Giovanna Rivero: «Para mí, ser escritora es un camino de existencia»
Ella viajaba por latinoamérica y yo estaba caminando para encontrar un café donde escribir en Santiago Centro. Así partió nuestra conversación y en particular mis ganas de preguntarle sobre su escritura, la oscura frialdad de sus personajes y la crudeza de sus historias.
Le digo primero qué es lo que te invita a escribir, o cuáles fueron los motores que te llevaron a dedicarte a la literatura, ella me contesta que esa escritura que la llamó a hacerlo no fue aquella que todos conocíamos, sino que partieron de lo oral, de los relatos que le contaba su abuela. “Ella era de gozar mucho contando leyendas de Bolivia que eran realmente góticas, porque tenían que ver con lo siniestro, con el mal, con la muerte”. Como por ejemplo “el carretón de la otra vida” o el “Jinete sin cabeza», me cuenta. Dice además que son cosas del folclore que sin embargo en la voz de su abuela y con los efectos especiales que hacía al relatar, adquirían una dimensión afectiva fundamental para Giovanna.
“Por otra parte, yo consumía lo que los adultos leían, porque eran ellos quienes traían a la casa las historietas, las revistas Duda, que se especializaba en ufología y fenómenos sobrenaturales. Y a veces, de vez en cuando, tal vez incluso por accidente, algún otro libro que era ya literatura”. Este dato lo describe acordándose de la primera vez que leyó Pedro Páramo, que siempre dice que su abuelo pensó que se trataba de un western más de lo que leía.
Entonces toda esta literatura a la que llegó Giovanna a través de los adultos le abrieron una enorme sed de ficción y alimentaron una imaginación desde muy temprano. De tal modo que cuando ya en la juventud es ella quien toma la decisión de qué leer y se acerca por ejemplo a Cortazar, entendiendo que su existencia sería incompleta si no buscaba encontrar dimensiones secretas a través de la escritura. Eso, confirma ella, es lo que la invitó a escribir.
Para Giovanna existen distintas maneras de abrazar la libertad a la hora de ejercer como escritora, “porque ser escritora en realidad no es una profesión, para mí es un camino de existencia, en ese sentido por ejemplo, podría decir que una de las formas en que yo uso esa libertad tiene que ver con decisiones económicas. El hecho de que me haya apartado de la academia estadounidense, no por completo, pero lo suficiente para haberme dado cuenta de que quería emplear la energía más lúcida de mi tiempo en la escritura implica una decisión económica, porque eso supone ingresos más azarosos a mis propias fuerzas que no son institucionales, ese es un ejemplo concreto de cómo abrazo la libertad en mi diario vivir como escritora”, señala.
Y lo otro, para rematar la idea anterior, es leer el tipo de lectora que Giovanna, quien suele leer por los caminos y senderos por los que la lleva la intuición y el corazón. “Pocas veces me guío por recomendaciones que se repiten mucho, no porque dude de lo bueno que son, sino porque tiendo a tener una cierta rebeldía a la hora de leer. Creo que la forma en que nos postulamos como lectoras del mundo es un ejercicio de libertad”.
Todo en la vida diaria me sirve para ficcionar. Con esa frase Giovanna comienza a responder cuando le pregunto de dónde nacen las historias que ella usa para escribir ficción y no cualquiera, sino esa oscura y tenebrosa que nos propone. Entonces, ella lanza esa frase y continúa diciendo que la vida es un material inagotable de ficción, incluso aquello que nos parece natural, como el hecho de que el girasol busque con el movimiento de la flor la luz solar. “Todo me sirve, soy muy omnívora, aunque hay épocas en la vida en que mi atención está más enfocada a ciertos aspectos, y en ese sentido, algo que me sirve mucho es leer sobre el tema pero no solo desde la literatura, sino desde la parte más práctica, por ejemplo, si estoy escribiendo sobre la vida de un ferretero intentaré conocer cómo se guardan los fierros para que no se oxiden, pero también intentaré entender qué es el óxido y qué es lo que provoca”.
«Para mí es un gran honor poder decir que mi texto tiene el poder de llegar a estas zonas dolorosas de nuestro mundo»
Escribir ciencia ficción para Giovanna no ha sido una decisión de orden consciente, no ha sido una determinación que buscara un cierto efecto en la escritura, de hecho, desde el primer momento en que escribió, a los veinte años, esa suerte de cambio surgió en la escritura, por lo tanto para ella, la ciencia ficción no es un género que abrace por querer sintonizarse con ciertas tendencias, sino más bien es un diálogo entre lo que se pretende racional y lo que lo inexplicable, nos provoca. “Este diálogo entre lo aparentemente racional y lo inexplicable ha estado siempre en mi escritura, de tal modo que la ciencia ficción no es para mí una elección, sino que es parte de los diálogos que establezco en los conflictos de mis personajes”.
Con respecto al recibimiento de la gente hacia sus libros, Giovanna dice que siempre le ha fascinado el tipo de interpretación que surge de las lecturas que puedan hacer las personas desde diversos marcos culturales o generacionales. Cuenta que esa devolución es una de las cosas más ricas que le pueden ocurrir, porque cuando un lector o una lectora le comparte lo que ha sentido, lo que ha visto y le devuelve eso, le parece de una generosidad valiosísima.
“Lo que me pasa es que siento un gran amor, siento una gratitud que me ensancha el pecho y me ayuda a seguir. Me permite recordarme a mí misma que las lecturas suceden en tiempos increíbles, que muchos años después de que publique un libro alguien se me acerca para comentarme lo que sintió de un libro que publiqué hace 10 años, y ahí me doy cuenta de que el tiempo de la lectura y la relación con un texto, es otro, que un tiempo libre que no es mercadotecnia, y ojalá que nunca lo sea porque la lectura y el texto en ese sentido tienen la capacidad de trascender lo inmediato y urgente. Tienen la capacidad de instalarse en un tiempo muchísimo más profundo y más duradero en sus efectos”.
La verdad sobre la crudeza entre la vida y la muerte en los textos de Giovanna es eso: una exploración, algo que no pretende agotar en una novela sino la atraviesan las preguntas, no solo en su existencia. Tal vez, dice ella, sea justamente esa premisa de ser una pregunta abierta lo que incomoda, porque al fin y al cabo hay una interpelación a nuestra fragilidad humana y a cómo nos relacionamos diariamente con esa promesa de muerte que nuestra vida encarna, esa increíble contradicción y ambivalencia y ella cree que es lo ambivalente lo que nos incomoda, el hecho de que la vida para ser tal, tenga que tener una finitud y la muerte aparezca en muchas ocasiones la única puerta hacia lo vital, “entonces si incomoda en ese sentido, para mí es un gran honor poder decir que mi texto tiene el poder de llegar a estas zonas dolorosas de nuestro mundo interior”.
Para comenzar a cerrar la entrevista, le pedí a Giovanna que nos recomendara literatura boliviana que para ella fuese fundamental, considerando también que en este momento existe una gran riqueza en la producción boliviana que conmueve y logra renovar también el paisaje latinoamericano e hispanoamericano.
«Y ahí me doy cuenta de que el tiempo de la lectura y la relación con un texto, es otro, que un tiempo libre que no es mercadotecnia, y ojalá que nunca lo sea porque la lectura y el texto en ese sentido tienen la capacidad de trascender lo inmediato y urgente. Tienen la capacidad de instalarse en un tiempo muchísimo más profundo y más duradero en sus efectos”
Esta pregunta nos llevó a hablar largo y tendido de títulos e historias que yo desconocía, por ejemplo, me dijo, “algunos de los libros recientes que puedo recomendar son Vendrá la muerte y tendrá tus ojos de Magela Baudoin, que es un hermoso libro de cuentos en los que está también la presencia del paisaje pero para connotar un paisaje interior, la fotografía que se imprime en esa retina interior. Majela trabaja imágenes maravillosas, postales maravillosas y recomiendo mucho su libro. También Miles de ojos de Maximiliano Barrientos, que es una apuesta muy atrevida en ciencia ficción, muy futurista y que habla de mutaciones, de este ensamblaje entre la máquina y lo humano y creo que leerlo puede ser muy enriquecedor para ver también hacia dónde se dirige una ciencia ficción escrita desde Bolivia”.
Sobre esta ficción boliviana, Giovanna señala que lo mismo ocurre con el último libro de Edmundo Pasoldán, La mirada de las plantas, en el que Edmundo radicaliza lo que ya viene haciendo desde hace tiempo en ciencia ficción y explora temas que antes nos parecían imaginación pura y que hoy son de una gran urgencia política. El libro de Liliana Colanzi con el que ganó el premio Ribera del Duero recientemente, Ustedes brillan en lo oscuro, que reúne algunos cuentos de distinta extensión, pero creo que más que la extensión lo que importa de ese libro tiene que ver también con las indagaciones muy novedosas que Liliana hace en torno a temas que hoy son una amenaza tremenda, siempre lo han sido, pero hoy se vuelven como de una estremecedora inminencia, como es la radioactividad, la amenaza nuclear.
También recomiendo leer a Gabriel Mamani con dos libros muy interesantes como Seúl Sao Paulo y El Rehén, que son novelas en las que está presente el sujeto boliviano, tensionado por su migración no solo en la lengua, por ejemplo el migrante boliviano en Brasil, sino también por esta migración de la que hemos venido hablando que tiene que ver con quién es el sujeto contemporáneo hoy en un siglo XXI que parece volvernos a todos extranjeros”.
Esos fueron algunos libros de los muchos y muy bellos que según Giovanna están en la oferta de las estanterías, pero antes de irse, quiso terminar recomendando un título que publicaron con editorial Mantis, su editorial junto a Magela Buduán y Mariana Ríos y que recientemente en la feria de Libro de la Paz presentaron: Chubascos aislados de Claudia Michele. “Es un libro de un minimalismo precioso, cuidadísimo y entrañable, son cuentos sobre la vida diaria y lo extraordinario que puede haber en la vida diaria”.
«Lo que quiero es subrayar mi deseo de hacer una escritura profundamente libre y de ser una lectora que lee con libertad”
Existe una categoría literaria, o más bien, un nuevo género literario que al parecer calza perfecto con las obras de Giovanna, más en particular, con su última novela (y primera publicación en Chile), Tierra fresca de su tumba, Esta tendencia, la gótica andina, se caracteriza por el uso de tintes oscuros y terroríficos, propios de lo gótico, y por añadir características autóctonas de la región y su cultura, cuando le comento la comparación, a Giovanna le parece interesante esta etiqueta. Sin embargo, cree que su libro no está del todo cómodo en ella, porque ya la palabra andino involucra un paisaje y unas formas culturales que en realidad no están tan presentes en este libro. “En todo caso, si yo tuviera que ponerle un adjetivo al gótico en relación al paisaje, tendría que decir que Tierra fresca de su tumba está más cerca del gótico tropical porque los personajes que allí aparecen o que huyen de algunos lugares están muy vinculados a ese tipo de horizonte”.
De todas maneras, para Giovanna es más importante sostener que las categorías le generan algo de escozor y explica que las etiquetas o taxonomías en cierto modo son necesarias, sobre todo si se está trabajando desde un artículo académico, por ejemplo, o haciendo una investigación que intenta encontrar puntos de contacto entre algunos libros contemporáneo, pero como lectoras, como escritoras, pensar en la categoría para saber si este cuento ajusta o no allí le parece que no es muy fructífero y que es más bien peligroso.
“Y en este sentido, no es que me sienta o no parte de este ordenamiento de las estéticas recientes, sino lo que quiero es subrayar mi deseo de hacer una escritura profundamente libre y de ser una lectora que lee con libertad”.
Te invitamos a leer una reseña de «Tierra fresca de su tumba» en Revista La Lengua