Si el terremoto del 27 de febrero hubiera ocurrido hace diez años o más, a muy pocos se les habría ocurrido abogar por un incremento de la tributación de las empresas mineras para financiar la reconstrucción, y menos voces hubieran surgido para aumentar el royalty, puesto que este término o el de regalía minera eran prácticamente desconocidos por los medios de comunicación hasta el año 2003.
Era escaso el conocimiento que había del nulo aporte de la minería extranjera a la economía nacional. Pero ahora, cuando se habló de aumentar el royalty a las mineras para financiar la reconstrucción, se contó con el apoyo inmediato de la opinión pública, y ni siquiera las mismas mineras se atrevieron a oponerse con fuerza al eventual incremento tributario.
Eso nos deja una primera lección: La riqueza de Chile es el cobre y sobre eso se ha adquirido conciencia nacional. De poco ha servido la millonaria y zalamera campaña publicitaria del Consejo Minero que dice: «Cuídate, la riqueza de Chile eres tú». Los chilenos no se han dejado engañar y han comprendido que el cobre y la minería lo son y, por ello, el aumento del royalty es apoyado por una mayoría abrumadora de nuestro pueblo.
Eso es lo positivo, ha renacido el tema del royalty, tan fuerte como en el año 2004, cuando hubo una verdadera explosión que obligó al gobierno de Lagos a legislar sobre este tema, aprobando la Ley 20.026 de Impuesto Específico a la Minería, conocido como Royalty 2.
Pero la paradoja del royalty es que lo negativo supera lo positivo, y son esos aspectos negativos los que analizaremos en tres comentarios sobre el tema.
Cuando el Gobierno se pronunció oficialmente sobre un aumento del royalty, las mineras extranjeras, los políticos, abogados, economistas y consultoras que las apoyan, es decir sus comisionados, salieron a atacar cualquier modificación del royalty con el argumento de la invariabilidad tributaria. Y lo peor de todo es que tenían razón.
La misma ley del royalty les otorga a estas empresas una invariabilidad por 15 años, mediante un contrato que firmaron con el Estado que les permite tener tres lustros intocables desde el año 2006. Y, como es un contrato, no puede ser modificado por ninguna nueva ley, salvo voluntad de las partes. O sea, las empresas deben aceptar una modificación.
Pero los “comisionados” de las mineras han magnificado esa invariabilidad, sosteniendo que ningún tributo se les puede aumentar a las mineras, lo que no es cierto, puesto que se les puede subir cualquier tributo que tenga el carácter de general, ya que la invariabilidad de la Ley 20.026 concierne únicamente al impuesto específico a la minería, las patentes mineras, una verdadera regalía minera, o cualquier nuevo tributo que sea específico a esa actividad.
La invariabilidad de estos tributos específicos por 15 años, es el primer gran engaño de esta ley promulgada por el Presidente Lagos.
El gobierno del Presidente Piñera nos prepara otro gran engaño. Como al cabo de unos días de discusión pública quedó absolutamente claro que no se les puede aumentar el royalty a estas mineras, el ejecutivo, para aparecer ante la opinión pública como un gobierno independiente y ajeno a las presiones empresariales, de todas maneras enviará un proyecto de aumento muy moderado del royalty por dos años, para lo cual las mineras deben renunciar voluntariamente a la invariabilidad. Todas las que acepten ese pequeño aumento, obtendrán una prórroga de la actual invariabilidad por otros ocho años, es decir hasta el 2028, cuando gran parte de esos yacimientos mineros se encuentren agotados.
Comparativamente, se les aumenta el royalty en 10 pesos, y se le otorga en el tiempo beneficios por 100 o mil, según las reservas de los respectivos yacimientos. Es absolutamente impresentable y escandaloso, y es de esperar que esta vez los parlamentarios de la Concertación estudiarán el proyecto y no aprueben el burdo engaño.
Por Julián Alcayaga O.
Economista
www.defensadelcobre.cl