Luis Cuello: «Pasamos de una época de fuerte impugnación en las calles a una subjetividad marcada por principios y valores profundamente conservadores»

En entrevista con El Ciudadano, el jefe de bancada de los diputados comunistas apunta a la necesidad de construir lazos con los movimientos sociales para consolidar la base de apoyo del Gobierno, a la vez que llama a no bajar los brazos en la batalla que se avecina dentro del Consejo Constitucional.

Luis Cuello: «Pasamos de una época de fuerte impugnación en las calles a una subjetividad marcada por principios y valores profundamente conservadores»

Autor: Axel

La victoria del Partido Republicano en las elecciones del 7 de mayo dejaron más dudas que certezas en el mundo del oficialismo respecto al actual proceso constitucional. Mientras algunos ya dan por enterrado el sueño de contar con una Carta Magna que supere el modelo neoliberal, otros llaman a no bajar los brazos y planean dar la batalla hasta el último minuto.

Dentro de este último grupo se encuentra Luis Cuello, jefe de la bancada parlamentaria que agrupa al Partido Comunista, Acción Humanista y al Frente Regionalista Verde Social. En entrevista con El Ciudadano, el diputado asegura que los 12 bordes constitucionales -tan resistidos en su momento por la colectividad- permitirán resguardar ciertos mínimos ante el embate republicano que se avecina. Respecto a la derrota de las fuerzas oficialistas en los últimos comicios, Cuello apunta a la dificultad de instalar una agenda propia frente al poder de los grandes medios de comunicación, y asegura que el giro hacia el centro que han propuesto algunos sectores de Gobierno sería una equivocación rotunda dados los magros resultados cosechados por la lista del Socialismo Democrático la noche del 7 de mayo.

¿Cuál es su diagnóstico de la derrota en las elecciones del 7 de mayo?

Creo que hay varias dimensiones a examinar. Primero, que la agenda pública y la campaña estuvieron marcadas por la crisis de seguridad pública, algo que no tenía nada que ver con lo que se está discutiendo, porque la Constitución no tiene que ver con la política pública en materia de seguridad. Sin embargo, ese fue el campo en que se jugó la elección del Consejo Constitucional y, por lo tanto, claramente que la derecha tenía una ventaja desde el punto de vista de lo discursivo.

Lo segundo es que hay un voto de descontento y de impaciencia de parte de la gente que está expectante de observar cambios en su vida cotidiana a partir de lo que ha pasado en Chile en los últimos años, y por lo tanto ese ese voto de descontento y de insatisfacción lo capturó la ultra derecha o bien el voto nulo o blanco. De todas formas, nosotros como Partido Comunista tuvimos una votación muy relevante -más de un ocho por ciento- y eso significa también una valoración y un respaldo ciudadano a nuestra conducta como partido, en el sentido que siempre hemos estado profundamente comprometidos con las transformaciones y con las causas de los trabajadores y trabajadoras, empujando con mucha fuerza el cumplimiento de los compromisos programáticos. Yo veo en ello una valoración a esa conducta.

Desde la vereda izquierda han acusado al Gobierno de ceder demasiado, ¿comparte esa crítica?

Yo tengo la impresión de que no. Yo creo que lo que ha ocurrido es que tenemos una desventaja desde el punto de vista de la comunicación. Los grandes medios de comunicación, especialmente la televisión, ejercen un control de la de la agenda política, mediática y eso significa una desventaja. Y también a nivel parlamentario estamos en desventaja porque no tenemos mayoría, y eso por supuesto se ha utilizado por la derecha para boicotear los cambios. Pero yo creo que el Gobierno se ha mantenido en la línea de los compromisos del programa y así lo ha ratificado el presidente Boric hace unos días en el encuentro en Cerro Castillo.

¿Cómo pasamos del estallido social a la victoria republicana? ¿Qué pasó entremedio?

Es un fenómeno bien complejo. Pasamos de una época de fuerte impugnación expresada en las calles a una subjetividad marcada por principios y valores profundamente conservadores. Y creo que en parte eso tiene que ver con la crisis económica que vino después del estallido con ocasión de la pandemia. Eso creo que es un aspecto importante. También, por supuesto, que ha existido un retraso en la implementación de las las reformas debido a la falta de mayoría parlamentaria. Y yo también añadiría un factor más, que tiene que ver con que falta una una mejora en la gestión, sobre todo en las regiones, y una mayor articulación de las fuerzas progresistas con los movimientos sociales. Creo que esos son los principales factores que de alguna forma ayudan a comprender este cambio tan importante en la tendencia o los apoyos populares.

Muchas veces se habla de las dos almas del Gobierno, ¿usted ve dos almas también en la derecha?

Desde el punto de vista discursivo uno podría pensar que hay alguna diferencia, porque los republicanos tienen un discurso muy patriotero, muy centrado en la bandera. Pero en términos ideológicos, en las votaciones, yo creo que se expresa más bien una uniformidad. Yo creo que en el fondo lo que hay es una disputa de poder y de identidad. Son identidades políticas en disputa, pero en las líneas gruesas coinciden. En materia de pensiones, por ejemplo, yo veo total coincidencia entre lo que plantea el Partido Republicano y lo que plantea Renovación Nacional. No hay ninguna diferencia. Los dos defienden las AFP, los dos están preocupados por la ganancia de la industria. Entonces, claro, se han visto diferencias coyunturales que tienen que ver más bien con la consolidación de sus respectivas bases de apoyo, con movimientos tácticos.

¿Cuáles son los desafíos para el oficialismo en este nuevo periodo que comienza postelecciones?

Son varios desafíos importantes. Yo creo que lo primero es que tenemos que cumplir un papel como como comité parlamentario en la conmemoración de los cincuenta años del golpe de Estado. Yo eso lo fijaría como un objetivo relevante. La reivindicación de la de la memoria, de la justicia, de la no repetición, de la reparación, es decir, de recordar los crímenes cometidos por la dictadura cívico militar y por supuesto recordar a a nuestros a nuestros mártires, aquellos que cayeron. También tenemos un desafío por reivindicar el carácter profundamente popular y democrático de del proyecto de la Unidad Popular. Yo creo que ese es un aspecto que tenemos que relevar. Desde el punto de vista simbólico, creo que algo que hay que practicar es que en todos los edificios públicos sean retiradas las fotografías y todo aquello que recuerde a los integrantes de la junta militar. Yo creo que esa es una medida simbólica que debería ponerse en práctica este año con ocasión de los cincuenta años del golpe.

El segundo desafío que tenemos en este período es lograr una mayor articulación y unidad de propósito dentro del oficialismo, y también eventualmente lograr convergencia de objetivos con sectores que no son parte del gobierno, como por ejemplo la Democracia Cristiana.

Pero los que proponían un giro al centro del Gobierno salieron derrotados en la última elección.

Claro, aquellos que proponían un giro al centro se equivocaron rotundamente, porque en definitiva eso también tuvo una expresión electoral. Yo creo que lo que se requiere más bien es la consolidación primero de la fuerza política y social que apoyó el gobierno del presidente Boric, ampliar la base de apoyo, pero ampliarla sobre la base del cumplimiento de su programa de gobierno. El programa no es un invento caprichoso, el programa está anclado en la realidad, está anclado en un diagnóstico, está anclado en la provisión de soluciones para corregir y superar las desigualdades del modelo económico.

¿Cómo está viendo el proceso constitucional? ¿Aún tiene esperanza en que se logre aprobar una nueva Constitución dentro de este Gobierno?

Esto es una noticia en desarrollo, ya sabemos lo que ocurrió con la elección, sabemos que en definitiva va a depender de lo que haga la derecha. ¿La derecha democrática va a ser o no un apéndice del Partido Republicano? Va a ser importante ver el resultado final del proceso, pero hay ciertas bases que fueron establecidas de antemano que de alguna forma modelan el texto constitucional, y por lo tanto creo que tampoco el Partido Republicano va a poder hacer lo que quiera. Lo importante es que nosotros tenemos consejeros y consejeras en este Consejo Constitucional que van a presentar nuestras propuestas y van a luchar porque porque estas propuestas avancen. Y desde luego que también hay herramientas de participación que nosotros logramos incorporar en el debate parlamentario: la iniciativa popular de ley, por ejemplo, que va a ser una herramienta para que podamos motivar la participación de la sociedad organizada y de los movimientos sociales.

Lo que hay que hacer acá es seguir con la disputa y seguir con la batalla de ideas para lograr una Constitución que finalmente logre superar a la vieja Constitución desde el punto de vista democrático y también de contenido.

¿Y qué pasa si se rechaza la propuesta? Esta semana parlamentarios exPDG presentaron un proyecto de ley que busca impedir un tercer proceso constitucional en caso de ganar el Rechazo en el plebiscito de salida.

Nadie puede decretar el fin de la historia, menos por una ley. Lo que sí estaría claro es que se mantienen los mismos dolores de la sociedad que nos llevaron a un estallido social. Eso no quiere decir que venga un nuevo estallido, sino que los problemas de fondo no están resueltos. Si se rechaza la propuesta constitucional tendremos que ver qué pasa en adelante, pero la historia no se termina ni se clausura. Perfectamente puede haber otra oportunidad para discutir una nueva Constitución dependiendo del contexto político y social, pero lo que no puede pasar nunca es cerrarlo por decreto.

¿Cómo ve el umbral de 5% que está proponiendo la Comisión Experta para los partidos políticos?

En la práctica la excesiva fragmentación dificulta llegar a acuerdos importantes. La realidad nos muestra que existen partidos o agrupaciones que no responden a una idea programática o ideológica y operan con una lógica clientelar, y son muy difíciles predecir para dónde van o qué es lo que quieren, porque no están guiados por un objetivo estratégico. Hoy día esa fragmentación puede dificultar que se aprueben leyes que beneficien a la gente. No descarto discutir una especie de umbral, pero el umbral de 5% es muy elevado. No podemos retroceder a un sistema político que excluya, no podemos volver a una suerte de binominalismo. Lo importante es contar con un sistema que permita representar distintas visiones políticas, ideológicas y culturales en las instituciones y no dejar gente afuera. Pueden haber herramientas para contener la fragmentación, una sola no resuelve el problema.


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