Gran parte de la prensa hegemónica está produciendo la narrativa del triunfo de fuerzas independientes en las elecciones de constituyentes y tienden a soslayar que además de la Lista del Pueblo, un gran vencedor de las elecciones fue el pacto entre el Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC). Durante los meses previos a la elección los analistas del modelo, las encuestadoras y su hegemonía de los medios criticaron la alianza de dos fuerzas de izquierda y dieron generosa cobertura a los descolgados por la derecha del FA, los diputados Pablo Vidal y Vlado Mirosevic, quienes se fueron del FA acusando su “izquierdización”. La noche del triunfo, a diferencia de todas las elecciones anteriores no hubo foto en los medios que mostrara a Daniel Jadue, Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Karina Oliva y Beatriz Sánchez, quienes celebraron juntos. Los medios han mostrado al pacto FA-PC siempre en separado. No hay imágenes de sus rostros más conocidos en momentos de unidad y masividad.
Sin embargo, el pacto FA-PC en conjunto tuvo 28 escaños, cantidad por sobre la derecha y la ex-Concertación, ganando además 11 alcaldías, como la de Santiago y Viña del Mar, además de los municipios de grandes comunas como Maipú y Estación Central. Otro logro fue ganar la gobernación de Valparaíso, con la candidatura de Rodrigo Mundaca, conocido dirigente de Modatima, quien corriendo como independiente en la lista de Revolución Democrática (RD), obtuvo un contundente 43,71%, muy por sobre el candidato de la derecha Manuel Millones (23,73%) y el de la ex-Concertación, Aldo Valle (19,99%). En Santiago, en tanto se anuncia una batalla que tiene como oponentes a la representante del FA, Karina Oliva, una joven de Puente Alto, frente al príncipe demócratacristiano, el ex-ministro, ex-alcalde y ex-intendente Claudio Orrego Larraín. La derecha quedó fuera de la competencia.
La agrupación que aglutinó las orgánicas que nacieron al alero del movimiento estudiantil de 2011, salió fortalecido de su alianza con el PC. Los augurios de que la vieja y aceitada orgánica del Partido Comunista se comería al nuevo conglomerado, resultaron ser advertencias de viudos de la política de los consensos fraguados al centro del esquema de partidos. Nada de lo vaticinado ocurrió, sino que ambos sectores políticos se fortalecieron y pasaron a ser el conglomerado político más grande, tras décadas de binominalismo. “Como Apruebo Dignidad nos hemos constituido como el segundo bloque más grande de Chile y tiene que hacerse una primaria de las fuerzas que están acá”- reconoció el presidente del PC, Guillermo Teillier.
De hecho, la principal ganadora de la alianza fue Revolución Democrática (RD), que es el partido con más escaños electos del conglomerado (9), seguido del PC con 7 constituyentes electos, otros 5 de la Federación Regionalista Verde Social (FREVS), en tanto que Comunes e Igualdad obtuvieron un escaño cada colectividad.
En el pacto FA-PC destacan varias figuras que podrían desempeñar cargos de liderazgo en la Convención. Fue electa la ex candidata presidencial Beatriz Sánchez en el distrito 12, obteniendo un 7,58% de apoyo, superando su votación individual a todos los candidatos de Unidad Constituyente, los que sumaron un 5,47%.
El pacto también eligió a la más alta mayoría nacional, el abogado laborista y conocido comentarista de TV, Daniel Stingo, quien obtuvo 111.482 votos (24,65%) en el distrito 8. También tuvo un alto respaldo el constitucionalista Fernando Atria, quien en el distrito 10 alcanzó el 12,34% de las preferencias (52.443 votos). Otro electo fue el abogado Hugo Gutiérrez (8,71%), primera mayoría en su región, pese a ser víctima de persecución judicial en su contra acusado por la Armada de “amenazas a un funcionario” y “denegación de auxilio”, lo que fue aprovechado por los medios para iniciar una sostenida campaña en su contra.
EL ORÁCULO DE LAS ALCALDÍAS
Las elecciones de constituyentes y gobernadores también destrozaron los pronósticos de las encuestadoras, los analistas pagados por centros de estudio empresariales y la narrativa de los grandes medios, dispositivos que al igual que en las elecciones anteriores prepararon un clima favorable a los candidatos del duopolio derecha/ex-Concertación. Sin embargo, las votaciones de alcalde y concejales confirmaron una tendencia que de repetirse, anuncian la llegada del candidato del pacto al palacio de Gobierno. Si en las municipales de 2012, el resultado anunció el fin del gobierno de derecha, las realizadas en 2016 adelantaron el triunfo de Piñera en las elecciones realizadas al año siguiente.
En los resultados de los otros cargos fueron destruidas todas las certezas de décadas de binominalismo y control hegemónico de los medios de derecha, sembrando de incertidumbre a los periodistas políticos (que esa noche no tenían idea del nombre, quienes eran, ni la foto de los nuevos constituyentes) y al empresariado (que puso la plata en varios candidatos que quedaron por fuera). En cambio, en la elección de alcaldes se evidencia una tendencia nítida de apoyo electoral a un proyecto de izquierda. Y como ocurrió en las elecciones municipales recientes en París, Rio de Janeiro o Madrid, el partido o la coalición que gana el municipio de la capital acaba ganando posteriormente el Ejecutivo. Es decir, el fenómeno ocurre aquí y en la quebrada del ají.
En Santiago centro el PC se anotó un gran triunfo con Iraci Hassler, electa alcaldesa con un 38,62% (45.251), superando al actual edil, Felipe Alessandri (35,28%) del partido del presidente Piñera y dejando bien atrás al candidato del PPD, Alfredo Morgado (11,79%). Hassler se aseguró también mayoría en el concejo municipal, siendo además constituido mayoritariamente por mujeres. En tanto en Lo Espejo, el PC eligió a Javiera Reyes (23,45%), obteniendo en total 6 alcaldes a nivel nacional (Los Lagos, Canela, Tierra Amarilla). En concejales el PC eligió a 126 a lo largo del país, sumando un 9,23% de los votos, siendo el partido con la mayor cantidad en la Región Metropolitana y con la mayor votación en Valparaíso.
Por su parte el Frente Amplio eligió a 12 alcaldes, 6 de ellos de RD, como Emilia Ríos en Ñuñoa (31,85%) y en Maipú a Tomás Vodanovic (46,82%), quien superó a la actual edil Cathy Barriga, independiente UDI, quien bajó la votación de la derecha a un 22,37%. En Viña del Mar, RD logró elegir a Macarena Ripamonti, quien obtuvo un 38,50% de las preferencias, superando holgadamente a la candidata de la derecha Andrea Molina (21,52%). En Valdivia también RD tuvo un holgado triunfo, eligiendo a Carla Amtmann alcaldesa, con un 49,34% de la votación.
En Valparaíso, en tanto, Jorge Sharp, corrió de forma independiente y, al contrario de la atmósfera producida por la prensa local contraria a su figura, obtuvo un triunfo de un 56,37%, alcanzando 64.766 votos, superando por lejos a su contendor de la UDI Carlos Bannen (22,09%). El alcalde porteño se distanció de Convergencia Social a fines de 2019. Según contó recientemente, no tiene intenciones de retornar al FA, sino que su apuesta va por articular a los independientes, a la Lista del Pueblo y otros actores sociales, con los cuales planteó levantar una candidatura presidencial.
En varios municipios la disputa se dio entre el FA-PC contra el pacto Chile Vamos (derecha), dejando por fuera a los candidatos de la ex-Concertación. La UDI bajó 20 alcaldes de los 53 que tenía; en tanto que Renovación Nacional de tener 47 pasó a 32 ediles, manteniendo las plazas de Talca y Puente Alto. En esta comuna, la más poblada de la Región Metropolitana, la derecha triunfó con Germán Codina, quien junto a Rodolfo Carter, alcalde de La Florida (UDI), tenían ya hecha la campaña durante años, auspiciada generosamente por los matinales de TV, quienes hicieron familiares sus rostros, incluso presentándolos tras el estallido de Octubre de 2019 como críticos al gobierno. En tanto que el PPD bajó 10 alcaldes, alcanzando el control de 26 municipios; el PS por su parte perdió tres alcaldes, sumando 22 y sólo el Partido Radical ganó nuevas alcaldías, consiguiendo 11 cargos.
La principal figura que emerge en las elecciones alcaldicias es el representante del pacto de izquierda, Daniel Jadue (PC), reelecto alcalde de Recoleta con una amplia mayoría de 64,08% de los votos (35.237), ocho punto más que en 2016 y asegurando además una holgado respaldo en el concejo municipal, eligiendo el PC a 5 de las 8 concejalías. Su opositor, el UDI, Mauricio Smok, sumó un 23,86%. El resultado anuncia un posible triunfo de Jadue en las primarias de la izquierda, en las que se medirá con el representante de Convergencia, Gabriel Boric.
EL APRENDIZAJE DEL PC
La reciente decisión del FA-PC de no ir a primarias con la candidata del Partido Socialista debido a que implicaba abrir el pacto a partidos como el PPD, se puede interpretar a partir del aprendizaje que tuvo como colectividad política tras recibir grandes críticas al haber integrado la Nueva Mayoría, junto a los partidos de la ex-Concertación en 2013, dejando el rol que tuvo durante décadas como tronco principal de la izquierda durante la post-dictadura.
Desde inicios de dicho periodo, cobró fuerza la figura de la ex-presidenta del PC, Gladys Marín, la primera mujer presidenta de un partido político en Chile y dedicada a desnudar los silencios de los pactos de impunidad entre la Concertación y el pinochetismo, el modelo neoliberal y el sistema binominal. En la época en que el consenso era promovido por casi todo el arco político y su industria de medios de comunicación, Gladys desentonaba por la convicción de sus ideas y el reclamo hacia la política de la post-dictadura. Su temprana muerte dejó al PC sin grandes liderazgos públicos. En 2003, el PC integró el Frente Amplio, una alianza con el Partido Humanista (PH), la Izquierda Cristiana (IC), y otros movimientos sociales, los que consiguieron un buen desempeño electoral en las municipales siguientes, llevando en 2005 como candidato presidencial al humanista Tomás Hirsch, quien alcanzó un 5,4% de los votos, en tanto que en la parlamentaria alcanzaron un 7,40%.
El viraje del PC hacia la ex-Concertación se inició para la segunda vuelta en las presidenciales de 2005, en las que apoyó a Michelle Bachelet. Este primer apoyo se transformó posteriormente en un pacto por omisión, cuya matemática logró que la coalición PS-PPD-PR-DC doblara a la derecha y al PC le significó elegir sus primeros diputados en la post-dictadura. Luego el primer acercamiento se volvió matrimonio, sumándose el PC a la ex-Concertación, la que se refundó como Nueva Mayoría. En tanto, dejó botados al PH, el PC(AP) y el MPMR, sus ex aliados.
El pacto del PC con la ex-Concertación se puede entender luego de décadas de orfandad política, la necesidad de vencer los prejuicios en torno al comunismo, así como también el cambio de la estrategia y la apuesta de desplegar sus políticas por dentro. Además, el tener diputados y, posteriormente ministros en el segundo gobierno de Bachelet, le dieron experticia en el manejo del Estado, saber hacer necesario para cualquier coalición que aspire a gobernar. Pero al mismo tiempo, el maridaje nos dejó imágenes de militantes del PC llamando a votar por el constructor de represas en territorio pehuenche, el hoy en quiebra Eduardo Frei; a las ex-dirigentes estudiantiles Karol Cariola y Camila Vallejos pidiendo el voto por Bachelet II; y militantes comunistas integrando un gobierno cuya campaña fue financiada por el gran empresariado para apaciaguar el descontento de las revueltas estudiantiles de 2006 y 2011. La fotografía del PC dentro del mismo conglomerado que administró la post-dictadura los desperfiló políticamente ante la ciudadanía y, por sobre todo, ante los movimientos sociales y ambientales que siguieron sufriendo el descalabro ecológico y la rapiña empresarial bajo el reinado de Bachelet II.
El PC carga el mimetismo que tuvo con la ex-Concertación. Aunque tengan suficientes argumentos para explicar la alianza que hicieron, el rechazo a los partidos políticos (algo promovido también por los medios masivos) los alcanza e incluye. Otra cosa hubiese pasado si se hubiesen mantenido en la década reciente como el polo aglutinador a la izquierda, pero eso ya es política ficción.
LA LLEGADA DE GABRIEL BORIC
De igual modo, el noviazgo del PC con los socialistas y demócratacristianos también permitió la emergencia de nuevos actores, por fuera de sus maquinarias. En horas previas al cierre de inscripción de las primarias el candidato de Convergencia Social, Gabriel Boric, logró reunir las firmas necesarias para participar en la previa de la izquierda frente a Daniel Jadue. Boric representa a la generación de nuevos actores políticos surgidos al calor del movimiento estudiantil de 2011, al igual que Camila Vallejo (PC), Karol Cariola (del PC), Giorgio Jackson (RD) y Carla Amtmann (RD). Sin embargo, el estar por fuera de orgánicas partidarias le dio más movilidad a Boric, potenciándose su figura por sobre las diputadas comunistas, en un contexto de crisis de credibilidad de los partidos ante la ciudadanía.
Boric pasó rápidamente de francotirador del sistema a ser adoptado por El Mercurio y los medios como interlocutor privilegiado de la oposición al rendir el test de “condena total de las violaciones a los DD.HH. ocurridas en Venezuela”, prueba de blancura exigida a todes los actores políticos cuando pasan a integrar la plantilla de invitados habituales a los matinales de la TV abierta. No en vano, algunos analistas comprenden a Boric como el nuevo Ricardo Lagos de los consensos.
De igual modo, el pacto FA-PC prefirió no aceptar la precandidatura del socialismo en las primarias de la izquierda, debido a que Paula Narváez llevaba consigo no sólo al PS, sino que también al PPD, reconocido como uno de los principales partidos del orden neoliberal. La maquinaria de analistas de los medios festinaron en los días recientes con los acuerdos y desacuerdos surgidos entre el pacto FA-PC y la ex-Concertación, poniendo énfasis en que volvemos a la vieja política de siempre, negociando cupos en pasillos y poniendo el interés personal por sobre el colectivo.
Sin embargo, la distancia con el PPD, además de representar un corte definitivo con la vieja política que recibió su jubilación en las elecciones constituyentes, también fue efecto de las declaraciones del presidente interino del PPD, Francisco Vidal, quien el 11 de mayo adelantó que su partido no iría a primarias con el FA-PC.
Si bien Boric reconoció que le hubiese gustado tener a Narváez en la primaria de la izquierda, contó que el PS pedía además un pacto parlamentario, “a lo cual no estuvimos disponibles”. Respecto de pactar con el PPD, sostuvo que “hubiese sido una señal equívoca por parte de Apruebo Dignidad que a las horas de la elección más importante del último tiempo cerráramos un pacto solamente con partidos políticos que fueron tremendamente castigados”.
Una de las lecturas de la elección es que los votantes ya no quieren más de lo mismo. Y lo mismo fue el binominalismo derecha-Concertación en lo político y el modelo neoliberal en lo económico. Si nos atenemos a las promesas de la franja electoral, el resultado da cuenta de que llegó la hora en la que los ciudadanos saben distinguir entre quienes promueven “un nuevo modelo: una economía social y ecológica de de mercado” (discurso de campaña de Fuad Chahin y la DC) o la repetida promesa de que “la educación en Chile sea de calidad, ya sea pública o privada”, las “pensiones dignas para quienes se van a jubilar” o los chilenos “tengan acceso a salud de calidad” (campaña de RN y la UDI); de quienes dan cuenta de que el problema de las pensiones son las AFP, que la salud y educación de calidad deben ser universales y de carácter público y el bienestar implica el fin al descalabro ecológico que nos lleva el modelo depredatorio instalado en Chile.
Si somos optimistas, pese a años de engaños y campañas publicitarias sumado al poder que otorga la propiedad de los medios masivos, las últimas elecciones dieron cuenta de que la ciudadanía es capaz de distinguir entre el real y la copia. Los medios y analistas están apavorados por esta toma de conciencia real de las multitudes y acusan el fin del centro político y la llegada de los extremos, cuando en el fondo se trata del desencanto con un neoliberalismo radical de extrema derecha que se presentaba como la única opción de gobernabilidad posible y convirtió en marionetas hasta los militantes del partido de Salvador Allende. Se acabó el tiempo de mimetismos y ahora corresponde a la nueva alianza FA-PC ser lo más grande posible sin perder la identidad, sentarse de una vez a preparar un programa de gobierno y las estrategias para llevarlo a cabo en un contexto de crisis económica y frente a una derecha que ya advirtió que se opondrán de todas las maneras posibles a que una coalición de izquierda real llegue a la Moneda.
Mauricio Becerra R.
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