En la madrugada de hoy, 36 hombres fueron asesinados – algunos de ellos degollados – en una cantera en Kenia, cerca de la frontera con Somalia, según el diario keniano The Daily Nation. El grupo terrorista somalí Al-Shabab ha reclamado responsabilidad por la matanza.
Los canteros dormían en sus carpas cuando llegó el grupo armado. Los militantes de Al-Shabab separaron los musulmanes de las otras personas, mataron a todos que no eran musulmanes.
Cuatro horas antes, un grupo armado atacó un bar cerca de la ciudad de Wajir, unos 260 kilómetros de la cantera. El ataque dejó una persona fallecida y 13 heridos.
El 22 de noviembre, Al-Shabab mató a 28 personas cuando atacó un bus en la misma comuna de Mandera. Los terroristas trataron de secuestrar a los pasajeros, ordenaron al chofer que manejara hacia la frontera con Somalia, pero el bus quedó atrapado en el barro después de un kilómetro. Su estrategia fue la misma como en la cantera: separaron los musulmanes de los otros mediante una “prueba” en la cual los pasajeros tenían que recitar versos del Corán, y los que no podían fueron asesinados.
El año pasado Al-Shabab mató a 67 personas en un mall en la capital de Nairobi, según el grupo, el ataque era un acto de venganza contra Kenia por haber instalado fuerzas armadas en Somalia. El grupo realizó un ataque similar en Uganda en el año 2010 donde 70 personas fallecieron por bombas suicidas.
Al-Shabab en Somalia
El grupo armado tiene conexiones a la red al-Qaida y opera mayormente en Somalia. En las regiones somalíes que el grupo controla, Al-Shabab ha impuesto una interpretación muy estricta de la ley Sharia. Por ejemplo se prohíbe muchos tipos de entretención como música y películas, está prohibido afeitarse la barba y fumar cigarros. El grupo usa lapidación y amputación como medio de castigar o matar a personas que no cumplen con la ley.
Al-Shabab lucha contra el gobierno somalí y dirige su violencia contra este y otros gobiernos que tienen presencia militar en el país. Desde el año 1991, Somalia está sufriendo una guerra civil.
Por Sandra Segall
El Ciudadano