“Los escritores chinos de los años 1980, entre ellos, Mo Yan, se impresionaron mucho con las traducciones de la literatura latinoamericana”
Mats Gellerrfelt en un artículo para Svenska Dagbladet (periódico sueco que se publica diariamente en Estocolmo, Suecia) escribe que de Mo Yan, el Premio Nobel de Literatura 2012, se ha escrito mucho sobre su posición a favor del régimen chino. Sin embargo y, asombrosamente, se dice muy poco de su creación literaria. Razón por la que me entró una gran curiosidad y comencé a leer el libro “Sorgo Rojo” de Mo Yan, una novela que también se convirtió en una exitosa película, agrega Gellerrfelt.
El libro «Sorgo Rojo», según el narrador, es una crónica familiar ambientada en el lugar de nacimiento del autor; al noreste de la comunidad de Gaomi. En esa región crece el sorgo rojo; grano que es el sustento para los agricultores de la región; se usa como materia prima en la destilería de la zona.
Uno se da cuenta rápidamente -dice Mats Gellerrfelt- que estás frente a un estilo épico clásico, pero mis pensamientos en seguida me llevan a reflexionar en el “realismo mágico” latinoamericano, en García Márquez y otros escritores pertenecientes al “boom”.
Efectivamente -dice Mats Gellerrfelt- el autor chino Liao Yiwu confirma en un artículo para Dagens Nyheten (DN 6/12) que los escritores chinos de los años 1980, entre ellos, Mo Yan, se impresionaron mucho con las traducciones de la literatura latinoamericana. Liao Yiwu piensa que su colega no es más que es un simple imitador y un vanidoso. No es tan fácil como eso, opina Mats Gellerrfelt.
Continúa Mats Gellerrfelt -no hay duda de que Mo Yan es un narrador brillante. Los diferentes personajes del libro están bien trabajados; seguros, comprometidos. Y muestra una amplia descripción épica de una China que ya no existe, y que en general es muy impresionante. Describe un mundo desgraciado pero en la zona del sorgo también se mece el grano; los pájaros trinan y las flores son tan hermosas.
¿Es digno Mo Yan del Premio Nobel? Creo que sí, a pesar de las objeciones. Termina diciendo Mats Gellerrfelt en su artículo del 10 de diciembre para el periódico Svenska Dagbladet.
Por Juana Donoso Casanellas
Publicado originalmente en el diario Liberación de Suecia