Estados Unidos (EE.UU.) tiene en Colombia el mayor aliado para desarrollar las agresiones contra Venezuela. Los gobiernos de Álvaro Uribe (2002-2010), Juan Manuel Santos (2010-2018) e Iván Duque (2018-) han servido a los intereses y acciones injerencistas de Washington que buscan apoderarse de los recursos energéticos y minerales de la nación bolivariana.
Colombia se ha convertido en la fábrica de fake news (noticias falsas) que alimentan la campaña mundial de desprestigio contra Venezuela, que tiene como propósito generar la imagen de una crisis humanitaria que sirva como excusa para emprender una intervención internacional.
Justamente en este punto es que la nación neogranadina es de vital importancia para los planes de la Casa Blanca, ya que Venezuela y Colombia comparten una frontera común de 2.200 kilómetros que constituye la puerta para el ingreso de tropas militares.
Invasión a Venezuela
La política de agresión contra Venezuela se remite a 1999 con la llegada de Hugo Chávez al poder y el desarrollo de la Revolución Bolivariana, opuesta a los intereses norteamericanos en sudamérica. Con el gobierno de Donald Trump, las amenazas de utilizar la fuerza militar para controlar a Venezuela se han intensificado.
En agosto de 2017 el presidente norteamericano afirmó que no descartaba «una posible opción militar» en la nación suramericana, tras haber impuesto sanciones unilaterales contra funcionario venezolanos y el propio Nicolás Maduro.
«Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si es necesario (…) Una opción militar es algo que, ciertamente, podemos perseguir. Tenemos tropas en todo el mundo, en lugares que están muy lejos. Venezuela no está muy lejos«, expresó el mandatario en esa oportunidad.
Posteriormente, durante el primer encuentro con el mandatario colombiano Iván Duque, que tuvo lugar en septiembre de 2018, Trump aseguró que un golpe de Estado contra el gobierno venezolano sería «rápido» con la cooperación de las Fuerzas Armadas.
La prensa ha reseñado que Trump ha estado colaborando cercanamente con opositores venezolanos y facciones de militares disidentes que estaban planeando un golpe de Estado contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
Según el ex asesor de seguridad nacional de Trump, Fernando Cutz, existe un plan para intervenir militarmente Venezuela y que el mandatario norteamericano «no ve otra salida que sacar al presidente Nicolás Maduro por la fuerza».
Cutz, quien salió del Gobierno de Estados Unidos en abril de 2018, reveló que «Trump dejó claro desde el primer día que Venezuela era una de sus prioridades» y que «se dio luz verde para actuar».
Este plan intervencionista incluye amplios castigos financieros contra Venezuela y una presión diplomática que cuenta con la complicidad y apoyo de los gobiernos derechistas de la región latinoamericana, incluido el de Colombia , con el fin de aislar a la nación bolivariana.
Donald Trump tiene en Iván Duque un fiel aliado, que a su vez sigue las instrucciones de su mentor, el expresidente y actual senador, Álvaro Uribe, quien al frente de la Casa de Nariño protagonizó momentos de tensión diplomáticos con Hugo Chávez, debido a su injerencia y amenazas contra Venezuela.
Incluso el propio Chávez señaló que a Uribe “le faltaron cojones» para intervenir militarmente en Venezuela, con la excusa de combatir a guerrilleros de las FARC supuestamente ocultos en este país.
«No le faltó tiempo, le faltaron cojones al caballero», dijo el expresidente venezolano en declaraciones a la prensa.
Ahora como senador, Uribe ha defendido la posibilidad de realizar una invasión militar contra Venezuela, o un golpe militar contra el gobierno de Nicolás Maduro.
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Otra pieza importante, aliado de Washington, es el embajador colombiano en Estados Unidos, Francisco Santos, quien llamó a considerar todas las opciones para solucionar la crisis política de Venezuela y no descartó la posibilidad de una intervención militar .
«Creemos que todas las opciones deben ser consideradas y que el régimen del presidente venezolano Nicolás Maduro debe ser presionado políticamente, económicamente y estratégicamente a todo nivel», indicó el embajador, que además es primo del expresidente Juan Manuel Santos.
Por su parte, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ha hecho lo posible o imposible para abonarle el camino a Trump en su afán de intervenir a Venezuela y derrocar a Maduro.
“En cuanto a intervención militar para derrocar el régimen de Nicolás Maduro, creo que no debemos descartar ninguna opción”, señaló en declaraciones recientes.
En su historia reciente, Estados Unidos ha liderado más de 50 intervenciones en varios países por distintas motivaciones, gran parte de ellas escudadas en “devolverle la democracia al pueblo”.
Sin embargo, varios de estos casos resultaron en crisis mucho peores de las que se encontraron, y basta citar los ejemplos de Irak y Libia.
Algunos demócratas, como Rahm Emanuel, alcalde de Chicago, acusan a Trump de querer usar la crisis venezolana como estrategia electoral, como lo hizo expresidente Richard Nixon en la campaña de 1972 con la Guerra de Vietnam y otros mandatarios en periodo preelectoral.
Lo cierto es que para poder invadir a Venezuela, Estados Unidos necesita la aprobación del Congreso, así como la del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en donde se enfrentaría Rusia y China, aliados políticos y económicos de la nación bolivariana.
Intereses en Venezuela
El gobierno colombiano ha dado serios indicios de que está dispuesto a asumir el costo de una agresión directa contra su nación vecina y para ello cuenta con el respaldo de sus propios grupos de poder, que históricamente han tenido intereses en Venezuela.
El conflicto histórico entre las naciones vecinas, tiene antecedentes que datan de la época independentista, cuando la oligarquía colombiana detectó como una amenaza los ideales emancipadores de Simón Bolívar, para sus intereses económicos y de poder, basados en la doctrina Monroe.
Yldefonso Finol, historiador e investigador zuliano, considera que los desencuentros ideológicos de dos siglos atrás, continúa marcando hito en la historia de las naciones, sus pueblos y sus formas de ver y hacer política.
Finol señala que en las raíces de este conflicto está el proyecto bolivariano, como designio libertario que incluye como doctrina el antiimperialismo, la igualdad social y el gobierno popular contra el modelo monroista, que no es una doctrina de Colombia sino de Estados Unidos, “la doctrina Monroe, que plantea el hegemonismo de Estados Unidos en el continente, a la cual se plegó Francisco de Paula Santander”.
El control de la ruta de acceso al Mar Caribe por el Lago de Maracaibo, es un punto geoestratégico que ha sido codiciado desde la época en que la entonces Capitanía General de Venezuela convirtió a Maracaibo en el puerto principal del oriente neogranadino y el occidente venezolano.
El café y todos los productos de la minería colombiana- especialmente el carbón- que se encuentran bajo el control casi exclusivo de capitales transnacionales, tendrían en el Lago de Maracaibo una salida al Caribe mucho más cercana y accesible que los propios puertos colombianos.
Colombia es el principal productor de cocaína del mundo, por lo que los carteles del narcotráfico también desean controlar esa salida comercial.
Otro interés estratégico, es sin duda, el abastecimiento de crudo. Un informe de la Contraloría General de Colombia reveló que a partir de 2019 esta nación comenzaría a perder de manera gradual la autosuficiencia petrolera.
“El ente de control prevé que la pérdida de la autosuficiencia se dará como resultado de la declinación histórica de los campos de producción del país. La situación llegaría a su punto más álgido en 2023 cuando la producción nacional de petróleo no sería suficiente para abastecer las refinerías”, reseñó el diario El Heraldo.
Las consecuencias esta reducción “ teniendo en cuenta que el peso que tiene el petróleo para la economía nacional, serían el deterioro de la balanza comercial por la importación de combustibles y la disminución de los ingresos de los entes territoriales por recortes de las regalías. A mediano plazo las finanzas públicas del país también reflejarían un deterioro”, plantea el informe.
Sin embargo, una intervención militar a Venezuela ofrece la oportunidad de controlar las mayores reservas petroleras certificadas del mundo del mundo y compensar con creces la declinación de la producción petrolera colombiana.
“Este combustible, además, es también materia prima para el procesamiento de la coca, a razón de 166 galones de gasolina por cada kilogramo de cocaína producido, de modo que la gasolina es doblemente estratégico para una economía que sobrevive también gracias al narcotráfico”, alerta el analista venezolano Iván Oliver Rugeles.
Plan separatista
En el programa ‘Aló Presidente’ número 310 transmitido el 4 de mayo de 2008, el expresidente Hugo Chávez advirtió sobre plan Media Luna, orquestado por la derecha e impulsado por Estados Unidos y la oligarquía colombiana, con la finalidad de unir varios estados de Venezuela y crear un territorio independiente.
Los estados de Zulia, Táchira, Mérida, Barinas y Apure, son territorios continuos que forman una especie de media luna adyacente a la frontera venezolana con Colombia y la intención del plan era “levantar un movimiento secesionista, golpista, desestabilizador”.
“Algunos hablan de separatismo(…) ellos van a tratar de montar un movimiento secesionista”, indicó Chávez mientras rayaba un mapa de Venezuela señalando los estados de la media luna.
Los objetivos separatistas alertados por el líder revolucionario, habían formado de parte de un plan propuesto en 1999 por el entonces alcalde de Cúcuta (Norte de Santander), José Gélvez Albarracín, quien se basó en una propuesta que tuvo fuerza casi cien años atrás entre los políticos colombianos.
La propuesta consistía en retomar el proyecto de crear la república de El Zulia, que estaría conformada por Norte de Santander y parte de los estados venezolanos Zulia, Táchira y Mérida, que conforman la cuenca del Lago de Maracaibo.
Para el historiador y académico venezolano Luis Prieto, el plan separatista “concuerda la misma estrategia» que desarrolla Estados Unidos en Oriente Medio «para hacerse no solo con el gas y el petróleo«, sino también con «un puerto en Siria frente al Mediterráneo».
Para el analista esta idea surge de la oligarquía colombiana —cuyos orígenes se remontan a 1543— que en pleno siglo XXI consiguió el apoyo estadounidense para controlar las riquezas naturales en juego.
«El objetivo final de una república independiente de Caracas y Bogotá es darle salida al carbón colombiano, calculado en 6.648 toneladas métricas, a través del lago de Maracaibo para consumo de EE.UU.», dijo el académico en declaraciones a RT.
A eso, hay que agregar la pretensión histórica de EE.UU. sobre recursos importantes para su modelo de desarrollo que se encuentran en esta región binacional.
Tan solo el estado Zulia cuenta con más de 20.000 millones de barriles de crudo en reservas probadas, una cifra superior a los 15.000 millones de barriles de Brasil.
En el caso colombiano, Luis Prieto opina que «la idea secesionista y la constitución de un estado paralelo que le otorgue una salida al mar Caribe por el lago de Maracaibo —y, por ende, una conexión comercial directa con el este de EE.UU. y Europa— ha sido, más que una obsesión, una necesidad geopolítica».
¿Está capacitado el ejército colombiano?
La postura de Iván Duque sobre una agresión a Venezuela es contradictoria. Por una parte considera «no es el camino» para resolver la situación política, económica y social de la nación vecina, mientras que por otro lado el Ministerio de Defensa pidió incluir en el presupuesto de la nación para 2019 más de 1,1 billones de pesos para el “fortalecimiento del sistema de defensa antiaérea multicapa a nivel nacional”.
La actitud del mandatario no responde a intereses altruistas, sino más bien a serias dudas sobre la capacidad y entrenamiento del ejército colombiano.
“Es posible pensar que este, por sí solo, no está en capacidad de mantener una guerra superior a 30 días. Es un ejército para la guerra de guerrillas, pero no de profundidad o de largo aliento” advirtió el analista José Negrón Valera en un artículo publicado por Sputnik.
Un informe de inteligencia de 2009 citado por el diario El Espectador reveló que el país tenía varios puntos vulnerables, pues carecía, precisamente, de sólidos sistemas de defensa antiaérea, por lo que “un ataque aéreo desde Venezuela sería muy lesivo para Colombia”.
Para la mayoría del presupuesto de defensa estaba destinado al sostenimiento del pie de fuerza (el más grande de la región, con 445.000 personas), por lo que ninguna unidad del Ejército o de la Fuerza Aérea contaba con sistema de misiles tierra-aire, una casi nula existencia en la Caballería del Ejército de tanques de guerra (unidades blindadas con más de 30 años de servicio).
En ese momento contaba con solo cuatro aviones Kfir con capacidad de actuar (flota amplia pero envejecida, en la que se incluyen los aviones A-37, que volaron en la guerra de Vietnam, OV-10 y Supertucano) y sistemas antiaéreos obsoletos y desfasados.
A partir de entonces Colombia empezó a dotar a su ejército de de radares tácticos, sistemas antiaéreos misilísticos, y de aviones de última tecnología.
Frente a las amenazas y agresiones el gobierno venezolano ha invertido en el reforzamiento de su capacidad militar
En la reciente celebración del aniversario de su independencia, que tuvo lugar en julio de 2018, Venezuela dio muestra de su poderío militar con un desfile en el que además de los ya conocidos tanques y vehículos blindados de origen ruso, el Ejército Bolivariano mostró por primera vez los tanques Nexter y BAE LS, repotenciados en su Centro de Mantenimiento de Blindados (Cemablin).
A su vez expuso sus sistema de lanzacohetes múltiples móviles, sus tanques anfibios, lanchas de asalto, sistemas misilísticos de corto, mediano y largo alcance, y exhibió los cazas de fabricación rusa Sukhoi y Lockheed Martin, junto con los aviones de entrenamiento ligero y helicópteros de ataque.
En una entrevista televisiva transmitida en julio pasado Pedro Carreño, exministro del Interior en el gobierno de Hugo Chávez aseguró que Venezuela estaba lista para la guerra contra Colombia: “Nuestros (aviones) Sukhoi tendrán la responsabilidad de derribar los siete puentes del río Magdalena que atraviesan de norte a sur a Colombia para dividirla en dos”.
Frente a una intervención extranjera, Carreño agregó que la nación bolivariana cuenta con armamento de defensa preparado para resistir cualquier ataque. “Tenemos en este momento en Venezuela 2.500 expertos tiradores en Igla, un misil tierra-aire para derribar cualquier avión de combate”, dijo citado por El Espectador.
Otra de las fortalezas de Venezuela, es que desde 1999 se ha venido preparando para un enfrentamiento militar y ha logrado, además de ampliar su poderío tecnológico, contar con unas Fuerzas Armadas patriotas, unidas y leales al proceso revolucionario y comprometidas con la defensa de la soberanía nacional.
Por este motivo, Colombia requeriría del apoyo de las fuerzas militares de EE.UU. para completar su invasión, así como de la complicidad de la oposición venezolana.
En este punto, el gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado en repetidas oportunidades la presencia de grupos paramilitares en territorio venezolano, que son financiados por sectores de la derecha para perpetrar planes sediciosos y acciones violentas como las llamadas “guarimbas”registradas entre abril y julio de 2017, que ocasionaron más de cien muertos y millonarias pérdidas económicas.
Acciones que pretendieron incendiar las calles y generar un baño de sangre que sirviera de excusa a la intervención internacional de Venezuela.
“Lamentablemente hay una infiltración paramilitar desde Colombia hacia Venezuela, que sí ha actuado activamente en la política venezolana de oposición hasta el punto de comenzar a desarrollar una parapolítica y sí ha participado activamente en las oleadas terroristas de los últimos años” indicó el analista e historiador venezolano Luis Britto García.
En una entrevista reciente condenó que el paramilitarismo ha adquirido poder económico y poder político en Venezuela, “creando una especie de parapolítica a través de sus vínculos con la oposición, que se vale de ellos para el asesinato, el terrorismo, para prácticas como prenderle fuego a compatriotas vivos”.
Vida en la frontera
De concretarse una invasión militar desde Colombia a Venezuela los principales afectados serán los cientos de miles de ciudadanos que habitan en la región fronteriza binacional.
Durante siglos estas personas han convivido en esta frontera que es la más activa de América del Sur y han podido hacer vida entre los dos países, compartiendo lazos afectivos, culturales y económicos.
Los estados fronterizos más frecuentados son Zulia y Táchira, del lado venezolano y Guajira y Norte de Santander, debido al gran número de personas que cruzan los pasos para adquirir y vender bienes, visitar a sus familiares, llevar a sus hijos a la escuela o incluso asistir al trabajo y recibir asistencia médica.
No obstante, esta zona también es escenario de paramilitarismo, violencia, comercio ilegal y contrabando de extracción.
De este modo, el tráfico de productos venezolanos es una actividad cotidiana en la frontera colombo-venezolana, con la participación de los denominados «pimpineros» y «bachaqueros«, quienes cruzan la frontera para la extracción y venta de combustible, alimentos y artículos de higiene personal.
Por décadas se ha registrado una movilización diaria y migración masiva de ciudadanos colombianos a territorio venezolano, en búsqueda de una mejor calidad de vida, frente a la violencia y pobreza de la nación neo granadina.
Incluso en la actualidad, los departamentos ciudades como Cúcuta (Norte de Santander) y Maicao (Guajira) registran un índice de pobreza superior al 40%.
Sin embargo, como consecuencia del ataque político y económico que sufre Venezuela, y que ha generado una alta inflación y desabastecimiento inducido de alimentos y medicinas, miles de venezolanos y colombianos residentes en la nación bolivariana han decidido irse a Colombia.
Las cifras de esta migración han sido infladas por el gobierno colombiano, que la ubica en más de un millón de personas. Mientras que el gobierno bolivariano ha revelado que en Venezuela habitan alrededor de 6 millones de ciudadanos colombianos, que gozan de los mismos derechos y beneficios que los nacidos en el país.
Consecuencias de una intervención
Los analistas concuerdan en que Estados Unidos sería el mayor beneficiado con una intervención a Venezuela, ya que por un lado lograría obtener el control del petróleo y los recursos minerales de este país, y adicionalmente lograría derrocar al gobierno revolucionario de Nicolás Maduro, que le resulta tan incómodo para sus planes e intereses imperialistas e injerencistas en el América Latina.
En contraposición, el enfrentamiento militar entre Colombia y Venezuela ocasionaría en ambos países pérdidas humanas y materiales que se perderían de vista.
En Colombia, el conflicto tocaría las poblaciones fronterizas de Guajira (900 mil habitantes); César (1,1 millones); Norte de Santander (1,4 millones); Boyacá (1,2 millones); Arauca (300 mil); Vichada (70 mil) y Guainía (45 mil).
En el caso de Venezuela la invasión afectaría a los estados: Zulia (4 millones de habitantes), Táchira (1,5 millones), Apure (600 mil) y Amazonas (200 mil).
En el ámbito económico, un enfrentamiento militar ocasionaría estragos. Por ejemplo, el movido intercambio comercial se vería paralizado, en especial en la región fronteriza entre Táchira y Norte de Santander.
Las tierras con vocación agrícola y ganadera de Apure, Táchira y Zulia se verían arrasadas, y el mismo escenario se produciría en el lado colombiano de Boyacá y Arauca.
A su vez, la paralización del comercio interno y exportación del carbón extraído de Cesar afectaría la economía neogranadina. Mientras que el ataque a los campos petroleros localizados en Zulia, sería un golpe al sistema productivo venezolano.
Mención aparte, merecen las represas, termoeléctricas e instalaciones eléctricas situadas a ambos lados de la frontera, así como las edificaciones, puentes, carreteras, vías y servicios de los dos países.
Ataque a la moneda
Como preámbulo a un ataque militar, Colombia ha servido a los intereses de Estados Unidos para desestabilizar económicamente a Venezuela y provocar un estallido social.
Desde la frontera, sectores económicos colombianos, con la anuencia del Ejecutivo han propiciado desde las llamadas casas de cambio un ataque despiadado a la moneda venezolana (bolívar) para generar su baja cotización frente al dólar, provocando un espiral de inflación inducida que afecta el poder adquisitivo del pueblo.
A esto se suma, el secuestro de los billetes venezolanos que son llevado a la frontera colombiana para ser vendidos a altas sumas.
Estos billetes son utilizados por mafias para imprimir dólares falsos sobre el papel moneda venezolano.
Esta situación ha afectado la disponibilidad de efectivo en Venezuela , ocasionando malestar en la población.
Frente a este ataque el gobierno de Nicolás Maduro implementó un nuevo cono monetario, el bolívar soberano y creó una criptomoneda, El Petro, respaldado por las reservas petroleras del país.
Fake News
La campaña internacional de desprestigio contra Caracas tiene en Bogotá su más servil y fiel colaborador.
Desde la Casa de Nariño frecuentemente se crean fakes news o noticias falsas que alimentan la matriz de opinión negativa contra el gobierno venezolano.
Colombia ha inflado la cifra de venezolanos que han migrado a su territorio y ha obviado que muchas de las personas que cruzan la frontera son colombianos que se devuelven a su país.
Bajo este argumento, obtiene fondos de Estados Unidos con el fin de «atender la crisis migratoria».
También ha acusado a Venezuela de alojar “terroristas en su territorio” como pretexto para aumentar su presencia militar en la región fronteriza
Duque anunció el pasado 28 de octubre que desplegaría cerca de 5.000 soldados adicionales en la frontera con Venezuela para hacer frente a “la presencia de terroristas, de grupos organizados”, que supuestamente “quieren imponerse con la violencia”.
Para caldear los ánimos y crear el clima para una intervención, el gobierno de Duque creó una matriz muy bien orquestada para tratar de implicar sigilosamente a ciudadanos venezolanos, como supuestos responsables de un ataque a un cuartel de policía en el departamento de Atlántico, y para esto contó con el apoyo de los medios privados de mayor alcance, con el fin de predisponer a la población y los efectivos militares y policiales colombianos contra los venezolanos.
A esta noticia falsa, se sumó el gobernador del departamento de la Guajira, Weildler Guerra, quien acusó a Venezuela de una supuesta incursión de militares patriotas en su territorio de forma ilegal, específicamente en el pueblo fronterizo de Paraguachón.
Sin embargo, uno de los principales ataques se produjo el pasado 30 de diciembre cuando el ministro de Defensa de Colombia, Guillermo Botero, indicó que las autoridades incautaron 3 fusiles a tres venezolanos detenidos en el país y que estaban siendo investigados por los presuntos planes de magnicidio contra el mandatario colombiano, Iván Duque.
La respuesta de Caracas fue inmediata, y el canciller Jorge Arreaza dejó en claro el interés del gobierno a cooperar en las investigaciones y llamó a las autoridades de Colombia a compartir la información sobre estos planes.
“Seguimos intentando comunicarnos con el canciller de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, sin éxito hasta ahora; si las autoridades colombianas tienen información fidedigna con valor probatorio, no deberían perder tiempo en compartirla, ante denuncias tan graves, la oportunidad es clave», escribió en su Twitter.
Sin embargo, las autoridades venezolanas aún esperan la cooperación policial de la nación neogranadina para que se investigue y capturen en su territorio a los responsables del magnicidio en grado de frustración perpetrado contra el presidente Maduro el pasado 4 de agosto.
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