaban tomando el control de porciones de la Unión Americana.  Culpó de estos escenarios al “dormilón” de Joe Biden (en referencia al mote derivado de uno de los personajes de la película animada “Blancanieves”), dado que en vez de asumir el control de la frontera, había optado por irse a dormir.

Aseguró que encontrará la forma de revivir la industria automotriz, de la que dependieron en su momento metrópolis como Detroit (cuya mancha urbana se encuentra hoy en ruinas, ocupada apenas por un 40% de la población que alguna vez tuvo, tras el colapso de sus fábricas).

     Asimismo, dijo que de los millones de empleos creados durante la gestión de Biden, el 100% se otorgaron a inmigrantes, reduciendo gravemente el acceso de la población nativa al trabajo remunerado.  Por otra parte, Trump criticó una vez más las máquinas utilizadas para votar en Estados Unidos, aduciendo que su donante y amigo Elon Musk le había dicho que eran fácilmente trucables; en cambio, dijo Trump, las papeletas son un sistema mucho más confiable. Señaló que esperaba el resultado de las votaciones “esta misma noche”, estableciendo el antecedente para una posible impugnación en caso de que el resultado definitivo que se presente a lo largo de la semana no le favorezca.

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