La injusticia siempre duele, pero hay veces en que se vuelve insoportable. La vemos en todas partes, sólo basta con asomar la cabeza por la ventana. Estamos cansados, fastidiados de vivir en un país materialista que ostenta récords mundiales de inequidad. No sólo en la distribución del ingreso, sino que en el trato que se brinda a los más desposeídos. Pero quizás lo peor de todo es la obscenidad implícita que acarrea el poder, pues en este Gobierno, como en los anteriores, nos apalean en las marchas, nos atosigan con trabajo mal remunerado, se enriquecen a costa de nuestro propio dinero, que luego nos prestan con usura, para endeudarnos en un círculo vicioso. Se ríen de nosotros en nuestra cara, nos subestiman.
La flamante propuesta de reforma tributaria impulsada con todo el sensacionalismo que Piñera es capaz de usar, que sólo reafirma los privilegios de los grandes empresarios al permitirles tributar menos de lo que deberían, lo que sólo es la punta de un gran iceberg conformado por las redes de poder entre los políticos y las grandes compañías. Sin embargo, su propuesta tuvo un gran tapaboca dado por los estudiantes en la movilización recién pasada. Una manifestación de fuerza, de que el movimiento jamás estuvo muerto como quisieron hacernos creer, porque el objetivo no son las meras migajas a las que nos tienen acostumbrados, sino que vamos por el premio mayor, por la gratuidad, por la dignidad, por todo.
En esta edición, un equipo periodístico de nuestro periódico viajó al norte del país para seguir en las cortes de justicia los derroteros del litigio que actualmente impugna la propiedad minera de Barrick Gold sobre el recurso y nos enteramos en terreno sobre los ilícitos de la transnacional canadiense que pretende robar nuestro oro y de paso, como costo adicional, destruir nuestro ecosistema en la impunidad más descarada.
Problema importante ya que Chile ha disminuido dramáticamente sus reservas de este metal en las últimas décadas al cambiarlas por papeles. Todo indica que vamos rumbo al abismo financiero y el Fisco en vez de reclamar, entrega sumisamente la soberanía sobre las rocas que contienen el valioso metal, porque después de todo son sólo eso, rocas. Mientras los dueños del recurso en el mundo, en conjunto con la Banca privada estadounidense nos roban cada día, para mantener un sistema moribundo, reventado, como lo comprueba el sobrendeudamiento de Estados Unidos, cercano a diez veces su economía real, tras haber abandonado el patrón oro como respaldo de la emisión, ya en tiempos de Nixon.
Pero no sólo se quieren llevar nuestro oro, sino que todos los minerales guardados en el interior de Los Andes por millones de años, en complicidad con la atenta corrupción de políticos y dirigentes de turno. Recién ahora se está hablando del Litio o del mismo Rodio, recurso muy escaso que anualmente sólo produce unas 50 toneladas alrededor del mundo, pero que llega a tener un valor por onza de 9.900 dólares.
Mientras tanto, muchos de nosotros tenemos que pensar en cómo llegar a fin de mes, administrando el dinero que siempre es escaso, apretándonos el cinturón, restringiéndonos en comprar un par de zapatos para la lluvia, porque seguro que los actuales este invierno no lo pasan. Pero hay que seguir adelante, porque hay cuentas que pagar y niños que alimentar, mientras nos oprimen y nos prestan con usura.
Es importante dejar constancia, pues no lo hicimos en Carabineros, que mientras realizábamos esta investigación fuimos víctimas de un incendio mientras dormíamos. Casi a punto de morir en el dulce sueño de los intoxicados, despertamos sumergidos en una nube de humo y llamas de la que afortunadamente escapamos ilesos, para ayudar en el sofoque del siniestro.
No podemos asegurar si fue un atentado o no, pero una de las personas del hogar en el que pernoctamos, nos comentó que escuchó ruidos afuera de la casa durante la madrugada. Bomberos dijo que el incendio se produjo por una falla eléctrica, pero en todo momento durante el incendio tuvimos electricidad. Nunca se fue. Otra evidencia, es que supuestamente el soquete eléctrico donde se determinó el foco del fuego, al día siguiente desapareció misteriosamente, eliminando toda prueba que condujera a nuevas pesquisas.
Al querer pensar que sólo fue un raro accidente, nuestros deseos se ven confundidos por la bruma que conforman la cantidad de millones de dólares en juego y los intereses políticos, de una gran estafa dirigida por los mismos de siempre.
También hablamos en este número de los trabajadores, del manto de dudas que se cierne sobre la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y de las múltiples críticas que en los últimos años han ido en aumento desde diversos sectores, dadas las relaciones políticas y económicas que se le achacan a sus dirigentes –una ‘apernada’ burocracia sindical- y la necesidad de que recobren el rol de lucha en la defensa de la clase trabajadora, y en los caminos que debe emprender el Chile de hoy, que se enfrenta a desafíos estructurales en la distribución de sus riquezas, acaparadas por un empresariado que mira más hacia el extranjero que hacia el bienestar de su ciudadanía.
Chile se enfrenta a una realidad de los hechos consumados, donde a los ciudadanos de a pie se les da un espacio reducido de acción para la transformación de la realidad en que nos hemos visto inmersos con las herencias del Capitán General, el dictador Pinochet, que administró fielmente la Concertación para abrir las puertas para que un nuevo gobierno de derecha llegara a comandar los destinos del país.
La calle está ahí, esperando para que más y más sectores de la ciudadanía se despierten y manifiesten este cansancio vuelto energía para acabar con la injusticia a la que hemos sido sometidos en las décadas pasadas.
Por Equipo Editor
El Ciudadano Nº124, primera quincena mayo 2012