Exministro coordinador de la Política Económica de Ecuador: El sistema de pagos ruso Mir es un ejemplo para América Latina y una solución a su deuda

El sistema de pagos ruso Mir es un ejemplo para América Latina de cómo dar una respuesta «soberana» en el terreno monetario ante el interés de EEUU por presionar a la región a través de su deuda, informó Sputnik el exministro coordinador de la Política Económica de Ecuador entre 2007 y 2008, Pedro Páez

Exministro coordinador de la Política Económica de Ecuador: El sistema de pagos ruso Mir es un ejemplo para América Latina y una solución a su deuda

Autor: Pedro Guzmán

El sistema de pagos ruso Mir es un ejemplo para América Latina de cómo dar una respuesta «soberana» en el terreno monetario ante el interés de EEUU por presionar a la región a través de su deuda, informó Sputnik el exministro coordinador de la Política Económica de Ecuador entre 2007 y 2008, Pedro Páez.

El sistema «es un ejemplo muy importante y no solamente porque puede ser un instrumento de una cooperación más estrecha entre Rusia y cada uno de los países de América Latina de manera bilateral, sino que adicionalmente podría abrirse la posibilidad de réplicas. (…) Es uno de los mecanismos que puede evitar que se le estrangule nuevamente al continente como se lo hizo en los años 70 con la subida de las tasas de interés», afirmó el economista y docente investigador de la Universidad Central del Ecuador.

Páez, quien fue una de las figuras clave en el equipo del expresidente Rafael Correa (2007-2017) y artífice de lo que se llamó la Nueva Arquitectura Financiera, consideró que el sistema Mir es efectivo como instrumento de pagos al interior de Rusia y también en transacciones de comercio exterior, eludiendo sistemas como el SWIFT o la red de bancos angloamericanos.

SWIFT (acrónimo inglés de Society for World Interbank Financial Telecommunication) es una plataforma que conecta a unas 11.000 instituciones financieras de más de 200 países y sirve de base del sistema financiero internacional.

Mir es un sistema de pagos ruso ideado en 2014, cuando Rusia se enfrentó por primera vez a una ola de sanciones en relación con la incorporación de la península de Crimea, cuyos habitantes expresaron su voluntad en un referendo correspondiente.

Después de que las compañías estadounidenses Visa y MasterCard restringieran en aquel entonces operaciones con algunos bancos de Rusia, el presidente de país, Vladímir Putin, encomendó elaborar el Sistema Nacional de Tarjetas de Pago que se convirtió en el operador de tarjetas Mir y comenzó a emitirlas en diciembre 2015.

Hasta la fecha, las tarjetas Mir se pueden utilizar en Vietnam, Corea del Sur, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Osetia del Sur y Abjasia. Cuba prevé implementarlas este año, mientras Venezuela analiza lo propio.

A continuación, la conversación que mantuvo Sputnik con Páez:

—Si tuviera que definir el sistema de pagos ruso Mir, ¿cómo lo haría? ¿Cree que es un equivalente al sistema SWIFT?

—Es una respuesta soberana de Rusia ante las sanciones. Es un elemento pionero en la medida en que la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico Norte] y Estados Unidos han estado utilizando las sanciones como un instrumento de guerra en contra de los pueblos, en contra de los gobiernos que de alguna manera disienten, no necesariamente son de izquierda, simplemente que no calzan exactamente con sus agendas.

En ese sentido, la tarjeta Mir hace varias funciones al mismo tiempo: opera como un instrumento de pago al interior de Rusia, pero también ha servido para realizar pagos a otras empresas que trabajan con Rusia y en los casos también pioneros de Venezuela, de Turquía y de otros países que se están acercando a este tipo de mecanismos marcan otro tipo de diplomacia también, que ha tenido resultados importantes.

Rusia ha podido combinar varios instrumentos monetarios, financieros y macroeconómicos en su acercamiento con otros países de la región que en el largo plazo, y en algunos casos en convergencia con esfuerzos que han hecho otros países como China, ha podido ir desmontando dispositivos de conflicto, de desestabilización que han sido muy útiles y muy rentables para el eje angloamericano y para intereses específicos regionales como el sionismo. Busca evadir el sistema SWIFT y la red de bancos angloamericanos que han sido instrumentales en el escalamiento de las sanciones desde el 2014 al menos para el caso de Rusia.

—¿Qué posibilidades implica este sistema para Latinoamérica?

—Es un ejemplo muy importante y no solamente porque puede ser un instrumento de una cooperación más estrecha entre Rusia y cada uno de los países de América Latina de manera bilateral, sino que adicionalmente podría abrirse la posibilidad de réplicas. Aquí en América Latina se lanzó la nueva arquitectura financiera regional con una propuesta de avanzar en mecanismos y bloques regionales de similar naturaleza hace unos 15 años en el seno de Naciones Unidas y con tres pilares fundamentales que era un nuevo tipo de banca para un nuevo tipo de desarrollo, de fondo de estabilización y de protección alternativa al Fondo Monetario Internacional y un nuevo concepto de moneda. Y dentro de esta última categoría precisamente puede caber la posibilidad de trabajar con mecanismos similares pero siempre acompañados por un sistema de compensación de pagos.

Yo creo que en el caso de Rusia, ese debería ser el complemento inmediato para generar un esquema multilateral, un esquema además mucho más polivalente en el sentido de la diversidad de usos que puedan ser utilizados, que puedan ser desplegados para garantizar la sostenibilidad del sistema. Y hoy por hoy la carta de triunfo escondida de Rusia es la promesa de la compra de oro a una cotización dada, lo cual ha puesto en jaque las maniobras de manipulación que han estado haciendo sistemáticamente los bancos centrales occidentales durante décadas. Al hacerlo, está dando un atractivo y una garantía implícita a todos quienes operan con este tipo de sistemas.

—¿Este sistema ruso podría convertirse en una alternativa para alcanzar una independencia del dólar y de EEUU?

—Pues sí, yo creo que ya está funcionando como tal en el caso específico de Rusia y en relaciones bilaterales que han marcado otro tipo de diplomacia, lo cual es muy importante. Ahora, con el ascenso de estos gobiernos progresistas en América Latina y el liderazgo de gente como el presidente [Luiz Inacio] Lula [da Silva] en Brasil, pero también de la expresidenta Dilma [Rousseff, 2011-2016] a cargo del Banco de los BRICS [Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica] abre nuevas perspectivas de una evolución muy rápida.

En el caso de América Latina yo creo que eso es urgente porque las tenazas de una nueva trampa de la deuda están avanzando, están apretando las economías del continente, como se ve en el caso del laboratorio que tienen con Argentina, y yo creo que es indispensable que ese desarrollo en mecanismos alternativos como la recuperación de ALADI [Asociación Latinoamericana de Integración], como la recuperación de otros instrumentos latinoamericanos, que podrían utilizar una tarjeta como Mir o la que podrían articular esfuerzos locales con la tarjeta Mir rusa o el yuan digital de China o inclusive el euro digital de Europa y un dólar digital de los Estados Unidos en una renegociación de la dependencia.

—El tema de la deuda externa siempre ha sido un problema para América Latina y en muchos casos ha determinado la política exterior de los países. ¿El sistema de pago Mir podría ser en parte una solución?

—Es uno de los mecanismos que puede evitar que se le estrangule nuevamente al continente como se lo hizo en los años 80 con la subida de las tasas de interés dado el monto de la deuda que tiene tanto el sector público como el sector privado en América Latina y la cadena de relaciones a nivel mundial. Y hay una reacción en cadena que va a hacer mucho más rápida con el efecto de la subida de las tasas de interés en los países del norte.

Por eso es tan importante contar con instrumentos alternativos, como podría ser el Mir, pero no solamente este sistema. Yo insisto: es la novedad del mecanismo, es la construcción de espacios de políticas soberanas que se van abriendo con estos instrumentos que hasta hace poco tiempo eran totalmente descuidados.

Cuando nosotros planteábamos este tipo de cosas, por ejemplo, en Naciones Unidas, se las veía con mucho escepticismo para no hablar inclusive que alguna gente hablaba de teoría de la conspiración cuando se hablaba del tema del SWIFT.

Yo creo que en el caso de Rusia y la guerra monetaria y financiera la ganaron en la primera semana. Eso es muy importante. La crisis de Ucrania detonó una escaldada del enfrentamiento en muchos ámbitos, en muchas dimensiones, pero en el ámbito específico monetario y financiero, es teórica y políticamente el menos discutido a nivel internacional. Yo creo que es una enseñanza para los países del mundo y sobre todo en América Latina. Tenemos que aprender muy rápidamente porque se ve muy claro que la ofensiva del eje angloamericano para disciplinar a su patio trasero va a involucrar el apriete de estas tuercas que históricamente han sido muy útiles, como se vio en anterior trampa de la deuda externa.

—¿A qué se refiere con «trampa de la deuda externa»? ¿Cómo utilizaría EEUU a la deuda para presionar a América Latina?

—Es un paralelo casi de libro de texto. En los años 70 tenías tasas de interés internacionales bajas, igual que pasó en el 2008. En ambos momentos históricos, hubo una subida de tasas de interés y con los niveles de endeudamiento que había, se generó una ola de quiebras. Eso fue lo sucedió en los 70 y en el 2008. Actualmente, desde la crisis en Ucrania, empiezan a subir las tasas de interés, ya empiezan a haber las primeras olas de quiebra y, sin embargo, sigue la presión por mantener el endeudamiento. En los 70 se tuvo un endeudamiento agresivo en América Latina con una política tanto para el sector público como el sector privado.

Actualmente, esta situación es mucho más compleja por los niveles de endeudamiento que también se están dando en el centro [económico], como se está viendo con el caso de los bancos, pero también como se va a ver muy rápidamente tanto en Europa como en Estados Unidos, en los gobiernos seccionales de cada uno de los países. Entonces, esta situación es una verdadera carrera contra el tiempo a ver dónde la asfixia va a operar de manera más rápida, si va a darse en el sur, a través de mecanismos adicionales como podrían ser las crisis alimentarias, las crisis energéticas, inclusive sacudones sobre los sistemas financieros y bancarios locales, de los cuales América Latina tiene que rápidamente ponerse alerta porque va a venir un proceso muy rápido de fragilización de los sistemas bancarios locales precisamente para garantizar que los márgenes de maniobra de cada uno de los países se reduzcan al mínimo, como estamos viendo en el caso de Argentina. Estamos repitiendo exactamente el mismo caso.

En los años 70 lo que permitió políticamente la subida de las tasas de interés fue la caída del sah de Irán [Mohammad Reza Pahlavi, en 1979] y el aumento de los precios del petróleo a 40 dólares. Actualmente, lo que ha detonado la subida de las tasas de interés por parte de los gobiernos del Atlántico Norte fue la crisis de Ucrania y la subida de los precios de la energía también. Entonces, yo creo que hay una serie de paralelos que muestran claramente hacia dónde se dirige esa agenda de control imperial y sobre todo en el caso de América Latina.

La dinámica macroeconómica de América Latina es mucho más vulnerable a las posibilidades de manipulación monetaria o financiera de tipo trampa de la deuda. Y las iniciativas de América Latina en torno a una nueva arquitectura financiera tienen precisamente que atacar esos mecanismos, a neutralizar la posibilidad de que esa trampa vuelva a operar de nuevo. Tiene que haber un nuevo tipo de banca para un nuevo tipo de desarrollo, que marque una dinámica de la de la inversión, sobre todo la inversión masiva en infraestructura en todo el continente, armando una matriz productiva que profundice la integración no orientada hacia su dependencia a alguna potencia externa, sino al contrario, para ubicar sinergias y complementaridades intracontinentales, un nuevo tipo de fondo alternativo al chantaje del Fondo Monetario Internacional, que permita valorizar los recursos naturales, tanto debajo de la tierra como fuera de la tierra y la biodiversidad.

Además, debe existir un nuevo concepto de moneda al estilo del sistema Mir.

—Usted mencionó que con el conflicto en Ucrania, EEUU está perdiendo la guerra monetaria. ¿Por qué?

—Cuando nosotros planteábamos que se podía utilizar al SWIFT como una arma de guerra económica en contra de los países, simplemente la gente o no creía o se reía, pero cada vez se fue haciendo más obvio.

Ahora, por primera vez, hay una respuesta inmediata. Se ve que Rusia venía preparándose al menos desde el 2014, porque ya tuvo un primer incidente en el 2009 en el que perdió 300.000 millones de dólares de reserva por ataques especulativos que eran parte de una guerra económica y que se vieron mucho más abiertamente desde el 2014.

Entonces, como parte de los mecanismos de defensa, Rusia se fue preparando y la respuesta que dio en la primera semana [del conflicto en Ucrania] fue muy contundente. Los pueblos del mundo tienen que aprender de ese manejo. Las medidas rusas son verdaderamente ejemplares respecto a cómo se puede dar una respuesta soberana en el terreno monetario, macrofinanciero y macroeconómico. Temas que han estado, insisto, totalmente descuidados por la teoría, totalmente descuidados por los intelectuales progresistas y por los políticos.

—En esta situación, ¿cómo definiría que está la situación del dólar como moneda hegemónica? ¿Hay una crisis del dólar?

—Sí, ahí está el tema. El dólar viene perdiendo protagonismo. En 1999 se llegó a un 72% de las reservas internacionales que son denominadas en dólares y ahora se tiene un 58%, es decir, hay un declive lento, pero constante con una mayor incidencia de la moneda de China.

Ante esta situación, EEUU no tiene ningún miramiento en garantizar su supremacía sobre la base de este tipo de manipulaciones de guerra económica, que incluyen ataques en contra de sus socios más íntimos, como es el caso de Europa. Ya lo hizo en 2008. Y sin embargo, no afectó el valor del dólar. Paradójicamente lo que cayó fue el valor del euro. Esa capacidad de endosar las crisis, nuevamente se la ve ahorita con el tema de [la caída del banco] Silicon Valley Bank, inmediatamente garantizaron, movieron fichas para que se produzca el reventón artificial de Credit Suisse, sino que empezaron a exigir a las autoridades europeas que entren en procesos de auditoría como lo que se vio hace unas semanas en el caso de Francia y lo que pasó hoy día con bancos alemanes.

Cuando una hegemonía está en declive, la única manera de garantizar su supremacía es garantizar que todos los demás estén peor que ellos. Y la trampa ha sido tendida ya en contra de Europa, sobre todo de la Europa Occidental, con la propia ruptura de las relaciones de proveedor-cliente con Rusia, no solamente en energías, sino también en materias primas y alimentos, lo cual va a garantizar una estructura de costos imposible en el esquema competitivo para Alemania.

Mientras EEUU se da el lujo de plantear leyes como el CHIPS and Science Act [Ley de Fomento a la Ciencia y la Cadena de Semiconductores] o la Inflation Reduction Act [Ley de Reducción de la Inflación], que garantizan un proteccionismo muy agresivo en contra de sus competidores más inmediatos o socios más inmediatos, a Europa le obligan a un proceso de distorsión de sus cadenas productivas, de estructuras de costos relativos e imposibles que además se detonan o se agravan con el asunto de la nueva matriz energética que se pretende dar supuestamente con miramientos ecologistas, y que y está en combinación con la subida de tasas de interés a las que les obligan, cosa que no tiene ningún sentido porque esto va a provocar una ola de quiebras enorme no solamente a nivel de bancos sino de empresas y de una reducción de la capacidad de consumo de la población europea.

Es decir, son una cantidad de medidas de evidente guerra económica que ya las han aplicado en contra de países del Tercer Mundo, pero que ahora aplican en contra de sus amigos más íntimos dentro de la OTAN. Y esto se va a ver empeorado si es que continúan con la locura de provocar una guerra con China o de escalar la guerra económica y tecnológica a través de sanciones y del desacoplamiento de las cadenas de valor con China, porque eso significaría dar una estocada final al aparato productivo europeo.

Es crucial que veamos esta guerra económica con lentes científicos, porque si eso les está pasando allá con economías densas, maduras, con altas capacidades productivas y tecnológicas, con una institucionalidad fuerte y con un importante margen de soberanía macroeconómica, monetaria y financiera, imagínate lo que eso significa para América Latina.

—Volviendo al tema de América Latina, hace unos días el presidente brasileño defendió la posibilidad de impulsar una moneda alternativa al dólar para el comercio entre países BRICS. ¿Qué posibilidades hay de que se pueda llegar a una moneda alternativa? ¿Es factible que esta moneda alternativa no solo sea utilizada en el BRICS sino que también en América Latina?

—Sí, yo creo que es perfectamente factible. El ejemplo con el que empezamos la conversación de la tarjeta Mir es una muestra de eso. Y el sistema unitario de compensación regional que operó entre los países del ALBA [Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América] entre el 2010 y el 2014, muestra que es perfectamente factible hacerlo. Yo creo que la la arquitectura institucional y técnica del sistema unitario de compensación regional en América del Sur tiene muchísimas más ventajas.

—¿El Mir entonces podría ser usado como un sistema alternativo dentro de América Latina y BRICS?

—El Mir podría ser usado como un sistema alternativo o también a partir de una combinación. Como se trata de una moneda digital, logísticamente es muy fácil ubicar mecanismos de articulación y coordinación entre distintos instrumentos. Por ejemplo, se podría hacer un sistema entre el yuan digital y el Mir, con lo cual los pagos de los saldos entre lo que se compra y vende de cada país se vuelven totalmente manejables porque habría esa garantía y respaldo de liquidez con socios comerciales claves.

Por ejemplo, Ecuador exporta una buena cantidad de banano, de flores, camarones, brócoli a Rusia e importa fertilizantes e insumos agrícolas. Brasil también. Esa transacionalidad basada en recursos se convierte en el verdadero motor de estos mecanismos de pago, al contrario de lo que sucede en el sistema angloamericano, el monopolio del dólar, derivados financieros, el SWIFT, que está colapsando. En este casos, es el manejo monetario basado en la especulación lo que subordina y explota a la economía real. En cambio, en sistemas como el Mir el intercambio se basa específicamente en recursos.

El problema con América Latina es que no tenemos ninguna locomotora, un modelo de industrialización. Por el contrario lo que prima es la especulación financiera, por eso hay desregulación financiera en todos nuestros países. Hay un sistema bancario muy podrido e irrecuperable. Puede que logren mantener la apariencia de que nada ha pasado, pero a costo de profundizar el proceso de deterioro de la coherencia global del sistema. Siguen postergando el Juicio final, el cual va a ser cada vez más profundo.

Fuente Sputnik

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