Tras la publicación de mi artículo, titulado “Votar nulo es votar contra el neoliberalismo”, en varios medios digitales, (El Ciudadano: http://www.elciudadano.cl/2009/12/20/votar-nulo-es-votar-contra-el-neoliberalismo/), he recibido una buena cantidad de correos electrónicos provenientes de escritores, la mayor parte manifestando su desacuerdo con mi posición. Lo curioso es que no refutan mis argumentos sino que apelan al miedo que le tienen a la derecha o a que presienten el fin de los fondos de cultura de ganar el tal Piñera. Es decir, motivos bastante someros que no reflejan siquiera un compromiso ideológico.
Que muchos de los escritores que votaron por Jorge Arrate hoy estén llamando a votar por Eduardo Frei para mí no es ninguna novedad, ya que siempre votaron mayoritariamente por la Concertación. La novedad fue que votaran por Arrate, aunque las razones para ello no fuesen posiciones de Izquierda Ideológica. Y cuando digo posiciones de izquierda ideológica me refiero a quienes toman sus decisiones políticas luego de realizar un análisis utilizando las herramientas epistemológicas que nos entrega el materialismo dialéctico. Eso del “progresismo”, “centroizquierda”, “ciudadanía”, etcétera, son conceptos que ha inoculado la derecha capitalista en el lenguaje político de la izquierda para ir ablandando sus posiciones, llegando incluso hasta el extremo de que algunos se avergüencen de su condición.
Seré muy franco, siempre pensé que un significativo número de los escritores y escritoras que apoyaron la candidatura presidencial del Juntos Podemos lo hicieron por amistad o simpatías hacia Diamela Eltit y Jorge Arrate más que por sostener posiciones de Izquierda. Estoy convencido de que si el candidato presidencial hubiese sido un comunista no lo hubiesen apoyado tantos escritores, y menos públicamente, a pesar de que el programa habría sido el mismo. De hecho comenté este pensamiento con una escritora de las más serias que existen literaria y políticamente en Chile, antes de la primera vuelta.
Por otro lado, la derecha pinochetista está donde está porque lleva la delantera en la lucha ideológica desde hace muchos años ante una Izquierda dispersa y una Concertación pusilánime y acomodaticia. Y los escritores, que se supone deberían ser un aporte en esta lucha, en su mayoría poco o nada han hecho. La desidia y complacencia de gran parte de los escritores que se dicen de Izquierda obviamente ha legitimado a la derecha al dejarle libre los espacios de lucha ideológica. Pondré un ejemplo irrefutable que sucedió en la Sociedad de Escritores de Chile (SECh). El presidente de SECh, Reynaldo Lacámara (comunista) y su vicepresidente Gregorio Angelcos (socialista), como es de conocimiento público, encabezaron el agasajo del directorio en honor al ex agente de la DINA acusado por las agrupaciones de derechos humanos, Cristian Labbé, hoy alcalde de Providencia. Se justificaron aduciendo que los tribunales no lo habían condenado. O sea, usando los mismos argumentos de la derecha ¿Acaso Pinochet era inocente porque los tribunales no lo condenaron? ¿Acaso O’Higgins fue inocente del asesinato de Manuel Rodríguez porque los tribunales de su época no lo condenaron? Por favor, si se perdieron los valores políticos que no se pierda también la decencia. En aquella ocasión los escritores que hoy claman por detener a la derecha, salvo excepciones que podemos contar con los dedos, guardaron un silencio sepulcral ¿No es eso parte de la legitimización de la derecha? A los que denunciamos el hecho en la prensa nos han acusado de disociadores los mismos que en la Casa del Escritor se copetearon con el DINA Labbé como si fuesen viejos camaradas. Insólito, por decir lo menos.
Otro hecho curioso es la alharaca que han armado algunos porque Jorge Edwards ha manifestado públicamente su apoyo a Sebastián Piñera, incluso una noticia en el diario La Nación hablaba de intenciones de funarlo. La verdad es que hay que ser muy cándido –o huevón- para creer que Jorge Edwards alguna vez fue de izquierda. Este escritor siempre ha sido un derechista. Es cosa de leer sus columnas en el vespertino La Segunda. Cómo él hay varios más. Pero al parecer los escritores chilenos no están leyendo mucho. No me extrañaría ver muy pronto a escritores integrando Paz Ciudadana, el ente policíaco que creó Agustín Edwards, dueño de El Mercurio, y que solicitó a Richard Nixon y a Henry Kissinger derrocar a Salvador Allende. El único Edwards destacado ha sido el escritor Joaquín Edwards Bello.
Otro caso es el de José Luis Rosasco ¿Alguien le ha pedido cuentas por su participación en la dictadura pinochetista? Por el contrario, a este señor y a Jorge Edwards se les rinde homenajes y pleitesías por parte de la “Izquierda de la SECh ”. Con el cuento de que “somos todos amigos, somos todos chilenos, somos todos escritores”, etcétera, la derecha ha hecho tanto daño en las conciencias como ganado terreno en su campaña de legitimarse en los círculos intelectuales. Y tal cómo dije en mi artículo anterior, está el caso del escritor Arturo Fontaine, director del CEP, que fue nombrado en el directorio del Museo de la Memoria. Sí, el señor Fontaine, que a los 21 años, siendo estudiante de derecho, no sabía que se atropellaban los derechos humanos en Chile, según sus propias declaraciones. Respecto al caso de Teresa Calderón y el apoyo a Piñera que dio a conocer a través de una entrevista en La Segunda -siendo que en primera vuelta apoyó a Jorge Arrate-, sólo es cosa de leer sus argumentos, caen por su propio peso, inconexos y angustiosos.
Personalmente, respeto las decisiones individuales, es la ley del albedrío, lo que me parece desajustado es cuando se respaldan esas decisiones con sofismas o cobardías. Mi voto nulo está explicado en el artículo citado al iniciar estas líneas, argumentando claramente. Y si tuviera que definir mi voto emocionalmente, jamás votaría por quien se la jugó por traer desde Londres al asesino Augusto Pinochet.
Por Alejandro Lavquén