Los responsables de una de las mayores crisis económicas en la historia buscan las soluciones golpeando a los sectores más débiles. Los apóstoles del sistema, los que consideran a este asunto neoliberal ya una religión, nunca llegaron a suponer que el descalabro alcanzaría tales proporciones. Y si en algún momento se imaginaron esta variable, ese caso está y había un Plan B para salir del atolladero, y es el que ahora se está decantando.
Nada más fácil. Consiste en que todos les presten dinero a la banca. Y para que así funcione entonces hay que equilibrar, en palabras sencillas es recortar los salarios, bajar los sueldos, congelar las pensiones y jubilaciones, disminuir las ayudas sociales, porque que nadie se engañe, rara paradoja los pobres salvando el pellejo de los ricos.
Las nuevas generaciones vivirán de manera más precaria que las actuales, y vivir con un futuro incierto y más encima hipotecado es sencillamente inaceptable y algo debe levantarse. Se debe necesariamente y de manera indispensable salir al paso de tamaña iniquidad, como una cuestión de sobrevida sencillamente por eso para empezar… y ahora.
En épocas de crisis violentas, hablo de las anteriores, cuando se venían abajo empresas, negocios, como si fueran castillos de naipes, cuando las acciones se convertían en papel picado, los gerentes, los responsables, sus accionistas solían tomar el camino del suicidio, esta vez no ha sido así, han habido lamentablemente menos suicidios, los escritorios no quedan manchados con la sangre que mana borbotones de uno de los dos lados de la lúcida cabeza del o de los gerentes. Se salvan las mullidas alfombras de quedar con los sesos desparramos como si de una manzana madura lanzada a la muralla se tratara. En los diarios la página de obituarios, solo los recuerda por su muerte natural, que dada la gravedad del problema financiero, hubiera sido mejor… la artificial.
Que lejos queda aquella dorada época en que desde los pisos elevados de Wall Street esos personajes volaban en trayectoria directa tratando de llegar al suelo, aquellos, los ejecutivos con sus maletas llenas de avaricia. Las veredas donde están el Morgan Stanley o el Goldman Sachss no hubo necesidad de limpiarlas de sangre. Inútil esfuerzo era tratar de que un contribuyente pudiera identificar a sus apóstoles buscando el vuelo rasante desde el balcón de un edificio, habían optado por el Plan B, era más fácil.
Y en este calamitoso estado mundial entonces llegan las reuniones de las autoridades superiores, esas que vemos en los noticieros de la televisión, cuando se reúnen los presidentes hay que ponerse a temblar, con esas caras de preocupados para encontrar soluciones a la crisis y claro, lo que no vemos son las reuniones de los banqueros, esos otros que son los principales responsables de toda esta parafernalia que va de un lado al otro del planeta, silencio absoluto, no están.
Pero los millonarios si dejan ver sus palabras, sus problemas y sus anunciadas soluciones. Para ello están las explicaciones de los Ministros de Economía, ellos son la mejor vocería de la fortuna.
No hay que llamarse a engaños.
En estos “malos tiempos” hay grandes conglomerados que se lanzan al mercado para hacer beneficios de la crisis, que no es otra cosa que seguir robando aun más a millones de personas, la bolsa de valores no está sujeta a la presión arterial, se condiciona y funciona por la usura, la ambición, la gula económica, digamos pecadillos veniales confesables y canjeables… a bajo rezos. Los mismos matones económicos.
Y todos mirando el precipicio, todos en el borde. Llegan las reuniones de alto nivel. Los presidentes se ponen a discutir y cuando sucede esto hay que tener más miedo, aquí la letra chica desaparece es lisa y llanamente la letra grande y gorda. El mundo que uno quiere o supone que se va a discutir no tiene nada que ver con la realidad. Los presidentes se ponen de acuerdo para salvar a los canallas, a los especuladores, a los ladrones, embaucadores, algunos de ellos convertidos en presidentes, pequeños principillos que cenan con hígados ajenos.
Los presidentes no tiene la capacidad de firmar un documento que diga claramente, que explique a los millones de ciudadanos que esta crisis se debió a que unos cuantos miserables que tenían miles de miles, de miles, de miles de millones de dólares y euros, estuvieron cerca de la ruina, entonces el mundo se asustó, era incomprensible que esos pobrecitos multimillonarios se acercaran peligrosamente a la pobreza, y hubo que salvarlos y se les está ayudando para que se salven, en eso están por estos tiempos los presidentes.
Cuando los negocios para el gran capital van bien, parece que el mundo no se nota ni siquiera que gira, todo es perfecto. Los países ricos explotando a los países pobres, el 20% del planeta viviendo con el usufructo de la explotación el 80% del resto del mundo. Extraño que sea justamente en este periodo que la industria de armamentos no ha sido tocada, sigue generando beneficios, España por ejemplo, aumentó en un 44% sus ventas de armamento en el peor año de la crisis, 2009.
Y la calle en Europa se llena de manifestantes. En Rumanía para citar un caso dramático, se recortará un 25% del salario de los empleados públicos, las pensiones se van a cercenar en un 15%. En Italia los trabajadores salieron a la calle y mostraron su fuerza para rechazar un recorte del presupuesto de 25.000 millones de euros en dos años. En Grecia los socialistas se alinearon para sostener que el programa de recortes es necesario y se acabó, la clase obrera queda en la calle, así de sencillo. En España se congela el sueldo de los empleados públicos, no se aumentarán las pensiones, los socialistas más a la derecha que la derecha, una de las más corruptas de Europa. Todos rumbo a la barbarie. Nadie pide, nadie solicita, nadie ruega… todos exigen.
El famoso G8 reunido en Toronto concluye: “Nosotros el G8, estamos decididos a ejercer liderazgo y a cumplir con nuestras obligaciones”. De pobreza, nada, cambio climático ni media palabra, de energías renovables, silencio, de la cuestión nuclear, algo se dijo pero poco, en suma lo determinante es salvar el dinero y a los banqueros, el dinero está en los bancos… que sencillo, fácil y bonito.
Desmontar el modelo no es tarea fácil pero tampoco imposible, buenas luces son la fisuras por las cuales pueden colarse alternativas donde la participación sea el protagonismo de manera efectiva, bien sostenida y levantando programas concretos. Se necesita de manera indispensable que los actores principales de la sociedad den los pasos para acercarnos al desmantelamiento del excluyente sistema. Sin que aquello suceda, no nacerá el país que tanto esperamos todos, ese, participativo, solidario y democrático.
Por Pablo Varas