Algunos políticos sostienen que la única manera de hacer seguro a un revolucionario es darle un escaño en el parlamento. Clive Staples Lewis La democracia es un mito social en el cual se cree que sí uno puede elegir cada cierto tiempo el color de una casa por ejemplo, se puede ser dueño de la casa o que todos tienen derecho a una casa o que el color elegido no se desteñirá al termino de alguna elección.
Ciertas elecciones “democráticas” son una fábula contada, cantada y respetada hasta cuando es útil para aquellos que la narran. Guardando los márgenes de cordura y locura, hay de ciertos fascistas y extremistas que arrasan con las instituciones cuando el juego democrático les ha sido adverso.
Evitando la idealización forzosa del origen e implementación de la Democracia en Grecia, es menester aclarar que solamente un 10% de la población tenía derechos políticos, porcentaje que se dedicaba a la limpia tarea de gobernar, representar y administrar las instituciones, mientras el resto del trabajo sucio lo realizaban obreros sin derechos y esclavos que no elegían a sus representantes. Solamente los hombres libres (económicamente se podría traducir en la actualidad) mayores de 30 años tenían derecho a voto, excluyendo a mujeres, niños, y extranjeros de este derecho.
En la actualidad, muchos países se desenvuelven de la misma manera, sólo que con un mejor “civilizado” maquillaje, donde ocultan la exclusión, la segregación, la discriminación, la reclusión y la prisión (cultural, económica, política, de género de raza, geográfica etcétera) a través de un intrascendente voto.
Se escuchan preludios electorales por doquier. Bandos que se alistan y alisan el cabello en bambalinas precalientan el ambiente de compra y venta de votos. Una feria itinerante recorrerá las calles en busca de clientes. Las camisas perfectamente planchadas, las corbatas anhelantes. También la tenida “informal” meticulosamente preparada y estudiada, según la zona a elegir.
Y desde ciertos escenarios, ciertos hombres hermanados por el bálsamo democrático de las elecciones se criticarán mutuamente como en un circo romano. Sin embargo, los disímiles hermanos son siameses unidos por la costura soga ahorcante y recalcitrante del capital. Dos mentes casi idénticas, dos cuerpos distintos pero, irrigados y empapados por el mismo corazón bursátil que escondido en las tinieblas bombea recursos monetarios para enterrar bajo sus dominios a esas estacas comerciales que se muestran como tiernos tallos de rosa o de margaritas o de clavel.
Y los candidatos se presentan acompañados de una muchedumbre prestada y pagada. Como si fuesen simples extras de telenovelas baratas, reirán, sonreirán y harán acto de presencia. Todo por un poco de dinerillo, pero bajo el imperio del sálvese quien pueda y como pueda, vienen como anillo al dedo.
Todos están pagados, sobornados, comprados, untados y bautizados en el sagrado sacramento del aprovechamiento y el interés particular. El que no cobra, el que no recibe un mango por pasearse en nombre de la democracia, que ponga más ojo, porque de seguro alguien lo está timando.
En Chile por ejemplo, para ser político (seudo-político) no se necesita ninguna preparación. Ninguna más allá de la ser ambicioso. Participar en algún partido político se ha transformado en una plaza de trabajo muy bien remunerada. El ambiente laboral en los partidos es más dinámico y mucho más rápido que en cualquier trabajo asalariado. Bastan un par de meses a cargo de algún puestecillo, demostrar fidelidad a la noble causa del partido, ambición y poco a poco comenzarán los ascensos y puestos, como así también lo dineros a repartir.
Todo es dinero, todo es interés.
Para que hablar de ciertos asados con los candidatos, y sus cenas, almuerzos, desayunos, meriendas, celebraciones, reuniones, café, galletitas y gaseosas al por mayor. ¿De dónde provienen los recursos para costear todo ese despilfarro? ¿Algún desinteresado benefactor? ¿Algún banco? ¿Alguna desinteresada Compañía?
Publicistas estresados extienden sus brazos a lo largo y ancho de la población. Cesiones fotográficas, peluqueros, estilistas, sastres y modistos. Alguna manicure. La sonrisa perfecta y desenvuelta. La mirada perdida en el horizonte.
Todos preparados para saltar a la pasarela electoral. Caminan garbos y elegantes. Muestran sus pechos algunas, otros se abren las camisas y demuestran que no son unos lampiños desabridos. Y miran al público desde las alturas, ofrecen besos y promesas, abrazos y perdonazos. Tienen la palabra exacta, la frase precisa. Repasan una y otra vez sus argumentos, no duermen bien, se acuestan hilando redes y no de pescadores precisamente.
Y prometerán hasta más allá de sus propias fuerzas, mentirán con descaro, adulterarán y falsificarán todo lo que no sea de su provecho. Urgidos y compungidos se ven en la tarea de convencer a la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible. La competencia está en todas las esquinas. Es un saltimbanqui, vendedor ambulante, pero de los pencas, de los malos. Quiere, debe, necesita venderte el producto que tiene entre sus manos o sus dientes, pero ya. Te dice mil cosas, te seduce, te atrae, te llama, te hace sentir que eres tú el que lo necesita a él y no él a ti. Y te mira a los ojos como tratando de hipnotizarte y te mira a los ojos entre tierna y místicos los otros. Intenta flecharte de un arponazo al pecho. Voto a primera vista o que te quedes recordando sus bellas palabras, que ilusionado tú, le envíes un mensaje, cartita misiva allá en la urnas. Una rayita hacia abajo que simboliza el suave movimiento de tu mano saludando en el secreto receptáculo a ese galán ó doncella que te ha cautivado.
Si el producto venía con fallas de fábrica o era falso o venía hueco o las pilas se le acabaron a los dos días, eso sería todo. Si salió elegido, ahora es importante, no tiene tiempo para atender atorrantes. Si atiende a alguno, será un pariente o uno de los miles de lameculos que pululan en el ambiente.
Vale la pena, estresarse duro por dos meses, si sabes que vas a estar a tus anchas por varios años. Una vez dentro de la alcaldía empiezan las movidas. Una vez dentro del senado empiezan los encargos y los pagos (por auspicios que hubo de antemano)
Y a uno lo obligan a entrar a una cantina de dudosa reputación. Y si uno no entra es un malagradecido e insensible ciudadano desinteresado. Y las medios de comunicación me atienden en la mesa de mi casa o de mi trabajo, me susurran en las radios, en los diarios o en las micros.
¿Vino Tinto o Vino blanco? No, no tomo alcohol gracias. ¿No tiene otra cosita? No. ¿Vino tinto o vino blanco? Está bien. Uno tinto para la mesa por favor. ¡Oiga, este vino no es el que le pedimos!
Me trajo un vino blanco y está tan vinagre que ni para ensalada sirve. Elevo el tono de mis reclamos y a patadas me sacan del recinto. Me acusan de subversivo, comunista, anarquista, resentido. Desorden público creo que le llaman.
A principios del siglo 19 cuando se hablaba de Democracia, la idea y la palabra eran consideradas como fuertes, insolentes y revolucionarias. ¿Cómo dejar en manos del vulgo el destino de un país? Era la principal causa o razón para negar la participación de las grandes masas. No fue hasta que la clase Obrera, a costa de muertos, palos y encarcelamientos comenzó a ganarse ese derecho. De no haber sido por la clase Obrera, todavía estaríamos gobernados por ciertos señores y seríamos simples vasallos.
Años y años costó lograr un cierto avance. Siglos. Latigazo de centurias para obtener un sistema tergiversado y retorcido de lo que se quería en un principio. Es decir, la Democracia Liberal, la Democracia Capitalista. Mejor dicho, Gato por liebre servido a la mesa de los pobres por las clases dominantes.
¿Por qué cuestionar la democracia es una herejía en la actualidad?
¿De qué sirve votar si es el único acto más o menos participativo que se tiene?
Si entre período y período no se tiene ninguna injerencia. ¿El acto democrático se realiza solamente una vez cada 4 o 6 años? ¿Y los Bancos, y las empresas del estado y las instituciones del mismo? ¿En esas no corre la misma regla democrática? ¿Aún se sigue esgrimiendo que somos muy ignorantes y brutos como para decidir al respecto? ¿Votar por alguno es dar carta blanca, un cheque en blanco y que hagan lo que se les da la gana?
Entonces, disfruta lo que más puedas el momento de votar, extiéndelo lo que más puedas porque será el único momento “democrático que tendrás”. Al final estamos regando sueños con el agua de un oasis que no es más que un espejismo institucional. Una ilusión óptica estatal en la cual confluyen sugestiones colectivas inducidas por parte de hechiceros y magos gubernamentales que nos hacen creer que somos nosotros los que decidimos, cuando la verdad es que el resultado ya estaba sabido y cocido.
Supongamos un Matrimonio, un contrato social en el cual se firma un papel en el que se comprometen dos partes a realizar una serie de acciones. Derechos y Obligaciones.
¿Y si el marido despilfarra el dinero, esconde las ganancias, se revuelca en prostíbulos empresariales dejando al hogar sin un adecuado cuidado? ¿Y si desobedece las obligaciones, si es un abusador, si sólo su opinión sale en los diarios y noticiarios? ¿Si no podemos reclamar, ni marchar, ni protestar, ni criticar? ¿Si nunca tiene tiempo de atendernos?
¿Tenemos que quedarnos callados por cuántos años? ¿Cuatro, Seis? ¿Volveríamos a repetir el mismo error después de ver y comprobar el penoso desempeño?
Tendríamos que exigir una declaración de principios firmada por parte de los paladines de la democracia. Usted prometió esto y esto otro, no lo cumple se va, se larga, revocado. Expulsado por mitómano, destituido por demagogo y cuentero. Punto.
Así evitaríamos las eternas falacias y promesas falsas.
Tendríamos que exigirles una auditoria firmada sacramentada y reglada. No tengo nexos, ni lazos de ningún tipo con ninguna compañía o fábrica o empresariado.
Una Casa, un auto, un sueldo, bien.
No una mansión, un yate, un palacio, bonos y acciones en ciertas dudosas corporaciones al término del mandato.
El que quiera ser un servidor público que lo haga. Pero que sea sin ningún interés pecuniario.
Pero no. Insisten en mirarnos como ganado, faenado por la ignorancia, esquilado por la desinformación. Donde ciertos señoritos usan palabras bonitas y se expresan como en un salón, sólo para que los pobres digan que no entienden y que eso mejor lo hagan los señores, “Total, el gobierno que haya siempre tendremos que trabajar”. Y en ese error gigante la gente no entiende que en un gobierno de chupasangres y sinvergüenzas se trabaja más y se gana menos.
Mutación de epidermis en los ofidios.
Meros productos difundidos y propagandeados como caballos de carrera, que compiten por un puesto que lograrán a fuerza de voluntad y sacrificio. Cuando no son más que burros marcados con anterioridad, elegidos por la mafia económica de un determinado país con la básica pero efectiva zanahoria de la corrupción y la ambición.
Lo menos terrible de todo esto es que afortunadamente se puede elegir a un solo candidato a la vez. Entonces, si lamentablemente no te queda más que votar, vota por el que menos promesas haga, así no te defraudará tanto.
Sin embargo, ¿Hasta cuándo votarás por los mismos que no han hecho nada bueno?
¿Hasta cuándo votarás por el mismo partido que no ha sabido representar más que sus propios intereses?
¿Y si tus vecinos y amigos comienzan a gobernar sus propias áreas? ¿Y que tal un poco de democracia directa, real y representativa?
A cuestionar la Democracia. A exigir una profundización de la palabra y la praxis.
Si hasta en un Club de Barrio pueden dar cátedra de Democracia real y participativa
No obstante, Políticos que se preocupan más de no perder sus puestos, que de perder la confianza de aquellos que lo eligieron para representarlos.
Que a puertas cerradas invocan y celebran pactos, que distribuyen territorios como si fuesen señores medievales electorales. No vayas por el Norte, mi sobrino y mi tío marcharán por esos lares, no le hagas sombra con tu presencia, además, dile a tu gente que lo reciba con laureles y cantos.
Yo haré lo mismo con mis dominios allá cerca de los estanques.
La Real Academia de la Lengua popular describe el término Escrutinio como; Dícese del latrocinio lenocinio cometido sobre una población la cual presenta un bajo nivel cultural, además de interés social. Escrutar los votos, es el acto de despellejar el escroto de un voto.
Los perros presienten ciertas cosas. Inquietos y atentos otean el horizonte.
Un ruido de tambores viene rebotando por entre las aceras. ¿Golpes de martillo, cortes de serrucho, chasquido de palas, respiración agitada de tablas cargadas, brazos cansados y temblorosos de cargar niños por entremedio del barro?
¿Llantos y gritos de impotencia ante tanta injusticia suelta?
No. Nada de eso. Bocinazos insistentes, globos vacíos que hacen juegos con aquellos que los manejan, papel picado, sonrisas grotescas y falsas. Música estridente, parlantes invasores del silencio, megáfonos histéricos gritan y repiten mil veces el nombre de un hombre.
Panfletos, trípticos, cartas, afiches, lienzos, pinturas, lápices, balones, cartas, tazas, llaveros, gorros, camisetas y remeras. Gigantografías, Cuadros, folletos, impresos, banderines…
¿Quién subvenciona todo esto? ¿De dónde sale el dinero para costear esto?
¿A alguien no le queda claro que no son más que otro producto? ¿Quiénes tienen la oportunidad de pagar espacios radiales y promociones en los diarios?
Triunfante entra por la calle principal, un príncipe mimoso, un duque lejano, un faraón encantador.
Una condesa que enamora a los niños, besa a los hombres y entiende a las mujeres.
Caras amables, ojos humildes y voces entibiadas única y exclusivamente buscando el voto de los incautos.
Peligrosamente se va acercando más y más una columna pagada y financiada por los dueños subterráneos de un circo.
Charlatanes de todas las edades caen como cuervos sobre los ojos distraídos. Farsantes, cuenteros, embaucadores, mentirosos, falsos y arrogantes tienen su minuto de fama. Mercaderes ambulantes de proyectos falsos, mapas políticos económicos chantas para dar con uno de los tres cofres-tesoro de la justicia, nocivos nómades nigromantes invaden las casas ofreciendo y promocionando sus fórmulas y pócimas sociales.
Despavorida corre la gente a sus humildes albergues. Escondidos observan por entre las cortinas de las ventanas. Se hacen los ciegos, mudos, sordos o dormidos.
Otros, los que no saben mucho del asunto, se quedan mirando hechizados a los ilustres invitados. Y allí convertidos en estatuas de sal bronceada, cuentan sus penas, sus tristezas y sus asuntos a uno de esos tantos que pone cara de santo. Y éste, escucha atento, tensa el arco de sus cejas y lanza una mirada de angustia inexistente, pero lucrativa para sus adentros.
Hay que mirarlo dos veces, será la primera y última vez que se le advertirá, (hasta la próxima elección.)
Y el pueblo reclama, acota, expresa, y emite sus lamentos ante un títere que es manejado por hilos invisibles y más fuertes que todos los llantos. Y el pueblo o la gente o la sociedad o el grupo de personas que conforman esta aldea incurren repetitivamente en los mismos errores. Pudiendo hacer algo, se quedan en sus casas, indiferentes. Que los más “vivos” decidan por ellos. Después, cuando vienen las catástrofes, problemas y desastres comienzan los reclamos.
Pero cuando pudieron hacer algo, ni siquiera lo intentaron.
Los que no se interesan en política, sólo se interesan en ellos mismos y sus circunstancias.
Los que se interesan en política por lo general se interesan en ellos mismos y su partido y olvidan a los mismos que defienden. Éstos, en insistentes circunstancias han demostrado que tienen un gran interés en obtener de cualquier manera, ó un sueldo o un escaño por servicios prestados.
Estrechan sus manos grasientas y malolientes tratando de capturar a los contribuyentes.
Después vendrá el lavado de esas mismas manos por ciertos corruptos lavados.
La cara artística del empresariado y de los oportunistas ha entrado en escena, actores, bufones y payasos de todas las tallas y layas toman las barriadas como escenarios populares y se reparten los sectores con militancia incluída.
Ya vendrán los regalitos de navidad auspiciados por “desinteresados” empresarios de la caridad. Nuevas promesas para el año nuevo y un abanico de sueños sobre los cándidos
Vestidos y levantados sobre sus cargos y no sobre sus propias cualidades internas, caminan como “señores” observando a sus vasallos por sobre los hombros, bajo los hombres.
Piden aplausos por cumplir con su deber. Reclaman estatuas si han sido honestos. Exigen loores si inauguran un puente.
Preguntarles cuánto ganan es faltarles el respeto.
Organízate. No Votes por ellos. Bótalos.
El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan. (Arnold J. Toynbee)
Por Andrés Bianque.