Las abejas ¿en peligro de extinción?
La pérdida de hábitat por la expansión de actividades industriales como monocultivos forestales, agroindustria y ganadera, expansiones urbanas y proyectos inmobiliarios, los efectos de fertilizantes y pesticidas, son en gran parte la causa que ponen en peligro a las abejas, sin embargo, la crisis climática, agudiza esta situación.
Las abejas son fundamentales para mantener el equilibrio ecológico en una diversidad de ecosistemas. Esto debido a su función polinizadora, que permite el desarrollo de flora, y debido a las cadenas alimentarias, de fauna en el planeta.
“El 75 % de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización”, donde las abejas son esenciales, asegura la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Una de las principales causas de la crisis son el excesivo uso de pesticidas en monocultivos ya que estos son tóxicos y matan a las abejas cuando se acercan a las flores para polinizar. Además, la disminución de flora nativa ha significado un descenso en la cantidad de alimento para las abejas. Y otra, que viene intensificando este panorama, es el cambio climático que ha generado un desequilibrio en diferentes procesos biológicos, uno de ellos, la polinización. La mezcla de estos tres factores ha desencadenado en que actualmente exista una crisis en el mundo apícola.
Regiones con sequía extrema
Las mega inundaciones en el centro sur generaron estragos a apicultores. Ahora, la mega sequía avanza en varias zonas del país, trayendo nuevas consecuencias a esta actividad
“Sin agua las colmenas no pueden crecer y se estancan”, dice a Diario El Día, Mario Flores, presidente del Movimiento Nacional de Apicultores de Chile (Monachi), quien agrega que ”la abeja es el pilar agroalimentario de Chile (…) Sin ellas no habría ni zanahoria ni cebollas”.
En zonas del norte los embalses están a un 40% de su capacidad. El escenario más crítico se vive en la provincia de Limarí, donde el embalse Recoleta alcanza el 19 por ciento de agua embalsada, mientras que los reservorios La Paloma y Cogotí sólo llegan al ocho por ciento, según el Centro Científico Ceaza.
Monachi advierte que la sequía no es el único problema que enfrentan los apicultores en la región, el uso de pesticidas, la reducción del bosque nativo y el monocultivo también repercuten en crear un ambiente hostil para la sobrevivencia de la abeja.
Luis Tapia se dedica hace 28 años a la apicultura en la localidad de Monte Patria, uno de los sectores más afectados por la sequía. A pesar que el mundo de las abejas le apasiona, está pensando en dejarlo porque ya no es rentable.
“Hace cuatro años tenía 2.500 colmenas, hoy solo cuento con 200”, señala a Diario El Día. Llegó a tener más de 82 millones de abejas, ya que por colmena pueden llegar a vivir 30 mil abejas. Una colmena puede costar $80 mil pesos y una cámara de cría $120 mil pesos, puede producir 50 kilogramos de miel por colmena. Lo último depende de la presencia de bosque nativo cerca como Quillay o Peumo, y la raza de la abeja.
A falta de floración, producto de la sequía, alimenta a sus abejas con agua y azúcar –que no reemplaza al néctar– y con una “torta nutritiva” — mezcla de sacarosa, polen, entre otros ingredientes. Con esta comida, las abejas no producen miel, que también es parte de su alimentación natural. “Es como comer fideos todos los días”, cuenta Mario Flores. A la semana gasta $300 mil pesos en alimentar a este agente polinizador.
Sueña que esta temporada pueda aumentar su número de colmenas, las cuales tiene repartidas entre campos del Valle del Elqui y Choapa. No quiere movilizar sus colmenas hacia el sur como lo hacen miles de apicultores a nivel nacional para evitar que sus abejas sigan muriendo. El costo en transporte y alojamiento hacen insostenible esta aventura. En Coquimbo 35 mil colmenas son movilizadas hacia el sur, un 10% más que en 2021, según la ODEPA.
El problema de Luis lo enfrentan más de 590 apicultores que trabajan cerca de 46 mil colmenas. En Chile hay cerca de un millón y medio de colmenas y más de 10 mil apicultores.
Otro problema que enfrenta es el bajo precio que pagan los agricultores por la polinización.
“Por un campo de almendro nos pagan 12 mil pesos por colmena utilizada”, dice Luis Tapia. Por hectáreas se requieren entre diez y doce colmenas para polinizar. Este pago no se realiza de forma diaria, sino por la temporada que puede fluctuar entre los 60 y 90 días. No se firma ningún contrato, aquí aún vale la palabra empeñada. Por hectárea polinizada recibe $144 mil pesos por tres meses de trabajo. “Si restamos el costo de transporte y que a veces debo pagarles a dos jóvenes que me ayuden, las ganancias son marginales”, cuenta Tapia.
La faena de polinizar almendros lo combina con la polinización de paltos por el cual puede llegar a cobrar $30 mil pesos por colmena.
Con rabia cuenta que los agricultores no tienen respeto por el trabajo de la abeja, ya que piden rebajas o que los apicultores “le regalen la polinización”. “Gracias a nuestro trabajo venden a mejores precios sus productos”, sentencia.
Ley apícola
“Tras seis años durmiendo en el congreso, en octubre de 2022 se aprobó la ley apícola, luego que a mediados del año pasado los apicultores cortaran la ruta 5 como medida de presión”, destaca Diario El Día.
Esta legislación establece la creación de un registro nacional de apicultores; otorga nuevas facultades al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) como declarar zonas de control sanitario, zonas libres, cuarentenas, barreras sanitarias y aislamiento de colmena; y establece que los agricultores deberán dar aviso 48 horas antes la aplicación de un pesticida que sea tóxico para las abejas.
“Las personas que contravengan lo dispuesto en este artículo, deberán indemnizar a los apicultores de las colmenas afectadas, de acuerdo con las normas del derecho común, sin perjuicio de las sanciones que procedan”, señala uno de los artículos de la Ley apícola.
Uno de los pesticidas más tóxicos para la abeja es el neonicotinoides, que afectan el sistema nervioso central de las abejas y el uso de glifosato, un herbicida para eliminar las “malas hierbas”. Mario Flores advierte que “los pesticidas no distinguen cantidad, depende de la cantidad que se aplique puede matar un apiario completo”.
A pesar de los avances que esta ley ha significado para el mundo apícola, el Movimiento Nacional de Apicultores de Chile no descarta nuevas movilizaciones si es que la autoridad agrícola no aumenta las ayudas económicas a este sector.