El pasado 5 de noviembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició la gira, quizás, más importante de lo que va de su administración: en 10 días visitará Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas, con una agenda en la que busca lograr acuerdos con el gigante asiático -que tras el XIX Congreso del PC chino planteó su objetivo de seguir abriéndose al mercado y mantener el cerrojo a la política interna-, y poder establecer un cerco a las pruebas nucleares de Corea del Norte.
La gira de Trump por el sureste asiático se enmarca en su participación en la Cumbre de la Apec, Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que lo reinserta en la arena internacional y pone a prueba su capacidad para sacar del aislacionismo a Estados Unidos en esta materia. Desafío no menor, ya que en el encuentro multilateral debe encontrarse con el támdem chino-ruso, que hasta ahora ha tenido control de la agenda internacional.
La visita del presidente norteamericano es significativa no solo por los compromisos diplomáticos que significa -ya sea para APEC, las relaciones con China o la señal positiva hacia Corea del Sur o Japón- o por la capacidad que tenga para ejercer presión a Corea del Norte, sino que es la más extensa realizada por un mandatario estadounidense en los últimos 25 años.
Y claro, muy al estilo Trump, la gira tiene notorios simbolismos con los que el líder republicano busca: primero, mantener la tensión en la zona y, segundo, dar cuenta del potencial con el que cuenta Estados Unidos para tiempos complejos, cosa que demostró con el establecimiento en las aguas del Pacífico Occidental de sus más poderosos portaviones -Nimitz, Theodore Roosevelt y Ronald Reagan- los que con sus respectivos submarinos, destructores, acorazados, misiles y cazabombarderos, se convierte en la mayor concentración de la Armada estadounidense en la región en 10 años.
Para el analista y académico de la Universidad de Chile, Gilberto Aranda, la gira «no es un movimiento imprevisto sino que es parte del itinerario de participar en el foro económico más importante del mundo”. Junto con eso, agrega que Trump “aprovecha las circunstancias de la gira para dar un espaldarazo a sus aliados, dejando en claro que no los dejará solos ante un posible uso de la fuerza de Corea del Norte, o sea, renueva su alianza”
El mensaje inicial es claro: se busca reforzar el liderazgo estadounidense en la región.
Japón y Corea del Sur, los protegidos de Trump
Con la crisis a partir de las pruebas atómicas de Corea del Norte, junto con los constantes dimes y diretes entre Kim Jong un y Donald Trump, la posición de los aliados de Estados Unidos es compleja ya que se encuentran -literalmente- a tiro de las baterías misilísticas norcoreanas.
Por ello, la primera parte de la gira del presidente estadounidense viene a reforzar el compromiso con sus aliados -con lo que se puede entender el dispositivo militar esparcido por el Pacífico-, frente al tenso escenario que se desarrolla en la zona.
Y Trump lo dejó claro, muy en su estilo por cierto, durante su visita a Japón: «Creemos que tenemos que reforzar la capacidad defensiva de Japón tanto en calidad como en cantidad. Se trata de un montón de puestos de trabajo para nosotros y un montón de seguridad para Japón».
“No nos subestimen y no nos pongan a prueba. Defenderemos nuestra seguridad común, nuestra prosperidad compartida y nuestra sagrada libertad”, dijo en un tono más duro el presidente norteamericano en su visita a Corea del Sur. Y agregó que “Estados Unidos no busca un conflicto, pero nunca lo rehuirá”.
Al respecto, el consejero de Seguridad Nacional, Herbert R. McMaster, sostiene que la gira presidencial es expresión de que “el presidente reconoce que estamos corriendo contra el reloj y que necesitamos que el resto de naciones haga más”.
China, el premio mayor
Es la estación más delicada de la gira asiática de Donald Trump. La visita a China, la contraparte estadounidense en la disputa de la hegemonía mundial, tiene aristas comerciales, geopolíticas y militares que pueden significar la el aumento o disminución de las tensiones en la región y, por cierto, en el resto del orbe.
Este miércoles 8, Trump aterrizó en Beijing con el fin de pactar con China una serie de acuerdos comerciales y, quizás el tema más importante, conseguir que el gobierno de Xi Jinping se abra a tomar medidas concretas respecto de Corea del Norte.
Para Gilberto Aranda, el paso del extravagante mandatario estadounidense “es una ocasión importante, porque venimos saliendo del Congreso del PC chino, que reforzó el liderazgo de Xi”. Además, el académico de la Universidad de Chile sostiene que la carta de presentación de China es la definición de «seguir adelante con el proceso de apertura económica y, a la vez, mantener la cerrada línea política de control absoluto de la disidencia al interior del territorio”
En materia comercial, China se encuentra, al menos, un par de escalones más arriba que Estados Unidos. Mientras en 2016 el gigante asiático registró un crecimiento del PIB del 6,7, la potencia occidental sólo alcanzó el 1,6%, el más bajo desde 2011. Hecho que se comprueba en los desequilibrios de la balanza comercial de ambos países, donde los chinos llevan larga distancia.
“Washington se reúne con Xi Jingpi para acordar una serie de cuestiones que sobrepasan la situación de Corea del Norte, está la balanza comercial, patentes, situación de las inversiones”, explica Aranda. Al mismo tiempo, sostiene que el conflicto de la península coreana puede convertirse en moneda de cambio para conseguir un acuerdo entre las potencias.
“Hay que reconocer que estará presente en la mesa la cuestión de Corea del Norte. EEUU tiene claro que el único país capaz de presionar a Kim es China», explica el analista, quien además recalca que «el concepto de moneda de cambio aparece, porque cualquier acuerdo pasará por la acción de Beijing sobre Pyongyang”.
Por lo tanto, los resultados de la gira dependerán de como los líderes de las superpotencias manejen la negociación, en especial en el caso de Corea del Norte, ya que “este elemento será fundamental para cualquier posible acuerdo”.