El mayor incendio forestal de nuestra historia, dicen. Discrepo. Recordaba otros datos más dramáticos. Incendios que duraban meses y hasta años, entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, donde sólo quedábamos, al amparo de la lluvia.
Por entre el suelo se levantó una semilla incandescente, que fue despertando rápidamente a otras, hasta que un ejército de ellas se puso de pie. Y en una trenza de llamas, comenzó a avanzar por entre la tierra y el aire, dejando una estela cianótica de flamas extinguidas.
Queda vibrando el crepitar del fuego y cómo este va devorando las materias. Parece el sonido de un hocico inmenso con hileras de dientes y colmillos que va triturando árboles y casas. Pájaros y arbustos y todo lo que encuentre a su paso.
Los noticiarios se frotan las manos, ante tanta desgracia. ¿Cuándo comienza la “fuegotón” chilena?
Hoy no hay lluvia y por entre las cámaras digitalmente morbosas, corren niños despavoridos. Van de la mano de sus padres. El chasquear del fuego se va metiendo por entre los oídos, el calor es un insecto ígneo que pretende escocer la piel y por si todo eso fuera poco, la cola de humo de este dragón devorador, se lleva todo el aire y la respiración, comienza a flaquear.
Una catástrofe natural de esta envergadura, es causal de lo que en psicología se llama: Trastorno Por estrés postraumático. Ser testigo de un hecho como este, causará obvios y serios trastornos psicológicos entre quienes hayan participado, indiscriminadamente, víctimas o socorristas.
¿Cómo recordarán los niños estas escenas, cuando esto haya terminado? Sería interesante levantar una iniciativa que reciba, digamos, sus dibujos, sus cuentos al respecto.
Poner atención a comportamientos irritables y arrebatos de furia sin razones aparentes. Estar constantemente en estado de alerta, como afectado por algo que no se sabe qué es. Problemas de concentración, alteraciones del sueño y etcéteras.
Todo esto a razón de que si es el estado el encargado de velar por el bienestar de la ciudadanía, y no ha cumplido debidamente sus obligaciones. Tengo el sagrado derecho de demandarlos, por los daños causados.
No hablo de bienes materiales devueltos o devengados en dineros para “ayudar” a la reconstrucción de nuestro sufrido pueblo que siempre se levanta, porque nosotros los chilenos…
Yo me imagino siempre el levantamiento de copas receptoras de agua en invierno. Donde el líquido que se recolecte, sea depositado en espacios, desde los cuales, se les pueda echar mano siempre en caso de. La capital podría hacer una importante donación este próximo invierno y su tradicional inundación invernal.
La creación de un sistema de regadío secundario, que se use, tanto como medida preventiva, como resolutiva en caso de siniestro. Obviamente el proyecto sería entregado a privados, los cuales, tienen la suficiente tecnología de punta, para hundir un entramado de cañerías en el suelo, y además, levantar estaciones que funcionen como válvulas de succión de ríos o lagos cercanos. Todo bien bonito y moderno y que paguemos por cien años, una pequeña tarifa por árbol no quemado y otra un poco más alta en hora punta y la punta que siempre nos meten. Tema del cual hablaré extensamente en un próximo artículo que no escribiré.
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Quisiera en estas horas, saber que las 750 mil hectáreas de la familia Matte, arden, debido a esta desgracia, que bien nos han enseñado ellos mismo, son pruebas que nos pone la divina providencia.
Y ya que estoy en esto, tampoco me molestaría saber que las casi dos millones de hectáreas de la familia Angelini ha perdido gran parte de sus monocultivos.
Un monocultivo es un matadero gigante donde se alimentan y engordan pinos y eucaliptos, para su venta. Especies que consumen alrededor de 200 litros de agua al día. Generando con esto, según datos del gobierno, que existan cien mil personas sin agua en las cercanías.
También, he intentando mantener la compostura en este tema que quema. Pienso en si los poderosos, los empresarios, los dueños del país, los partidos políticos, la gente del gobierno pudiera sensibilizarse ante esta nueva debacle nacional y realizar cambios profundos y radicales en el país. Sensibilizarse viendo como un niño está ahogado por el humo y no puede respirar. Ver una mascota tirada en el suelo, consumida, quemada por el fuego, ver las alas quemadas de un pájaro que nunca más podrá volar. Quizás, con un poco de amor, tal vez… ¿un mejor presidente, una presidenta mujer, lesbiana, un presidente homosexual, negro? Tal vez…
Obviamente, estoy totalmente desacuerdo conmigo mismo y la estupidez que escribí espacio arriba. Es claro que no hay, ni habrá tal acto de contrición jamás por quienes ostentan poder, transmutado a dinero. No tienen empatía, no sienten el dolor ajeno. Tienen todo el tiempo del mundo para mover sus piezas en el tablero arreglado donde participan. Miran los matinales bebiendo jugo de naranja, mientras la criada o el militante les trae el diario de color que haga juego con sus convicciones.
Hemos quedado en vergüenza una vez más. Está bien, aceptamos el avión gigante que nos envía, pero ¿usted va a pagar el agua, cierto? ¿Oiga, y es bonito allá?
Como primera cosa, no es un corcel pura sangre, como usted intenta a diario convencernos. Segundo, es un burro, con una manta encima que lleva flecos y audífonos en las orejas. Y tercero y más desgarrador, es el asno quien lleva las riendas, es él quien lo conduce a usted, no al revés.