El expresidente de Brasil, Ignacio Lula da Silva, pidió elecciones anticipadas en Brasil debido a que el país se encuentra «desgobernado» por el conservador Michel Temer. «Este país está desgobernado. Este país no necesita alguien ocupando el cargo indebidamente, alguien que no tiene popularidad pero que dice que tiene voto en el Congreso», dijo Lula y según cita la agencia de noticias AFP.
El lider del Partido de los Trabajadores (PT) es favorito para ganar las elecciones de 2018 pese a que enfrenta cinco procesos vinculados directa o indirectamente al escándalo de corrupción de Petrobras y Odebrecht. «Brasil necesita elecciones directas, no esperar hasta 2018, porque el hambre tiene prisa y el desempleo tiene prisa», indicó Da Silva.
Con respecto a las denuncias en su contra, el expresidente solicitó también a sus acusadores que presenten las pruebas de los delitos que supuestamente cometió y se dijo con ganas de «pelear» en los tribunales y en las elecciones. «Llegó la hora de que paren con tanta habladuría y muestren las pruebas. Quiero que muestren un real (mío) fuera del país. Pruébenme un real, no estoy pidiendo dos, tan sólo uno», comentó el exjefe de Estado.
El dirigente de 71 años aseguró estar «ansioso» por declarar próximamente ante el juez Sergio Moro, que lidera las investigaciones de la operación «Lava Jato» en Curitiba (sur) y se ha convertido en un ícono del combate a la corrupción en Brasil. En principio, está previsto que el exmandatario declare ante el magistrado de primera instancia el 3 de mayo, pero este lunes tanto la Policía Federal como la secretaría de Seguridad de Paraná pidieron al juez que retrase la vista por motivos de seguridad, tal como señala El economista de México.
Así entonces, Brasil se juega su futuro en los próximos meses, donde Lula puede ser erigido como el próximo presidente o quedar inhabilitado para participar de las próximas elecciones si la justicia brasilera, asociada a los poderes económicos concentrados que respaldan a Temer, decide declararlo culpable de delitos de corrupción. ¿Podrá Brasil retomar su rumbo progresista?