“La estrategia para enfrentar a los grupos organizados de tráfico ha sido extremadamente contraproducente al basarse en modelos que replican el prohibicionismo y la criminalización de consumidores”, así se asevera en el actual Proyecto de Ley que busca actualmente la Despenalización del Autocultivo de Cannabis Sativa en Chile y que recientemente ha sido reactivado en la Comisión de Salud del Senado. Una frase concisa pero que guarda en sí años de lucha y debate en torno a las políticas emanadas desde la administración de Nixon y que fueron repartidas por Latinoamérica como dulces. Enhorabuena, Chile se ha abierto cada vez más, fruto de un cambio gradual más no débil, de su idiosincrasia, en donde los rasgos moralistas y conservadores de los años de Dictadura cada vez se hacen más inútiles frente al debate aireado y cotidiano sobre lo que pasa en las calles, en la población, en la universidad y que compromete a miembros de nuestra familia, nuestros vecinos o nuestros profesores.
El último caso emblemático fue el del Dr. Milton Flores, director del Instituto Triagrama, quien fue acusado de usar y cultivar marihuana teniendo que enfrentar el juicio en el Tribunal de San Bernardo. El destacado siquiatra que ha ocupado varios años de su vida en estudiar los efectos de la Cannabis y que contó con el apoyo del Colegio Médico de Chile no dudó en enfrentar corajudamente a la Fiscalía con un arsenal de argumentos en reivindicación de la marihuana, y más allá del Juicio Oral, el profesor terminó defendiendo a los miles de consumidores del país que ya no están dispuestos a tolerar con la cabeza gacha una legislación terriblemente incoherente en donde al consumidor tolerado por la ley vigente se le abandona a merced del mercado negro. A él se suma el último caso de Ariel Mateluna, conocido actor de la película Machuca, cuyo hermano advirtió la criminalización que cae gratuitamente sobre los consumidores acusándolos de narcotraficantes, señalando que es todo lo contrario, que el autocultivo es precisamente una herramienta contra el narcotráfico: “Consumo y planto en mi casa para no ir a comprar en la población y darles a los traficantes la plata que yo transpiro”, dijo.
La actual estrategia en la lucha contra el narcotráfico de marihuana en Chile ha tenido resultados mediocres, ha impuesto una situación de desinformación en la sociedad, ha generado estigmatización y abandono a consumidores problemáticos y ha degradado la acción del Estado poniéndolo en contra de los usuarios y malgastando los recursos que bien podrían ir dirigidos a mejorar la oferta sanitaria, la seguridad y la educación; argumentos que han sido expuestos no sólo por consumidores, sino que por la propia sociedad en espacios de reflexión. Ya que la lucha por el Autocultivo de Cannabis Sativa ha dejado de ser exclusiva de los consumidores sino que ya corresponde al ámbito de la propia cultura democrática que queremos para Chile y en cuya construcción queremos participar todos y todas, ya que se inserta en la discusión sobre la generación de las condiciones necesarias por parte de las instituciones públicas para que un ciudadano opte libremente por utilizar sustancias como la Cannabis Sativaya sea con fines terapéuticos o recreativos. Ello al amparo de la evidencia científica, en donde se ha demostrado que un consumo responsable no atañe peligros para un sujeto y que por eso en 6.000 años no ha existido ningún caso clínico de muerte atribuible exclusivamente a la marihuana, a diferencia de drogas legales como el tabaco y el alcohol.
Es por ello que cada día somos más los que trabajamos el tema y que confiamos en que el Parlamento y el Senado estarán a la altura para enfrentar este tipo de cambios, ya que el tema de la despenalización llegó para quedarse.