«Nunca pensé que vería y tendría confirmadas imágenes de terroristas decapitando a niños». Con estas palabras, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se refirió al ataque perpetrado por Hamás al kibutz de Kfar Aza el pasado fin de semana, el cual culminó con cientos de civiles asesinados.
Los dichos del mandatario estadounidense llamaron la atención de la comunidad internacional, esto debido a que la noticia de los supuestos bebés decapitados por Hamás no había logrado ser confirmada por ninguna fuente independiente. Sin embargo, Biden aseguraba haber visto las imágenes con sus propios ojos.
Horas más tarde, la Casa Blanca emitió un comunicado para hacerse cargo de la preocupación que generaron las palabras del líder demócrata. Allí aclararon que «ni el presidente ni funcionarios del Gobierno han visto las imágenes o han podido confirmar los reportes de forma independiente».
Además, el comunicado señala que las declaraciones de Biden se basaron en información entregada públicamente por el gobierno israelí.
Pese a las declaraciones de Biden y el posterior desmentido de la Casa Blanca, la historia de los supuestos lactantes decapitados en Israel sigue estando llena de incógnitas. La noticia comenzó a circular luego de que una reportera de la cadena i24 News asegurara durante un despacho en vivo que las fuerzas armadas israelíes habían encontrado 40 bebés decapitados en el kibutz de Kfar Aza.
Los hechos fueron replicados de forma inmediata por otras cadenas de noticias, pero hasta la fecha ninguna fuente del Ejército israelí ha confirmado la veracidad de estos hechos, y tampoco lo ha hecho ninguno de los otros periodistas que estuvieron ese día en Kfar Aza.