Las transformaciones que viven las familias a nivel regional, los impactos de economías globalizadas, la influencia de la Iglesia Católica y las respuestas estatales a las nuevas conformaciones familiares fueron algunos de los temas que abordaron expertos internacionales en el seminario “Familia: Economía, Estado y Sociedad”, organizado por la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, UAHC.
Según los especialistas, en los últimos años se evidencian notorios e importantes cambios en la organización del trabajo y en la participación de mujeres en el mercado laboral, al tiempo que entre adolescentes se extienden prácticas afectivas que dan origen a nuevos núcleos y agrupamientos familiares.
José Olavarría, sociólogo especialista en temas de familia y género, director del Departamento de Investigación y Estudios de la UAHC, afirma que América Latina enfrenta una gran cantidad de transformaciones económicas, políticas y sociales que marcan la existencia de una pluralidad de formas familiares. Esto motiva que se multiplique la acción del Estado para atender nuevas necesidades y demandas de protección social, así como para compensar los impactos de un desarrollo económico que fragmenta y agudiza desigualdades y expectativas.
La sociedad chilena no escapa a esta realidad. Olavarría sostiene que en las últimas décadas se ha experimentado una profunda metamorfosis en dos de los ámbitos más importantes de la vida de las personas: El familiar y el laboral. “Al cohabitar los cambios familiares con las mutaciones en el mundo del trabajo, se remueven las formas de vida y relaciones de género que caracterizaron a la sociedad salarial, porque modifican la organización familiar en torno a la jornada normal de trabajo, los patrones de provisión económica masculina y las tareas de reproducción y cuidados femeninas”, asegura.
De igual forma, las pautas de relacionamiento afectivo-sexual en las nuevas generaciones desafían el ordenamiento familiar. Así como el embarazo adolescente concentró la atención en los años ‘80 y ‘90, hoy lo hacen la paternidad y maternidad de adolescentes con precaria autonomía y la irrupción de nuevos núcleos familiares.
Por su parte, Elizabeth Jelin, de Argentina, abordó las principales conclusiones de una investigación basada en la cultura familiar de países europeos, principalmente de Suecia, comparada con países de América latina. A este respecto, la experta indicó que una primera diferenciación entre ambas culturas es la fuerte influencia de la Iglesia Católica en nuestra región, lo cual marca de manera profunda y radical los comportamientos y las maneras de ser familias en países latinoamericanos.
A su juicio, lo anterior se traduce en asuntos valóricos y de sexualidad reproductiva, que explican las altas tasas de aborto y de mortalidad materno-infantil.
Del mismo modo, Jelin sostiene que en la región es importante repensar la noción de bienestar, tomando como centro el cuidado de las personas. “Sabemos que todas y todos debemos ser cuidados, nadie puede sobrevivir sin la protección, y este papel, a diferencia de Suecia y Europa, está bastante oculto. La familia es la institución que cuida a los menores, ancianos e hijos. La primera crisis del cuidado tiene que ver con la participación económica y laboral de las mujeres. De ahí entonces la comercialización del cuidado. Desfamiliarizar parte del cuidado a las instituciones del Estado es algo que no ocurre en la región”, sostuvo.
Otras de las grandes transformaciones se evidencian en las familias rurales. Norma Fuller, de la Universidad Católica de Perú, sostuvo que actualmente hay un quiebre entre lo rural y urbano. Desde hace aproximadamente 40 años se habla de una nueva ruralidad, en donde las familias buscan y se abren a mejores condiciones educacionales y laborales para sus hijos, insertándolos de manera importante en la ciudad.
Del mismo modo, sostiene que en las últimas décadas se puede observar un cambio grande en las relaciones de género, lo cual está directamente relacionado con la revolución educacional. “Los cambios se traducen en que las mujeres casadas están más protegidas en sus derechos, y en general acceden masivamente a la educación primaria, secundaria y universitaria, hay un mayor acceso a sus derechos y mejores empleos no agrícolas”, manifestó la experta.
Por Daniela Caucoto