El mundial de fútbol de 1978 fue un escenario de disputa política y comunicacional. Para la dictadura militar significaba la posibilidad de prestigiar la imagen del país ante las constantes denuncias por las violaciones a los derechos humanos.
Por su parte, para las organizaciones políticas perseguidas y reprimidas, era la oportunidad de difundir internacionalmente esas denuncias.
La FIFA era presidida en ese entonces por el brasileño Joao Havelange, cómplice del régimen dictatorial argentino y así como ayer, hoy, Gianni Infantino, presidente actual de la FIFA, es cómplice en el mundial de Qatar con las graves violaciones a los Derechos humanos de inmigrantes, mano esclava en la construcción de los estadios, con 6,500 muertes.
El mundial de Fútbol Qatar 2022, un evento que desde sus inicios estuvo marcado por violación de derechos humanos con la complicidad de la FIFA.
El mundial de Fútbol de Argentina 78, un evento que desde sus inicios estuvo marcado por violación de derechos humanos con la complicidad de la FIFA.
Durante la dictadura cívico-militar (1976-1983) en Argentina se cometieron violaciones masivas a los derechos humanos contra la población civil: detenciones arbitrarias, ejecuciones, exilios forzosos, torturas, violaciones y abusos sexuales, robo de bienes; ataques a las libertades civiles, políticas y sindicales; censuras, persecuciones de todo tipo.
El escritor Eduardo Galeano y una de sus más grandes pasiones: el fútbol. Leyendas, tragedias, mitos, mundiales, jugadores, entrenadores e hinchas conforman un gran universo que Galeano analiza con su particular mirada y en este caso, su mirada sobre el mundial del 78 y la dictadura militar.
El Mundial ’78 y la “campaña anti argentina”
El mundial de fútbol de 1978 fue un escenario de disputa política y comunicacional. Para la dictadura militar significaba la posibilidad de prestigiar la imagen del país ante las constantes denuncias por las violaciones a los derechos humanos, para las organizaciones políticas perseguidas y reprimidas la oportunidad de difundir internacionalmente esas denuncias.
La Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA), como parte de la comunidad informativa, desplegó una estrategia de vigilancia previa al mundial y durante el desarrollo de la copa. Espionaje tanto en el ámbito nacional como en el extranjero.
De acuerdo a la Comisión Provincial por la Memoria, para el gobierno militar de la época, el mundial era una ocasión para mostrar hacia el exterior la imagen de un país unido, trabajador y fervoroso y logró una exaltación del sentimiento popular y un ocultamiento relativo de los crímenes de Estado.
Sin embargo, para distintos actores y observadores políticos locales e internacionales se constituyó en una oportunidad singular para enfrentar a la dictadura, denunciar sus crímenes y difundir una imagen crítica sobre la situación en el país y sobre el clima social durante el campeonato.
El triunfo del seleccionado nacional no consiguió detener ni deslegitimar las denuncias por los delitos de lesa humanidad perpetrados por el régimen dictatorial. Jugadores como Johan Cruyff y Paul Breitner se negaron a participar y el arquero sueco Ronnie Hellström confesó que, durante su participación mundialista, acompañó a las Madres de Plaza de Mayo “porque era una obligación que tenía con mi conciencia”.
La dictadura se encargó de denunciar estas críticas como parte de una “campaña anti Argentina” o al “Boicot contra el Mundial”.
Antes y durante el mundial de fútbol, y a partir de directivas emanadas de organismos de seguridad, la DIPPBA se encargó de producir y reunir información sobre posibles intentos de sabotear el mundial, durante la ejecución de las obras de infraestructura, en los momentos previos a su desarrollo y de cara a sus instancias definitorias.
Los documentos de la DIPPBA demuestran el control que los servicios de inteligencia guardaron sobre la realización del Mundial: en un amplio y exhaustivo informe la DIPPBA analizaba la posición de Montoneros en relación con el Mundial y advertía: “Es demasiado notorio la preponderancia que la BDS (Banda de Delincuentes Subversivos) le da para la continuación de su política”.
El mismo informe, fechado el 21 de febrero de 1978, bajo el asunto “accionar de la BDS Montoneros con relación al EAM 78”, anuncia en sus conclusiones: “Surge necesariamente la puntualización de medidas que contemplen desde los pormenores hasta las contramedidas las que neutralicen sus propósitos de enlodar y entorpecer el mundial. En tal sentido se considera imperativo anticipar la maniobra prevista, denunciada sobre la base de su origen, ideología y propósitos que persiguen”.
Esta información había sido recogida “como consecuencia de operaciones llevadas a cabo en la República Oriental del Uruguay, que dieron como resultado la detención de [miembro de Montoneros] y en base al análisis de documentación secuestrada”.
Antes y durante el mundial de fútbol, y a partir de directivas emanadas de organismos de seguridad, la DIPPBA se encargó de producir y reunir información sobre posibles intentos de sabotear el mundial y sobre el contacto de los exiliados con la prensa internacional para difundir la denuncia de una “feroz dictadura militar que hambrea y reprime al pueblo”, según el análisis que los propios servicios de inteligencia realizan sobre el pensamiento de Montoneros.
Todos los elementos de sospecha sobre el supuesto boicot al mundial se presentan con claridad en el legajo de la SIDE Nº 10505, del 26 de octubre de 1977, elaborado sobre la base de información de Contrainteligencia valorada como B2, es decir, de fuente “normalmente” confiable y “muy probable”.
El documento catalogado como Parte de Información Nº 20/77 (C/Icia), y para poner en conocimiento del “Director de Informaciones de la Policía de la Pcia. De BS. AS.”, lleva el asunto: “Instrumentación de una campaña de acción psicológica tendiente a obstaculizar el campeonato mundial de fútbol 1978”.
En el informe presentado, luego de tener conocimiento de que “Delincuentes Subversivos (importantes miembros de la BDSM “Montoneros”) mantuvieron entrevistas en Suecia con dirigentes de organismos internacionales afectados a la ‘Defensa de los Derechos Humanos’”, se definen los objetivos “que persiguen grupos extremistas argentinos afincados en el exterior: a) Intención de incidir e influenciar a representantes de Gobiernos Extranjeros, un tanto afines a la ideología que profesan los grupos de Delincuentes Subversivos argentinos, en el sentido de disponer la no participación en el torneo de referencia; b) Intención de generar en Argentina durante los meses previos a la iniciación del Certamen Mundial, acciones que alteren el orden público, con la finalidad deliberada de provocar la intervención de las FF.LL. [Fuerzas Legales] y capitalizar psicológicamente eventuales actitudes represivas; c) Intención de ejercitar eventualmente algún secuestro y/o atentado físico directo contra algún miembro diplomático extranjero acreditado en el país, y d) Intención de difundir en distintos estadios de fútbol de países del exterior, líbelos incitando a los espectadores a no viajar a la Argentina en oportunidad del Certamen Mundial, esgrimiendo causales orientadas a crear una falsa imagen sobre la situación político-social-económica de Argentina y la falta de garantías individuales”.
La preocupación por la campaña de denuncia generó estrategias de previsión especiales sobre la prensa internacional, tal como lo demuestra un informe elevado por la delegación de Capital Federal, fechado el 3 de mayo de 1978 y con valoración A1 de la información que refiere al nivel máximo de confiabilidad.
En el informe se advierte que “casi la totalidad de los periodistas desarrollarán sus tareas como atentos observadores de la situación interna que vive el país en relación a los derechos humanos” y agrega: “Cabe acotar lo siguiente: en especial, se trataría de periodistas franceses y austríacos, sin descartarse los de otra nacionalidad; vienen con la consigna primaria de seguir atentamente todas las actividades de cuando personal uniformado encuentren en la calle; por cada nota, por insignificante que sean, en las que se hagan referencias a un ‘abuso de autoridad’ y que sea registrada gráficamente, a cada periodista le reportaría la suma del orden de los u$s3.000 a 5.000”.
Ver también:
El MUNDIAL de Argentina ’78 y la DICTADURA MILITAR | HISTORIA PARA PENSAR (Apología de la Historia)
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