Mira si seremos boludos que ahora le copiamos a Hollywood. En los EEUU la falta de imaginación y de creatividad de los screenplay writers hace que se repitan hasta la nausea: Alien I, Alien II, Alien III, Alien el retorno, Alien la lucha final, y así.
Nosotros igual. La película que nos anuncian, esta del “Fifty-fifty”, la llegada estrecha o salvados por un pelo, ya la habíamos visto. “Lagos-Lavín”, “Piñera-Bachelet”, “Frei-Piñera”, caen en la categoría de los thrillers, las películas de suspenso. Con los mismos diálogos, los mismos efectos especiales (Piñera bailando como los macabeos del Mickael Jackson con una gracia de foca, Frei con una peluca en plan “Tootsie” con la gracia de Frei), los mismos recursos escénicos, la misma dramatización.
Y estamos condenados a repetirnos los espárragos hasta el vómito, visto que el binominal divide este país en dos, anulando otras expresiones artísticas. Y yo que sé, por ejemplo el western spaguetti, las películas catástrofe, las comedias musicales Fred Astaire – Gingers Rogers, e incluso los géneros preferido de los yanquis, el horror y el cine “gore”.
Lástima, porque en la copia feliz del edén el “gore” y el horror están en las calles, basta con ver los prodigios arquitectónicos que le dan a Santiago las cualidades que le hicieron decir a Claude Lévi-Strauss que las ciudades del continente americano lograron la hazaña de “ir de la barbarie a la decadencia sin pasar por la civilización”.
En fin, que te la están jugando en plan “suspense”: la elección se decide, -por un azar no por increíble e inesperado menos cierto y comprometedor de tu propia decisión-, con tu voto. Con tu voto que de costumbre no vale un cuesco, no le importa a nadie, como si te la picara un pollo o te la machacaras contra una puerta. Si te olvidaron durante cuatro años es porque estaban preparando el próximo film, “Concertación, la Resurrección”, mientras la derecha dura, la más dura, definía el reparto que ahora llaman “casting” poniendo a los pinocheteros de la UDI como a los extras que hacen de “marines” en las películas de James Bond: disfrazaditos, con la cara pintarrajeada, con hierbas y matorrales en la espalda, no se ven, están mimetizados con el terreno como si fuesen pastito tierno, para aparecer justo al final, armados hasta los dientes, ignorantes, como siempre lo han sido, de que los “bad guys” son ellos.
Si no quieres mamarte la misma película dentro de cuatro años, con los mismos actores de serie B o de culebrón televisivo, o aun con actores “nuevos” y hasta “díscolos”, hay que salir de la lógica que atesoran, como una película de terror mala pero taquillera, la Alianza y la Concertación.
Hay que cambiar el guión, las productoras y los actores. Hay que cambiar de Constitución. Hacer como James Stewart en “Mr. Smith goes to Washington”: llegar a la ciudadanía, sacarlos por cansancio.
Porque por el momento, mira si seremos boludos que le estamos copiando a Hollywood.
Por Luis Casado