El pasado 15 de septiembre entró en vigor la Resolución 215/2021, del Banco Central de Cuba (BCC), vinculada a la regulación del uso de activos como criptomonedas en la isla. Esos medios digitales de intercambio constituyen activos financieros que hasta ahora no eran controlados por las instituciones, expuestos a la volatilidad, la descentralización de su gestión y la especulación, y con el manejo de su precio desde bolsas, indicador afectado por la ocurrencia de acontecimientos internacionales.
Así aseguró la jefa del Departamento de Finanzas Internacionales del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial de La Habana, Gladys Hernández, quien mencionó como hechos recientes de impacto en la fluctuación de los costos de las criptomonedas los problemas experimentados por grandes empresas estadounidenses como Amazon y Apple.
Similar a los sistemas usuales de mercado, los criptoactivos se ven afectados por cualquier fenómeno socioeconómico y elementos de la geoestrategia, entre ellos, la situación en Afganistán o el terremoto de Haití. Por ello, explicó la académica, para algunos resultan una apuesta o reserva futura monetaria más que una realidad presente.
«Cuba no está ajena a los análisis sobre el tema y, de conjunto con la adopción de otras disposiciones económicas, el país valora los impactos positivos y negativos del uso de criptomonedas. Los tenedores de bitcoins están en todas partes y los intercambios generados entre ellos influyen en las economías nacionales», subrayó.
¿Por qué la resolución del Banco Central?
El desafío es cómo proteger estas monedas en los monederos o wallets —destinados a la administración, recepción y envío de las criptomonedas, tanto individuales como institucionales— del ataque de los hackers u otras entidades encargadas de ello en una «guerra cibermonetaria», acotó el economista Luis René Fernández Tabío.
Otro reto, refirió el experto, es que, de no regularlas, el BCC no podría realizar una política monetaria, perdería un importante instrumento de política económica —lo mismo que sucede en las economías dolarizadas— y colocaría a los precios internos a fluctuar de acuerdo con las impredecibles oscilaciones del mercado de criptomonedas.
De ahí la pertinencia de este decreto —firmado por la ministra presidenta del BCC, Marta Sabina González, y publicado el 26 de agosto último en la Gaceta Oficial—, el cual establece a los activos virtuales como representaciones digitales de valores para la comercialización, transferencia y pagos o inversiones en esas plataformas.
El BCC expone con ese decreto su posición frente al manejo de las criptomonedas, los riesgos que suponen para la política monetaria y la estabilidad financiera por su alta inestabilidad y sus actividades en redes de datos en el ciberespacio sin control de emisión, regulación, supervisión oficial, régimen sancionador, ni respaldo de autoridades monetarias.
La institución advierte sobre los peligros de su uso para la financiación de actividades delictivas por la anonimidad de los usuarios de esas plataformas y será la encargada de autorizar a las entidades financieras y demás personas jurídicas por la utilización de activos virtuales en operaciones monetario-mercantiles, de canje y recanje y obligaciones pecuniarias.
Por consiguiente, aclara que las personas naturales asumen los riesgos y responsabilidades derivadas, en el orden civil y penal, de las operaciones con activos virtuales y proveedores de servicios que funcionan al margen del Sistema Bancario y Financiero, «aun cuando no están prohibidas las transacciones con activos virtuales entre dichas personas».
El también académico del Centro de Investigaciones de Economía Internacional de la Universidad de La Habana consideró que la isla no ha querido cerrar la puerta completamente a esos mecanismos digitales, pero su verdadero y gran reto es el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos.
El dólar continúa como la principal moneda internacional y 60% de las reservas de los bancos centrales en el mundo operan con ese capital. También dominan las cotizaciones de productos básicos y el comercio y esos flujos son vigilados en tiempo real, de ahí que las instituciones bancarias teman involucrarse con Cuba.
Fernández Tabio sugiere una estrategia para crear un peso digital, para «reducir la vulnerabilidad financiera frente a un sistema dominado por el dólar y la red de bancos y entidades temerosas de las sanciones unilaterales impuestas por el Gobierno norteamericano».
Los cubanos, muy familiarizados con las criptomonedas
Pavel Vidal, profesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad de Cali, en Colombia, estimó en declaraciones el alto porcentaje de cubanos familiarizados con las criptomonedas —bitcoin, ethereum, litecoin y USDT son las más populares— y su uso, especialmente, como recibo de pago de trabajos, remesas provenientes de Estados Unidos o la inversión en criptoactivos para generar ganancias.
Asimismo, reconoció la incorporación de usuarios de la nación caribeña en los mercados más activos del orbe. Las estadísticas de TradingView, líder en estudios sobre inversiones, durante el período noviembre de 2020 y enero de 2021, revelan el aumento del promedio de consultas sobre criptomonedas provenientes de Cuba.
Para el profesor Vidal, las criptomonedas aún no cumplen, en su totalidad, con las funciones básicas que el usuario suele esperar de una moneda y, si bien la tecnología relacionada con ellas mejoró con el propósito de permitir una mayor cantidad de transacciones por minuto, aún no se ha probado y verificado su seguridad y agilidad frente al dinero bancario tradicional.
En su consideración, las criptomonedas aún presentan inconvenientes para reemplazar globalmente el dinero fiduciario y bancario tradicional, pero en el caso de la economía cubana, con el inusual escenario financiero en el que opera debido al bloqueo estadounidense, puede ser una opción encaminada a eludir algunas de las sanciones y generar beneficios netos.
«Las criptomonedas tienen el potencial de generar alternativas financieras para el comercio exterior de la isla, para los flujos de remesas y el financiamiento de pequeñas y medianas empresas del exterior. Dicho esto, queda por ver cómo se desarrolla la infraestructura financiera cubana para hacer operativa la Resolución 215 del BCC», concluyó.
Hernández también aludió a la actual crisis económica en el país; el impacto negativo del COVID-19; la caída en un 11% del PIB en 2020 debido además al recrudecimiento del bloqueo y la adopción de 243 medidas contra la isla, 55 en tiempos de pandemia, por el Gobierno de Donald Trump (2017-2021) y la persistente prohibición del uso del dólar en los mercados internacionales.
Criptomonedas, ¿una solución?
El fenómeno de las criptomonedas no es nuevo pues el bitcoin surgió a raíz de la crisis económica del 2008, cuya causa fundamental fue la transnacionalización de las finanzas internacionales y la desregulación de las mismas, afirmó Gladys Hernández.
Por tanto, «nació como una respuesta o alternativa a ese sistema que no había solucionado los problemas económicos mundiales» y, de acuerdo con la profesora de la Universidad de La Habana, para realizar pagos en línea de manera directa y de una persona a otra sin la mediación de instituciones monetarias.
La también máster en Filosofía e Historia mencionó factores como la revolución tecnológica de los últimos años y la realización de la mayoría de las transacciones actuales vía internet determinantes en el impulso de las criptomonedas, criptodivisas o criptoactivos.
«Históricamente, las personas guardan sus activos en el banco, pero con esa nueva modalidad los activos se acumulan en el bloque, plataforma digital dedicada a la concentración de los ingresos. Al comienzo, las criptomonedas pagaban un servicio determinado, con un monto de hasta 50 bitcoins y un precio inferior a 1.000 dólares cada uno», recordó.¿Qué ha sucedido desde esa fecha hasta la actualidad? Un incremento en el costo de ese medio de intercambio, la existencia de 12.058 criptomonedas diferentes y el bitcoin con más de 18 millones de acciones en circulación, según informa el sitio especializado CoinMarketCap, creado para el seguimiento de la capitalización, cantidad de operaciones y precio actual.
Todo ello genera gran inestabilidad, reconoció Hernández, aunque algunos Gobiernos las han adoptado, conscientes de los retos, las dinámicas generadas por la pandemia COVID-19, el protagonismo de las tecnologías de la información y las comunicaciones, el auge del comercio electrónico y el aumento de la ciberseguridad.
«Después de 13 años, El Salvador resultó el primer país en adoptar al bitcoin como moneda de curso legal y la legalización de las transacciones en esa modalidad. Sin embargo, el dólar continúa como el más significativo del sistema monetario y financiero internacional y condiciona la evolución de los procesos o deudas del mundo subdesarrollado», puntualizó Hernández.
Cortesía de Sputnik
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