Ante la desaparición de mi hija Irene, no me resigné. El fin de la resignación implicó transformarse de madre abnegada de siete hijos, en Madre de Plaza de Mayo: implicó darme cuenta de que lo que me pasó a mí formaba parte de una realidad de muchos, de una realidad social, política, económica y que mi respuesta a esa realidad individual no podía hacerse desde mi condición de madre, sino de Madre de Plaza de Mayo.
Todo este proceso fue liberador en un sentido, pero muy doloroso. Por el dolor de la desaparición de Irene, por el dolor de las rupturas. Pero también permitió, en un plano personal, que pueda pararme desde otro lugar. Y en un plano social, aportar un pequeño granito de arena a la lucha por la verdad y la justicia.
Las palabras de Aurora Zucco de Bellocchio la autodefinen: ha sido una luchadora incesante y de enorme lucidez por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Su legado nos seguirá iluminando ante los nuevos desafíos.
Aurora era la madre de Irene Inés Bellocchio, quien fue secuestrada en su domicilio, el 5 de agosto de 1977, junto a su compañero Rolando Víctor Pisoni. El hijo de ambos, Carlos, tenía 37 días de vida y fue salvado por una vecina, antes de ser secuestrado, quien lo restituyó a Aurora.
Irene Bellocchio era delegada gremial del Banco Galicia y militaba en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Rolando era dibujante, estudiaba ingeniería en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y formaba parte de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Fueron vistos en el Centro Clandestino de Detención (CCD) «El Atlético», hasta el 20 de septiembre de 1977, momento en que se presume que fueron asesinados. Hasta la fecha, permanecen desaparecidos.
En 1981, Aurora se fue del país con su nieto. Cuando regresó, en 1984, ingresó en Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Por el secuestro de su hija, Aurora declaró el 20 de diciembre de 2009, en la causa del Circuito Atlético-Banco-Olimpo.
En 2011, fue declarada Personalidad Destacada de los Derechos Humanos por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde se destacó: «como todas las Madres, fue y es una luchadora incesante por los Derechos Humanos». «Nacida el 7 de enero de 1922, continúa incansable y sin doblegarse la búsqueda de su hija Irene Bellocchio, de su compañero Rolando Pisoni y de todos los desaparecidos», señalaban los fundamentos de la distinción.