Políticos españoles de derecha y extrema derecha han utilizado la controversia en torno a la nueva ley de consentimiento de España “solo sí es sí” para lanzar amargos ataques sexistas y personales contra Irene Montero, la diputada de Podemos y ministra de Igualdad que defendió la legislación.
La ley, presentada por el gobierno de coalición liderado por los socialistas de España después de la furia y la repulsión que siguió a la llamada violación en grupo de la “manada de lobos” en Pamplona hace seis años, convirtió el consentimiento sexual en un factor clave en los casos de agresión sexual.
Pero también revisó el alcance de las posibles sentencias mínimas y máximas de prisión, permitiendo inadvertidamente que a algunos delincuentes sexuales condenados se les reduzca la sentencia en apelación.
Montero ha defendido la legislación y enfureció a muchos en el poder judicial la semana pasada al sugerir que algunos jueces no estaban respetando la ley debido a su arraigado sexismo.
Los partidos de oposición han acusado al gobierno de introducir una ley defectuosa y mal pensada que hace poco por servir a la justicia y las víctimas de agresiones sexuales. También han intensificado sus ataques personales a Montero, cuya pareja es el exdirigente de Podemos y viceprimer ministro, Pablo Iglesias, con quien tiene tres hijos.
El martes, Carmen Herrarte, concejala del partido de centroderecha Ciudadanos, acusó a la izquierda española de “dedicarse a permitir que los violadores vuelvan a las calles” y dijo que Montero “ha llegado a donde está por haber sido embarazada de un macho alfa”. ”.
Edmundo Bal, vocero de Ciudadanos en el congreso, luego distanció al partido de las declaraciones de Herrarte, calificándolas de “absolutamente vergonzosas” e instando al respeto entre los opositores políticos.
Al día siguiente, el partido de extrema derecha Vox, que se ha visto acosado por las divisiones internas y la disminución de las cifras de las encuestas, volvió a abordar el tema. Una de las diputadas del partido, Carla Toscano, calificó a Montero de “liberadora de violadores” y lamentó la caracterización que hace la ministra de los jueces.
“Hay que tener bastante cuello de latón para insultar a profesionales que se han pasado años de la vida estudiando derecho, cuando lo único que has conseguido es un estudio a fondo de Pablo Iglesias”, decía, para regocijo de los compañeros de Vox.
Sin embargo, sus comentarios encontraron una respuesta contundente de Montero, quien los calificó de “violencia política” y pidió que se incluyan en el acta parlamentaria. “Quiero que todos se acuerden de la violencia política, y de quienes la emplean, para que todos vean que las feministas y los demócratas los superamos y que usaremos más derechos para poner en su lugar a esta pandilla de fascistas”, dijo.
Aunque la ira y los insultos no son raros en el parlamento español, los compañeros políticos condenaron rápidamente la naturaleza marcadamente sexista y personal de los ataques contra Montero. Ione Belarra, líder de Podemos, dijo que Montero era “un ejemplo” y que estaba haciendo historia, mientras que el presidente del Gobierno socialista, Pedro Sánchez, ofreció a la ministra todo su apoyo y calificó los escenarios parlamentarios del miércoles como “lo peor de la política; una política de insultos y sexismo”.
El conservador Partido Popular (PP), que busca recuperar el terreno del centro político bajo el liderazgo más moderado de Alberto Núñez Feijóo, también expresó su disgusto.
“Montero tiene que asumir la responsabilidad política de una ley que está teniendo efectos nefastos -efectos de los que le advertimos-, pero nadie tiene derecho a insultarla ni a meterse en su vida personal”, ha dicho la portavoz del PP, Cuca Gamarra. “No te metes en su vida ni en la de nadie. El respeto es esencial en la política”.
Sin embargo, tal respeto no siempre ha sido evidente en ambos lados de la división política. El antecesor de Feijóo, Pablo Casado, una vez estuvo en la cámara y acusó a Sánchez de ser un traidor, un okupa, un villano, una catástrofe y un mentiroso compulsivo, mientras que Iglesias hizo poco esfuerzo por enmascarar sus sentimientos por Vox, sugiriendo que carecían de coraje para perpetrar el golpe de Estado que deseaban con fervor, agregando: “Ni siquiera son fascistas, son solo parásitos”.
Vox, por su parte, comparó previamente a Sánchez con Hitler y dijo que el gobierno de coalición buscaba derribar la normalidad democrática y reemplazarla por “una totalitaria basada en la incertidumbre que no ha traído a España más que más muerte, más ruina, más desempleo y menos libertad”.
Fuente: The Guardian