Organizaciones medioambientalistas y expertos en biología marina instan a aplicar medidas para la conservación y protección de los océanos y de las especies que habitan en ella, ante los graves daños que están generando las plantas desalinizadoras al medio ambiente.
Las plantas desalinizadoras se han utilizado en Chile como una medida para combatir la actual sequía que está afectando al país. Estas industria, se ha posicionado como la mejor solución para poder afrontar la escasez hídrica, que mantiene a varios municipios en estado de alerta.
No obstante, hasta la fecha, no se ha evaluado como la industria de la extracción del agua de mar puede producir efectos a la biodiversidad marina, refiere un artículo de opinión de LaRadiodelSur.
Por ejemplo, el año pasado se inauguró en la región de Atacama, la primera planta desalinizadora estatal de agua potable, con el fin de garantizar agua a más de 220.000 personas, no obstante; los procesos que se usan con la expulsión de residuos – tras el procesamiento del agua – genera un fuerte impacto en el fondo marino.
En total, Chile cuenta con 23 plantas desalinizadoras, de las cuales 14 son usadas por la industria y la minería.
Para la bióloga marina y miembro de la Fundación Terram, Elizabeth Soto; el método utilizado puede atrapar a los organismos marinos, hasta causarles la muerte.
“Los organismos marinos pueden ser arrastrados, atrapados o incluso morir; pueden lesionarse o debilitarse; dependiendo de la especie, fase de crecimiento y etapa del ciclo de vida; conllevando a efectos potenciales sobre la pérdida de abundancia y diversidad, así como cambios en la distribución relativa de los organismos en el ambiente afectado”, argumenta Soto, citada en el artículo de opinión.
Los residuos que expulsa las plantas desaladoras contienen químicos tóxicos para el medio ambiente. Es más, un estudio realizado por la Universidad de Naciones Unidas (UNU), señaló que la salmuera estaba compuesta por 5% de sal con toxinas como cloro y cobre, un 1,5% más de lo que contiene un agua marina común.
“El océano está sometido a numerosos factores estresantes, derivados de un uso abusivo por parte de los seres humanos, y de ser instaladas indiscriminadamente y sin los adecuados cuidados, las plantas desaladoras podrían sumar a deteriorar aún más la salud de los ecosistemas marinos, de los organismos que viven en ellos y de los procesos oceánicos que permiten la vida en la Tierra”, recalcó la bióloga de la Fundación.
No solo el medio ambiente: La pesca artesanal también corre peligro
Considerar que la desalinización del agua es la única solución para la escasez hídrica, pone en alerta a diferentes organizaciones, debido a que también afecta a la pesca artesanal.
Para la directora ejecutiva de la ONG Ocean Chile, Liesbeth Van Der Meer; estos métodos acaban con las especies y podría afectar la pesca artesanal, por lo que es necesario realizar un «catastro acabado de las zonas donde existen corrientes circulares» para evitar que se originen salmuera.
“Un ejemplo emblemático es lo que ocurre en Mejillones donde, hoy en día, el mar tiene un color característico de tono turquesa. Ello ocurre porque no hay surgencia: el agua es cristalina, sin vida y eso es lo que nos preocupa a nosotros sobre lo que pueda pasar con la pesca artesanal. Se perdieron las especies y, es básicamente la devolución de la salmuera, lo que hace estos ecosistemas estériles”, explica la directora de la ONG, citada por LaReddelSur.
“Hay que pensar que la vida marina se encuentra principalmente dentro de las primeras diez millas, es ahí donde se reclutan los peces y donde viven su vida juvenil, por lo que si alteras ese espacio, después no vas a tener pesquerías sustentables en alta mar. Hay que entender que esto es un ecosistema en que la afectación va a ser en su totalidad y no solamente en el punto donde se produzca la descarga de salmuera”, añadió.
Ante esta situación, se está trabajando en un proyecto para que las decisiones que se tomen con respecto a las plantas desalinizadoras sean aprobadas tras investigaciones científicas.
“La propuesta, es que hay que incluir a la ciencia para que la actividad sea sostenible socio ecológicamente: desde el punto de vista del consumo humano, la actividad productiva y la ecología. La idea, es justamente guiar un poco la toma de decisiones, la política pública, basándonos en evidencias científicas, para ver dónde es más idóneo o no este tipo de plantas”, puntualizó el investigador del Centro de Estudios Avanzados de Zonas Áridas (CEAZA) de la Región de Coquimbo, Víctor Aguilera.
Para Aguilera, es importante que todas las actividades que del ser humano y que tengan interacción con el medio ambiente, deben ser evaluadas, para que este no se vea afectado.