Ayer, cerca de las dos de la mañana, una amiga derechista hasta los huesos, me llamaba y ofrecía su apoyo y el de su familia. Era un apoyo que iba más allá del voto, para ser honesto, me daba fuerzas, para no abandonar el proyecto. Algo sabrá ella que yo desconozco. Pero sin embargo concordamos en que el retroceso y el asistencialismo han superado los límites, y eso, a los jóvenes nos desagrada.
Creo que ha estas altura, a los jóvenes solo nos sorprende de la clase política su manera de sobrevivir. Ya no creemos ni una palabra. La devoción, la pasión y el romanticismo político perdió nobleza frente a promesas incumplidas. Ciertamente ya no son ejemplo de nada, o tal vez para los que incursionamos en la renovación, son un ejemplo de lo que no debemos hacer.
Hoy quedé preocupado, un amigo, sin tapujos me pidió dinero para un cilindro de gas. Sin ir más lejos, me explicó que era una transacción por el voto. Una pena, la vieja clase política lo intoxicó con su impureza. Él podía haberme preguntado por un dato de trabajo. En este ámbito, la falta de vergüenza me resulta, sin exagerar, la pérdida de la dignidad humana. En la historia de Chañaral, del mundo, en la historia universal, los grandes pueblos y civilizaciones del mundo se han construido trabajando, no pidiendo. Por eso cuando dicen que terminarán con el asistencialismo, que esta vez es en serio, y lo han repetido la vez anterior, la anterior y la anterior, me cargan más todavía. Los pobres han dejado de crecer y han comenzado a pedir. Así ha transcurrido la historia todos estos años.
En Chañaral la clase política tiene una buena lista de interrogantes y miles de deudas pendientes. Y el discurso, de las atribuciones limitadas, o que todo se soluciona con el tiempo, dicho sea de paso, jamás ha ocurrido. Por eso creo que está variando la brújula política, se desestabilizó el escenario de los de siempre. Justamente cuando la clase joven, con una clara visión han destapado los temas sensibles para los más vulnerables.
Sin ir más lejos, la Ficha de Protección Social, irregular por donde se le mire, fue destapada por jóvenes, le guste a quien le guste, es así. Lo mismo en vivienda, es vergonzoso, para mi gusto, el peor escándalo y la desfachatez de los últimos cuatro años, solo superable por la ya conocida historia de la multitienda. Las complicidades en todo orden de cosas han sido la base para vapulear las reformas sociales a su descarado antojo.
Los pobres siguen reduciendo sus derechos, mientras los empleados tocan el techo con todas las garantías, incluyendo las no permitidas. Pero para ser franco, en este dominio de vulgaridad y abuso, hoy florecen demandas harto más ambiciosas que las de esos otros reinos de la bondad indigna. Hacer realidad la dignidad con esfuerzo y trabajo no es una tarea difícil, muy por el contrario, eso es parte de la renovación. Esa es la apuesta joven. Sabemos a dónde vamos, y evidentemente la ciudad no esperará de rodillas como en el pasado, hoy todos prefieren al que escucha que al que discursea. Apostamos por el trabajo que esperar de rodillas por lo que tenemos que hacer.
Esa es la postura joven, esa es la apuesta de la renovación, la desviación de la visión retrograda, hacia una gran ciudad de todos y con todos, que se fortalece con trabajo, con herramientas, con derechos justos y transversales, donde prevalece la transparencia y la igualdad de condiciones en la base, para construir el futuro.
Por Jaime Varas