En la semana de los pueblos originarios

En medio del Mundial, hemos sido testigos de un par de situaciones que alertan frente a los riesgos del racismo y de la discriminación

En la semana de los pueblos originarios

Autor: Wari

En medio del Mundial, hemos sido testigos de un par de situaciones que alertan frente a los riesgos del racismo y de la discriminación. La primera de ellas tiene un carácter casi anecdótico y nos sirve para introducir la segunda, que es la que más directamente agravia al país indígena que llevamos dentro.

En una entrevista radial, difundida el 22 de junio, el Ministro del Interior, para referirse al joven pakistaní investigado por porte de material explosivo, señala, para justificar su preocupación, entre otros antecedentes, el “aspecto físico” característico de la condición islámica del inculpado.  En su intervención el Ministro evidencia, a lo menos, ignorancia y racismo. Ignorancia porque suponer un aspecto físico para describir a las y los cultores de una religión mundial es como afirmar que indonesios, sudaneses, turcos, indios, norteamericanos y sudafricanos son “todos igualitos” porque son parte del mundo islámico. Esperaría uno que el Secretario de Estado hubiese sacado mejor provecho de su educación. Pero detrás del dicho está el racismo, esa rápida, peligrosa y hasta venenosa tendencia de considerar al otro, al diferente, como peligroso. Y vaya que el Ministro debiese saber de los riesgos que el racismo representa para la humanidad y de las políticas de exterminio que ha inspirado.

La desafortunada intervención del Ministro no hubiese concitado nuestra preocupación a no ser porque, en esa misma semana, el Jefe de Estado invitara a representantes de los pueblos originarios a celebrar el Día a ellos consagrado. La prensa cubrió convenientemente el evento salvo por la omisión de lo que fue el ingreso de los invitados al Palacio de Gobierno. Una modesta referencia radial y una frase periodística al pasar son las únicas evidencias del hecho más cruento del día. Por vez primera, que yo sepa, una delegación invitada por la autoridad es sometida al registro y al allanamiento de sus bienes y pertenencias antes de ingresar a Palacio, tal como si se tratase de una visita a la cárcel. No imagino que una delegación de un colegio particular  o de una asociación empresarial extranjera hubiese sido sujeta al control de seguridad al que fueron los ciudadanos y ciudadanas a quienes sirvió de anfitrión la autoridad.

La humillación que el hecho supone es sólo comparable a su gravedad. Las palabras del Ministro de Interior, sus prejuicios, su ignorancia y el racismo inveterado de su intervención pueden ser vistos, a la luz de los hechos que le siguen, como señal de un germen xenofóbico que procura instalarse en el Estado para convertirse en política pública. Esperamos que no sea eso. Pero el país está silenciado y no sólo por el Mundial. Eso también es anecdótico. Lo está por una prensa adormecida, por una opinión pública anestesiada. La autoridad tiene, en consecuencia, carta blanca para obrar, para discriminar y para humillar, si así lo quiere, como ya lo hizo con la comitiva indígena al ingresar al Palacio de Gobierno en el Día de los Pueblos Originarios.

Por Juan Carlos Skewes V.


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