Orlando Zapata Tamayo

El deceso de este albañil que era disidente cubano y preso político, quien murió después de una prolongada huelga de hambre, protestando por el brutal trato que las autoridades cubanas dan a los presos de conciencia, pone sobre la mesa un tema que se esquiva o ignora deliberadamente en nuestra sociedad política: la falta de […]


Autor: Wari

El deceso de este albañil que era disidente cubano y preso político, quien murió después de una prolongada huelga de hambre, protestando por el brutal trato que las autoridades cubanas dan a los presos de conciencia, pone sobre la mesa un tema que se esquiva o ignora deliberadamente en nuestra sociedad política: la falta de democracia en Cuba, gobernada ya por más de 50 años por una dictadura militar (esta vez militares de izquierda), donde las violaciones a los derechos humanos son también una política de Estado consubstancial a esa clase de regímenes.

Como toda dictadura, la cubana niega la existencia de presos políticos en sus cárceles y busca justificar su represión política interna en las amenazas que se ciernen sobre ella de parte de un enemigo externo.

Por último, al igual que toda dictadura, proclama que no aceptará que desde el extranjero se inmiscuyan en sus asuntos internos, refugiándose en aquel añejo concepto de la soberanía nacional.

La tragedia se repite una y mil veces: conveniencias políticas y/o comerciales, afinidades ideológicas, mero oportunismo o un  pragmatismo con límites morales difusos, traen consigo vergonzosos silencios que buscan ignorar denuncias indesmentibles de graves trasgresiones a los derechos humanos en algún punto del planeta.

Orlando Zapata Tamayo llevó su denuncia de torturas y represión a la disidencia política en Cuba al extremo de inmolar su vida para sostenerla. Su testimonio no puede ignorarse y debe ser asumido como un indesmentible ejemplo de lo que ocurre hoy en día en dicho Estado.

Teniendo presente nuestra experiencia histórica reciente, hoy más que nunca esperamos de nuestras autoridades y actores políticos una voz clara, potente y oportuna, para solidarizar con esta nueva víctima y exigir que cesen las violaciones a los derechos humanos en Cuba. Tenemos una tremenda deuda no saldada con la comunidad internacional respecto a estas materias y ya es hora de comenzar a pagarla.

Santiago, 25 de febrero de 2010.

Por Héctor Salazar Ardiles

Abogado especializado en DD.HH.


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