El testimonio de una japonesa consagrada a la política, en el que acusa al alcalde de la localidad de Kusatsu de abusar sexualmente de ella, pone una vez más en evidencia los grados de violencia que enfrentan muchas mujeres en ese país asiático. El caso fue hecho público recientemente por The Telegraph, que cita directamente declaraciones de la afectada.
Hace seis años, Shoko Arai era la única integrante femenina de la asamblea de aquella pequeña ciudad, ubicada al noreste de Tokio. Según su relato, en la mañana del 8 de enero de 2015, el alcalde Nobutada Kuroiwa, de 73 años, la «obligó a tener relaciones sexuales».
«De repente me acercó más, me besó y me empujó al suelo […] no podía rechazarlo», contó Arai. Tras denunciar el hecho públicamente por primera vez el año pasado, se inició un proceso de demandas y contrademandas en el que Kuroiwa ha rechazado todas las acusaciones.
Por su parte, la mujer afirma que además de ser expuesta a través de las redes sociales a un sinfín de reacciones negativas, al punto de que sintió temor por la seguridad de su familia, también fue objeto de maniobras políticas que desembocaron en un proceso «cuidadosamente orquestado» de revocatoria de mandato, que concluyó esta semana con dictamen en su contra.
Un problema que se extiende
Al parecer, prevaleció el alegato de los colegas masculinos de la demandante, que argumentaron que ella había dañado la reputación de la localidad de Kusatsu con sus «escandalosas» acusaciones. El caso muestra los estigmas y desafíos que enfrentan muchas mujeres en caso de que osen presentar una denuncia por agresiones sexuales en el país nipón.
«Su experiencia, al convertirse en blanco de la ira por presentar su testimonio sobre el sufrimiento de la violencia sexual, no es inusual ni sorprendente», declaró Chelsea Szendi Schieder, una experta en estudios de género en la Universidad Aoyama Gakuin, de Tokio, al referirse a la situación de Shoko Arai.
Asimismo explicó que hay una serie de «obstáculos institucionales» vigentes en Japón que impiden a las mujeres denunciar el «trato cruel» que pueden recibir por parte de sus agresores.
Así parece refrendarlo una encuesta gubernamental que reveló que solo el 4 % de las violaciones perpetradas en Japón son denunciadas a la Policía.
«No me dejaré aterrorizar»
Arai considera que el referéndum que la revocó fue «injusto e irrazonable», y argumenta que «no hay razón» para despedirla de su cargo cuando el revocatorio fue orquestado por figuras influyentes de la ciudad. Asimismo, aseguró a un diario local que «no se dejará aterrorizar por la presión de las personas con poder».
Para la experta universitaria Chelsea Szendi, es claro lo ocurrido: «Este caso demuestra la necesidad constante de implementar cuotas para lograr que más mujeres ocupen puestos políticos y de liderazgo. Es profundamente perturbador que los otros miembros de la asamblea de la ciudad, todos hombres, se aliaran contra una mujer individual por ‘crear problemas’, en lugar de investigar lo que en realidad puede ser un problema mucho más serio: la agresión sexual por parte de un hombre muy poderoso en la comunidad».
Cortesía de RT
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