Antes que se nos olvide, porque los chilenos somos apresurados para olvidar, me gustaría recordar que los ricachones de la derecha dura de este país se referían a la entonces Presidenta de Chile como “la Bachelet”. Nunca Su Excelencia, ni la señora Presidenta, nada de eso. Simplemente “la Bachelet”. A mí me sonaba insolentón ese tratamiento. Cuando menos, despectivo. En una ocasión reciente tuve la dudosa suerte de quedar sentado al lado de un tardopinochetista “neoconserva” y le hice notar ese parecer mío. “No hombre, está usted equivocado”, me dijo con esa voz tan de ellos, que parece que tienen un huevo metido en la boca cuando hablan. Y me explicó que más que trato despectivo todo se resumía a que ellos son muy “campechanos” para el trato. Del mismo modo como dicen “el fulano” o “la fulana”, en los casos cuando hay que mencionar a alguien por el apellido sin nombre propio conservan el artículo para definir su género. Eso es todo. La Bachelet. Y listo.
A mí la explicación me pareció coherente. En consideración de lo cual, y para conservar la coherencia y reforzar y extender democráticamente el lenguaje campechano, propongo a la patria del Bicentenario que de acá en adelante y hasta el término de su mandato, nos refiramos al Presidente Piñera simplemente como “el Piñera” .
Ojalá que la moda se expanda y no sólo seamos unos poquitos, como diría Monseñor Errázuriz.
Es más, en el buen decir campechano la señora de alguien importante se suele escuchar que la llaman la “iñora”. En este caso, la Primera Dama tiene un esposo importante, pero no pega decir , por ejemplo, “no está confirmado si el Piñera y su iñora concurrirán al Te Deum Bicentenario con chaquetas coloradas”. Lo que procede y resulta más coherente (ya que estamos en eso) es convertir el iñora en un vocablo más personalizado, que la evoque a ella y no a otra iñora. Y lo perfecto en este intento es añadirle, apostrofada, la P de Piñera: P´iñora.
Perfecto: el Piñera y la P´iñora.
Bien campechano. Bien achilenado.
Justo para el Bicentenario que anda en busca de ideas que no necesiten presupuesto.
Y me despido con una frase para el bronce(ado).
Es duro ser periodista, pero sospecho que más duro sería trabajar.
Por Alejandro Arellano Allende