Pese a las impresionantes características de maniobrabilidad, velocidad y otras prestaciones que ostentan los aviones militares a reacción, estos están lastrados por el enorme estruendo que producen, un problema al que podría haber encontrado solución un equipo de expertos en EE.UU.
Ingenieros aeroespaciales de la Universidad de Cincinnati probaron unas nuevas toberas de escape para los motores de cazas embarcados F-18 Super Hornet que reducen entre 5 y 8 decibelios el ruido producido por un modelo a escala 1/28 del motor, según describe el centro educativo en un comunicado.
El resultado logrado supone que la reducción de ruido obtenida en motores a escala en una cámara anecóica [habitación con paredes revestidas de materiales que absorben completamente las ondas acústicas o de radares] de la universidad se traducirá en reducción mucho mayor en motores a escala real.
El experimento reveló que una tobera provista de pequeñas aletas triangulares en su interior altera considerablemente el flujo de escape, reduciendo el ruido del motor sin afectar a su rendimiento, señaló el líder del estudio, el profesor Ephraim Gutmark.
El ruido de las aeronaves representa serios riesgos para la salud de los trabajadores de la aviación militar y comercial. Según el Comité Asesor de Investigaciones Navales de EE.UU., el personal que opera los despegues y aterrizajes desde las cubiertas de los portaviones está expuesto a ruidos que superan los 150 decibelios.
Los chorros emitidos por los aviones son tan fuertes que el ruido y las vibraciones pueden afectar incluso a la estructura de la aeronave, un fenómeno denominado carga acústica, explicó Gutmark.
«Al suprimir el ruido, ayudaremos a la tripulación, pero también alargaremos la vida útil del avión en sí», concluyó el científico.
Cortesía de RT
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