La miliciana de Waswalito: un símbolo de la Revolución Popular Sandinista que dio vuelta al mundo
La historia de aquella joven campesina de sonrisa franca con su hijo al pecho y fusil al hombro, que representó la imagen ícono ante el mundo en los años 80 de la Revolución Popular Sandinista.
Blanca del Socorro López Hernández nació en 1963. Mujer campesina cooperativista y miliciana nicaragüense.
Blanca López Hernández es la protagonista de la fotografía realizada por el fotógrafo nicaragüense Orlando García Valenzuela titulada La miliciana de Waswalito, en la que posa sonriente dando el pecho a su hijo Antonio cargando un fusil AK-47 al hombro. Esta imagen se convirtió en icono de la Revolución Nicaragüense. En ella se combinan la ternura, la determinación de la lucha y la esperanza en el futuro que fueron estandarte de la Revolución Sandinista. Nicaragua fue aquella joven armada con su hijo al pecho.
La fotografía se sacó en el de 1984 en la comunidad rural de El Naranjo en Waswalito, Waslala, municipio de Región autónoma de la Costa Caribe Norte en Nicaragua, aunque atendido política y administrativamente por el departamento de Matagalpa, en un acto de distribución a los campesinos de armas para la defensa por las acciones de la contra, grupos armados contra el gobierno nicaragüense organizados y financiados por los EE.UU. Ese mismo año la fotografía fue tomada como imagen oficial de la Campaña Mundial de Solidaridad con Nicaragua y dio la vuelta al mundo como imagen de la Revolución.
La Campaña Mundial de Solidaridad con Nicaragua reconoció que recaudó importantes fondos para el gobierno sandinista, intentando romper así el acoso internacional al que estaba sometido el país tras la caída de Anastasio Somoza Debayle.
“Las mujeres nicaragüenses fueron miembros clave del ejército revolucionario. Lucharon en el frente de batalla, fueron líderes de unidades y hacia finales de los años setenta, conformaban el treinta por ciento del ejército Sandinista. Una imagen en particular, una fotografía tomada en Matagalpa en 1984 por el fotógrafo nicaragüense Orlando Valenzuela a una combatiente Sandinista titulada «Miliciana de Waswalito» o «Madre armada y niño» llegó a ser conocida internacionalmente (…)”, señala así la autora Penélope Plaza Azuaje, quien publicó el 2010 un artículo denominado: “Madre armada y niño. Representación de la Mujer Nueva en los murales de la Revolución Sandinista en Nicaragua”
MLR-F realizó una entrevista a quienes son protagonistas de esa fotografía, dando cuenta de los detalles de esta historia que se comparte en extracto, a continuación:
La miliciana de Waswalito
Blanca López Hernández posa con su hijo José Antonio López Pérez y la fotografía de «la miliciana de Waswalito» en la que ambos aparecen.
Una imagen siempre cuenta una historia y, en algunas ocasiones, se vuelve parte de la Historia. Esto sucedió con la fotografía conocida como La miliciana de Waswalito, captada por el reportero gráfico Orlando Valenzuela en 1984. En aquel retrato, que en aquellos años se volvió un símbolo de la Revolución Popular Sandinista a nivel global, una joven sonriente y de cabello largo da el pecho a su bebé mientras carga un fusil en el hombro.
Blanca López Hernández está sentada en el patio de su casa en la comunidad rural de Waspado, Siuna. Conversa animadamente y de pronto manda a traer un cuadro a la vivienda de madera. Sus nietos aparecen con la foto de “la miliciana” y la colocan junto a la silla donde está sentada. Ella sonríe. Es la misma sonrisa de la muchacha de la imagen. Décadas después aquella joven madre es una mujer madura y su pelo largo ahora tiene algunas canas, pero su sonrisa permanece intacta.
Un día de lluvia y de reconocimientos
La miliciana de Waswalito, que en realidad se llama Blanca López Hernández, comenta que el día que le tomaron aquella foto estaba lloviendo y por eso su cabello luce mojado. Ella tenía 19 años, era líder de la Juventud Sandinista en la zona norte del país y fue a la comunidad El Naranjo, ubicada entre Waslala y Siuna, a la inauguración de una cooperativa.
“A mí me llaman a presidir el acto porque yo era presidenta de la Juventud Sandinista, pero como a él (su hijo) lo tengo tiernito, no subo porque además estaba lloviendo. Ese día me dieron la militancia del Frente Sandinista y cinco reconocimientos. Cuando el acto terminó, agarré al niño que estaba llorando y le fui a dar de mamar. Entonces me avisaron que estaba un muchacho tomando fotos y un compañero de apellido Acuña me dijo que me iba a prestar su AK porque yo era una miliciana”, rememora López.
El muchacho que estaba tomando fotos se llama Orlando Valenzuela y, según la revista Magazine, había empezado su camino en la fotografía apenas cuatro años antes de tomar aquel retrato. Él se encontraba aquella mañana en El Naranjo porque era reportero y fotógrafo de la revista Los Muchachos, una publicación de la Juventud Sandinista 19 de Julio.
Una sonrisa que dio la vuelta al mundo
La foto de la miliciana no se quedó solo en la revista Los Muchachos, pues su sonrisa se convirtió en la imagen de la Campaña Mundial de Solidaridad con Nicaragua. Aquel movimiento de apoyo a un país empobrecido y ensangrentado por una guerra civil, fue un éxito. Blanca, con su soltura para hablar, dice la cifra y se ríe: “250 millones de dólares entraron y yo sigo a pie”.
El número es correcto. La revista Magazine menciona que entre 1985 y 1989 Nicaragua recaudó un promedio de 250 millones de dólares anuales en ayuda de todo tipo, personal y material. No obstante, la joven madre que figuraba alrededor del mundo en murales, exposiciones, revistas y carteles con frases en inglés, francés, portugués no obtuvo ningún beneficio al respecto. De hecho, su panorama de vida se volvió cada vez más sombrío.
Un mes después de que Valenzuela la captara, fue secuestrada por la Contra, luego de ser liberada, se dedicó a trabajar, luego tuvo que huir con su familia por un tema de deudas y además ha visto morir a cinco de los quince hijos que tuvo. En 2010, cuando los periodistas José Garth y Erika Gertsh la visitaron para realizar el reportaje de Magazine, su desamparo era tal que ni siquiera tenía una casa propia.
“¡Deciles que estamos vivos!”
En la casa de madera pintada de verde está el hijo de Blanca que es el bebé de cuatro meses que ella carga en la foto. Se llama José Antonio López Pérez y ahora tiene 36 años. Es administrador de empresas, periodista y tiene la misma sonrisa amplia de su madre.
“Cuando él ya fue licenciado, yo le dije que buscara un trabajo, pero que antes buscara la foto, que llamara a alguien, que dijera que estábamos vivos porque en una canción popular hasta nos daban por muertos”, explica López.
Aquella llamada que por nervios José Antonio no quería realizar, derivó en la visita de los periodistas de Magazine y sacudió incluso los recuerdos de Fabián Medina, editor de la revista, quien contó en esa edición de mayo de 2010 que, mientras estudiaba en Barcelona, España se tomó una foto con la imagen de la miliciana plasmada en un gigantesco mural.
Blanca platica sin parar y ríe con frecuencia. Del momento de la fotografía no ha olvidado nada, hasta relata que el hombre que sale detrás de ella, de espalda y con gorra, fue muerto en combate al mes de tomada la imagen. Su buena memoria deja espacio para una última pregunta. “¿Qué la hizo sonreír tanto en ese instante?”. Ella responde sin dudar: “¡Es que me estaban haciendo chistes porque el AK era prestada y yo les decía que sí, que me iban a fotografiar con un arma prestada cuando tenía seis en mi casa!”.
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