El terremoto y tsunami que asoló Chile la madrugada del pasado 27 de febrero, puso nuevamente la palabra solidaridad como protagonista de la tragedia. Pero la solidaridad tiene diferentes facetas, dependiendo de quién sea el procurador de la ayuda y de cuáles sean las motivaciones o intereses que existan detrás.
De acuerdo a la Real Academia Española, solidaridad es la “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”. Y una segunda definición, la relaciona con un “modo de derecho u obligación in sólidum”, es decir: “por entero, por el todo”, usada “para expresar la facultad u obligación que, siendo común a dos o más personas, puede ejercerse o debe cumplirse por entero por cada una de ellas”.
La Teletón “Chile ayuda a Chile”, dio este fin de semana pantalla a una serie de marcas que gozaron, como en pocas oportunidades, de tan alta audiencia y a tan bajo costo. Cierto es que entregaron aportes, pero no es menos verídico que, de forma desvergonzada, se sirvieron del sufrimiento y el dolor de los chilenos para hacer publicidad y, en definitiva, negocio con la tragedia. De hecho mucha de estas empresas, desde hace ya algunos días vienen desplegando campañas para lucrar con la desgracia de tantos, sobre todo, con la angustia de los más afectados, de los que lo perdieron todo.
Estaba en Radio Tierra ayudando en la articulación de un noticiario construido con el aporte de medios comunitarios y comunicadores independientes a lo largo del país, cuando llegó a los celulares de dos cuentacorrentistas del BANCO SANTANDER el siguiente mensaje de texto: “Frente a la catástrofe estamos junto a ud, hemos aumentado el cupo de su Línea de Crédito, se hará efectivo a partir del 3/03. Más información en santander.cl”. Sin lugar a duda, una noticia oportuna y conveniente. Que le permite a quienes requieren de recursos frescos para palear pérdidas materiales, obtener dinero sin mayores exigencias, y a esta entidad bancaria aumentar el endeudamiento de sus clientes. Negocio redondo, se dirá, pero el negocio lo hace uno y la deuda la asume otro. Además con un banco que posee las mayores tasas de interés del mercado, una de las cifras más altas de denuncias ante el Servicio Nacional del Consumidor y que, durante la pasada crisis económica, cerró sin aviso alguno las cuentas corrientes de quienes consideró “clientes de riesgo”.
Y la lista empresas ¿solidarias? es larga, así como las ofertas.
De hecho la insistente y casi insoportable publicidad de ENTEL en televisión, repetida a lo menos 20 veces en el lapsus de una hora antes de iniciarse la Teletón, fue la que motivó esta opinión. La empresa anuncia con gran algarabía que para “ayudar” a sus clientes y comunidades (especifica en pantalla VI, VII, VIII), cargará durante todo marzo y sin costo 20 minutos y 80 mensajes de texto a usuarios de prepago y cuenta controlada (no a los planes de minutos libres); y que para las líneas de red fija domiciliaria, serán gratis los primeros 5 minutos utilizando el carrier 123 (de Entel). Aporte miserable y una inversión marginal, si se considera que ante la actual falta de conectividad y la necesidad imperiosa que tenemos muchos de conocer la situación en que se encuentran familiares y amigos, el número de llamadas se ha incrementados al menos en un 1000%.
También los alimentos y enseres son prioritarios, y el aporte de CENCOSUD en televisión es la posibilidad de adquirir productos, en su cadena de supermercados, en 6 cuotas sin intereses. Destaca también el aviso de DIRECT TV, que asegura que donará el 50 % de la mensualidad de todos los clientes que se incorporen durante marzo y materiales de construcción por aquellos que mantengan contrato. En la misma línea va RIPLEY, que ofrece aportar con una frazada, por cada otra que adquiera un cliente para los damnificados; y ROTTER Y KRAUSS, al informar que “comprando un par de anteojos, estarás regalando otro a los que más lo necesitan”.
Punto a parte son los créditos especiales y flexibles que pregonan a los cuatro vientos distintos bancos, así como beneficios que ofrecen algunas cajas de compensación apelando a pegajosos slogan del tipo: “Calidad de vida, toda su vida” (LOS ANDES) o con préstamos para la emergencia, cuya primera cuota se cancela recién en dos meses más (LA ARAUCANA). Todos, sin embargo, apoyos que no escapan a lo habitual, pues es sabido que durante el mes marzo cunden las ofertas financieras producto del inicio de año. En fin.
Podrá argumentarse que no hay nada de malo en que las empresas hagan publicidad. Y quienes lo piensen, están en lo correcto. Pero sí lo es, y del todo inescrupuloso, disfrazar de ayuda solidaria, lo que en la práctica y en las arcas, es lucro.
Por eso ante una situación de catástrofe que aflora en nosotros ese sentimiento de correspondencia que se anida en la solidaridad, “por entero, por el todo”, hagamos nuestro aporte en forma directa o a través de aquellas organizaciones de la sociedad civil que en forma permanente desarrollan trabajo con la comunidad local, a través de aquellas organizaciones sociales y vecinales que de manera autónoma comienzan a organizarse, a través de las federeaciones de estudiantes que coordinan acciones y apoyos de diversa índole; a través de gremios y asociaciones de trabajadores que procuran salir de este mal momento.
Son diversas las cuentas corrientes que están habilitando para aportes en Chile y desde el extranjero; se requieren voluntarios para la remoción de escombros, profesionales técnicos en terreno, ayuda legal y psicológica. Pronto, pasados los momentos de mayor emergencia, se requerirá reconstruir viviendas, caletas, escuelas; restablecer la tranquilidad.
Solidarizar, en definitiva, con las propias manos o través de quienes están siempre trabajando por las demandas y los derechos de los más lo requieren, de los que carecen de vivienda, de los que les falta un plato comida, sin necesidad de que una gran ola, una súbita subida de mar o un severo movimiento de tierra se lo arrebate de las manos.
No hay que olvidar que toda solidaridad ayuda, pero no toda ayuda es realmente –in sólidum- solidaridad.
Por Paulina Acevedo M.
Periodista, comunicadora en derechos humanos