«Como Presidente de la República estoy convencido de la necesidad de dar un debate democrático en materia de derechos sexuales y reproductivos. Y pese a que algunos diputados hombres se opongan, durante el segundo semestre de este año ingresaremos un proyecto de ley de aborto legal, que someteremos a la discusión correspondiente, con el compromiso que anima a nuestro Gobierno de avanzar y de no retroceder».
Con estas palabras, el presidente Gabriel Boric anunciaba durante su tercera Cuenta Pública el envío de un proyecto de ley para despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo a todo evento, más allá de las tres causales que contempla la legislación vigente.
Como era de esperarse, el anuncio del mandatario generó profundas molestias en la derecha, al punto de que nueve parlamentarios del sector se levantaron de sus asientos y se retiraron de la sala en medio del discurso.
Sin embargo, dentro del mundo de la centroizquierda también existieron voces críticas respecto de la iniciativa: el presidente de la Democracia Cristiana, el diputado Alberto Undurraga, advirtió ese mismo día que «no hay ningún voto de la DC para apoyar el aborto libre».
La misma opinión expresó Eric Aedo, también militante de la falange y segundo vicepresidente de la Cámara de Diputados, quien señaló que el anuncio fue «prácticamente una invitación a que la DC se vuelva de oposición».
«Sabiendo lo frágil que es hoy la conducción de la Cámara y de varios escenarios, donde se depende del mundo humanista cristiano, resulta completamente imposible comprender», agregó el parlamentario.
¿Condicionando las reformas?
Lejos de aligerarse con los días, las tensiones entre la Democracia Cristiana y el Ejecutivo se han ido profundizando: este lunes, el senador Iván Flores declaró a La Tercera que el Gobierno «no solo no va a tener los votos para esas reformas, del aborto libre y la eutanasia, sino que, además, no va a tener los votos para el resto de las cosas».
«Lo que hizo el Presidente fue encabritar, movió el cajón, lo pateó, y ahora no puede decir que la culpa la tienen los demás. La culpa la tuvo él».
Una advertencia similar deslizó el expresidente de la Cámara Ricardo Cifuentes, quien aseguró que «el Presidente acaba de enviarnos una granada de racimo al centro de nuestra voluntad. Nadie puede negarse a la discusión de nada (…). ¿Pero generarlo ahora? Cuando este gobierno necesita de apoyos transversales para sacar adelante una agenda que ha estado estacada».
«El Presidente acaba de terminar su administración para dedicarse a la campaña electoral (…) Esto va a significar más desunión, más ideologización, más distanciamiento entre el gobierno y la oposición. Claramente a nosotros nos afecta, porque no esperábamos esta medida», agregó.
Quien mostró una postura diferente al resto de su bancada fue el senador Francisco Huenchumilla, quien señaló que «nosotros tenemos que votar los proyectos de ley en su mérito y no condicionados por otros factores (…) En esta materia sobre ese proyecto específico, el aborto, tenemos claramente diferencias, pero jamás yo me opondría a su discusión«.