¿Por qué muchas veces nos hacen saltar de nuestro asiento, ponernos los pelos de punta o provocarnos un terrorífico grito?
Para los amantes del cine es difícil olvidar un grito como el de Janet Leigh en la escena de la ducha de la película “Psicosis” de Alfred Hitchcock. Ahora, un nuevo estudio ha desentrañado el misterio detrás de estos eficaces gritos que nos ponen los pelos de punta. Según la investigación, llevada a cabo por un equipo de expertos de la Universidad de Nueva York (EE.UU.), existen voces cuya vocalización presenta una acústica especial, con cualidades auditivas que nuestros cerebros reconocen y a las que reaccionan haciendo saltar nuestro sistema de alerta o de posible peligro.
“Si le preguntas a una persona en la calle qué tienen de especial los gritos, te dirán que son ruidosos o que tienen un tono más alto. Pero existen una gran cantidad de cosas que son ruidosas y existen muchas otras cosas que tienen una tonalidad alta, por lo que hacen falta más aportaciones para que un grito sea realmente útil en un contexto comunicativo”, explica David Poeppel, líder del estudio.
Para averiguar por qué existen gritos que nos asustan de forma tan particular y llamativa, los investigadores trazaron las ondas sonoras de varios gritos de forma similar a como se comportan las neuronas auditivas, descubriendo que los gritos ocupan un espacio reservado del espectro de la audición que no se utiliza durante un discurso normal, un “lugar privilegiado” en las comunicaciones entre humanos.
Lo que sucede es que los gritos poseen una característica vocal única: la aspereza. Pero ¿qué es lo «áspero» en un grito?; ¿una voz chillona, quizá? “La aspereza se refiere a los rápidos cambios en cuanto al volumen de un sonido (en un rango de frecuencia de 30 a 150 Hz) que pueden ser agudos o no”, aclara Luc Arnal, coautor del estudio.
En la siguiente parte del experimento, los científicos pidieron a los participantes que escucharan diferentes gritos humanos, alarmas, timbres, claxon de coches… y que los compararan con los sonidos de control. Los resultados revelaron que los gritos y sonidos clasificados como más «ásperos» fueron los más aterradores para los participantes.
“Descubrimos que mientras más áspero es el sonido, más fuerte es la respuesta en la amígdala, que es la parte del cerebro involucrada en las reacciones de miedo. Estos hallazgos sugieren que el diseño de las señales de alarma puede ser mejorado aún más. De la misma forma en que un olor desagradable es añadido al gas natural para hacerlo fácilmente detectable, agregar aspereza al sonido de las alarmas podría mejorar y acelerar su procesamiento”, concluye Poeppel.
Fuente: Muy Interesante