Ya lo hemos dicho, pasamos un duro momento como medio de comunicación social. Y si bien nunca ha sido fácil, hoy se ha hecho más dura que nunca la tarea de conseguir los recursos mínimos que requerimos para seguir adelante, creciendo como instrumento de las motivaciones, reivindicaciones y sueños que movilizan a miles.
Hoy la inclinada cuesta por la que hemos transitado siempre se hace más aguda, transformándose casi en un ángulo recto y nos faltan herramientas para escalar tal pared. Pero reflexionamos y nos hacemos cargo de la severidad de aquel ángulo, puesto que nada es gratuito. Hace mucho tiempo, desde el comienzo, tomamos la decisión de caminar por este sendero y por él hemos transitado saltando obstáculos muy difíciles.
Ha sido nuestra la decisión de construir un periodismo cercano al “ciudadano de a pie”, al menor costo posible para el bolsillo de los lectores, más barato que cualquier otro periódico de circulación nacional, tanto o más económico que un pasaje de transporte público y siempre gratuito en el ciberespacio. Hemos decidido entregar cada texto que escribimos a quien desee copiarlo, publicarlo, compartirlo e imprimirlo libremente.
También hemos decidido no depender del avisaje publicitario privado ni estatal -que reivindicamos un derecho de todos los medios periodísticos y no privilegio de dos grandes empresas que se llevan sobre el 80% de los recursos que el Estado gasta en este ítem, préstamos y perdonazos aparte-. Nos gustaría tener mucha publicidad de organizaciones del tercer sector, de la sociedad civil o de un hipotético sector de economía social y solidaria, pero esta área aún en Chile está en pañales.
Hemos deseado financiarnos principalmente con la venta de nuestro periódico en kioscos y calles, para que así sean los propios lectores quienes hagan posible este medio, y a duras penas lo hemos logrado durante estos ocho años, pero ya no es suficiente. Hemos trabajado mucho, pero somos pocos y contamos con muy poco.
Desde hace un tiempo hemos pensado y deseado generar conciencia en nuestros lectores sobre la idea de que sean ellos mismos quienes se hagan cargo de la existencia y supervivencia de medios como el nuestro, y para ello hemos generado una campaña de aportes voluntarios. Y hemos recibido el apoyo generoso de gran cantidad de personas, pero sigue sin ser suficiente. Los costos de imprenta, distribución, arriendo, cuentas, salarios, imposiciones e impuestos son mayores de lo que hoy podemos generar por la venta, y para medios como el nuestro no existen los perdonazos.
Cabe señalar que hace ya varios años existe una tendencia mundial a la baja en la venta de los medios impresos, lo que ha producido el cierre de miles a nivel mundial.
Ello no deja de tener un lado bueno, ya que se gasta menos papel y se talan menos árboles; no obstante, aún son millones quienes no tienen acceso a Internet o simplemente son digitalmente analfabetos y en El Ciudadano siempre hemos querido llegar a ellos con nuestras informaciones y reflexiones, y lo hemos logrado. Además no es comparable el papel que necesita un medio como el nuestro, con la periodicidad que tiene, frente al papel que gasta cualquier diario o revista nacional, que por lo demás están repletos de inservible publicidad y carentes de informaciones relevantes.
Desearíamos contar con lo mínimo para dedicarnos exclusivamente a hacer lo que nos convoca, buen periodismo, buenas investigaciones; un buen medio de comunicación al servicio de esos miles que se motivan, reivindican sus derechos y sueñan con un mundo mejor. Sin embargo, siempre hemos tenido que dedicarle mucho más tiempo del que desearíamos a conseguir el financiamiento para existir y llegar cada vez a más y más, y por fortuna hasta ahora lo habíamos logrado. El escenario es sumamente adverso, pero no queremos lloriqueos ni generar lástima, ello no corresponde.
Simplemente queremos decirles en este editorial que, desde ahora y por el tiempo que sea necesario, apareceremos en kioscos solo una vez por mes, volviendo a la periodicidad mensual con la que circulábamos hace más de dos años atrás. Pero no vemos esto como un retroceso, sino como un acto responsable y bien pensado para que El Ciudadano siga siempre existiendo.
Este medio no es solo nuestra forma de subsistencia o el mejor trabajo que podríamos tener, es nuestro aporte a la sociedad, a la anhelada justicia y a la construcción de un mundo mejor, es también un proyecto de vida que no dejaremos se extinga. En este camino sin duda alguna hemos cometido errores, los hemos reconocido y hemos aprendido de ellos. El periódico siempre ha existido gracias a la convicción profunda de todos quienes en él han trabajado de una u otra forma.
Este medio es para nosotros también un compromiso profundo e irrenunciable y es por ello que preferimos aparecer solo una vez por mes que dejar de existir. Estamos convencidos de que El Ciudadano no debe dejar de circular, aunque en el peor de los casos solo sean un par de cuartillas en blanco y negro -aunque esperamos nunca llegar a ello-, porque nosotros y miles sentimos que este medio es profundamente necesario.
Y como hoy por hoy no nos podemos financiar solo con la venta de los ejemplares es que, a nuestro pesar, deberemos intentar vender más publicidad, pero no a cualquiera. Tenga usted la certeza de que si logramos captar un poco más de avisaje, en ningún momento interferirá en modo alguno con nuestra línea editorial, como nunca lo ha hecho. Es por estos motivos también que hemos tenido que subir el valor de la publicación a 700 pesos, pero solo los desembolsará una vez por mes.
Si quiere hacerse responsable de la subsistencia de este medio le pedimos que, independiente de la portada, siempre lo compre, ojalá dos y así regale uno. Recomiéndelo, compártalo, difúndalo, suscríbase, done a nuestra campaña y escríbanos; tome una opción, dos o las que quiera y estaremos muy agradecidos. Y juntos hagamos posible una larga vida a El Ciudadano.
Por Equipo Editor
El Ciudadano Nº139, enero-febrero 2013