Comenzamos el 2011 –según el calendario occidental del hemisferio norte- con un renovado diseño de la edición impresa de El Ciudadano, que esperamos sea de su agrado. En este número asomamos la mirada a algunos de los grupos que se acercan a la doctrina del nacional socialismo (conocida como nazi), que actúan en Chile. Algunos se declaran seguidores de Adolf Hitler, el Führer que impulsó el Tercer Reich y que llevó -no sólo él por cierto- al mundo a la segunda guerra planetaria, defendiendo la supremacía de la raza aria. Los criollos hablan de una pureza de espíritu que “debe” proteger la nacionalidad, dificultando las inmigraciones extranjeras y apelando al fortalecimiento de los valores que defienden: Patria, familia, nacionalidad.
El francés Ernest Renan (1823-1892) definió la nación como “un grupo humano consciente de formar una comunidad, que comparte una cultura común, está ligado a un territorio claramente delimitado, tiene un pasado común y un proyecto colectivo para el futuro.” Bajo este concepto podemos asociar al pueblo mapuche, quienes trágicamente han sido atropellados y asimilados por el Estado de Chile en forma sistemática. Esperamos que este 2011 avancen en sus históricas reivindicaciones. También es posible hablar de la Nación Latinoamericana, esa Patria Grande que está pendiente desde las gestas independentistas de hace 200 años. Pero el concepto de Renan restringe la Nación a un territorio delimitado, cuando la hay que no habita solamente un territorio o un solo Estado y puede estar presente en muchos.
Cuando con espíritu de superioridad se pretende controlar las sociedades viendo a los hombres como un medio, aparecen el fascismo, el nazismo, el sionismo, hoy “solapados”, que autodefinidos como “nobles” elegidos han sostenido lo irracional, conservándose en posición de privilegio y usando como enjuague bucal la palabra democracia. Bertrand Russell ha dicho que “racionalismo y antirracionalismo han existido desde el comienzo de la civilización griega y cada vez que pareció probable que una de las dos posturas llegara a ser completamente dominante, se produjo por reacción, un resurgimiento de la opuesta”.
Y es que la supremacía de unos pocos sobre otros miles se hace evidente ante la débil y poco concreta acción asociativa y cooperativista de quienes nos encontramos esclavizados por una máquina que no escasea en recursos para apagar incendios y prender artificios para distraer la atención de los esfuerzos comunitarios.
En nuestro territorio se hace cada día más evidente la violencia del capital financiero y cómo éste ha contaminado el alma del cuerpo americano. Nuestra posibilidad de una nueva independencia tras un bicentenario de voluntarismos mezquinos, parece cuesta arriba sobre todo en Chile, donde quienes crearon partidos políticos en el pasado con intenciones transformadoras, hoy cogobiernan junto a la oligarquía sin ser una oposición fuerte y definida a los intereses del modelo con que comulgaron.
La negación de la diferencia, la no aceptación de la existencia de otras naciones o formas de querer vivir la vida, el ponerle cortapisas a esas intenciones y no avanzar hacia el reconocimiento de Chile como un Estado plurinacional, sin duda deja al descubierto el carácter totalitario de los gobiernos de esta faja de tierra. Se ha vulnerado una amplia zona diversa en orígenes que no fueron respetados en sus derechos humanos por ejércitos invasores, que bajo cruces llegaron aniquilando, y para colmo pusieron en su escudo al uso de la fuerza por sobre la razón, negando la naturaleza que tiene matices, haciendo de su religión, el Estado y la Banca, una misma cosa que entendieron como su negocio.
Como Russell en su tiempo consideró necesario para entender el comportamiento del nazismo estudiar a teóricos de un siglo atrás como Fichte, y escribiéndose la historia en centurias, hoy es prudente estudiar a pensamientos poco difundidos como el de Theodor Herzl, padre del sionismo y quien consideró que el tema judío debía ser resuelto por un consejo mundial de naciones. Así en Basilea, Suiza, creó en 1897 la Organización Sionista Mundial. Hacemos atención en ello pues hoy quienes fueron perseguidos y sufrieron la crueldad del nazismo de Hitler, familias como los Rothschild -para la que se dice habría trabajado la abuela del Führer-, hoy actúan cruelmente con el pueblo palestino asediado a diario por el ejercito israelita, quien sigue asesinando y construyendo un gigante muro de cemento ante la débil intervención de la comunidad internacional para detener su actuar criminal. No se trata de antisemitismo o anti judaísmo sino que, como ciudadanos preocupados por los derechos humanos, debemos rechazar y tener una postura anti sionista, antifascista, pues si bien hay nacionalismos más sanos que otros, todo ultranacionalismo termina por desconocer el carácter común de nuestra especie, la humanidad.
Y es que claramente nuestra aldea global ha sido mal diseñada, pero eso no nos quita el anhelo de una reconfiguración a escala planetaria que posibilite el sueño de una sola gran Nación sin fronteras, no sólo para los con visa de turista, sino para todo aquel que entendió a la Tierra como su hogar.
Y no podemos dejar de hablar sobre los tiempos que corren, las reformas a la salud y a la educación que se desean imponer desde el Gobierno, que tienden a fortalecer el sistema neoliberal, que se aplican con este, el primer gobierno explícitamente de derecha desde la dictadura, y el primero que llega al poder por las urnas en más de medio siglo, pero que sólo viene a consolidar la lógica empresarial que se impuso en 20 años de Concertación. Abordamos las revelaciones de WikiLeaks, que apenas representan las puntas de iceberg, en el mejor de los casos, menos cuando las prácticas del presidente Piñera quedan de relieve.
Cuando la ética está más lejos del oficio político, cuando los temas “valóricos” son asuntos de segundo orden en la vida nacional, cuando se relativiza la legislación ambiental para favorecer la inversión extranjera o facilitar la irrupción de los megaproyectos por encima de la voluntad y la dignidad de las comunidades, es cuando más falta hace la organización en contra de esos intereses y cuando hay que fortalecer los proyectos de comunicación que permitan llevar información de calidad a la ciudadanía en general. En este camino, agradecemos el apoyo de los lectores y lectoras –así como de los avisadores que confían en nosotros para publicitar sus bienes o servicios-, a quienes debemos nuestro crecimiento en número y en calidad.
Trabajando para que el nuevo año nos permita seguir consolidando este proyecto y que las noticias que importan lleguen a más personas, –si bien en nuestro hemisferio Sur el Año Nuevo es a fines de junio (solsticio de invierno)-, les deseamos un gran 2011 y los invitamos a moverse por lo que creen justo.
Por Equipo Editorial
El Ciudadano N°94, primera quincena enero 2011