Por una ciudadanía activa y vigilante

Para quienes hemos luchado por décadas por la ampliación de los derechos de las mujeres, la igualdad entre hombres y mujeres, el fin  de las discriminaciones y la justicia social, la elección del candidato de la derecha, Sebastián Piñera, representa un enorme desafío


Autor: Wari

Para quienes hemos luchado por décadas por la ampliación de los derechos de las mujeres, la igualdad entre hombres y mujeres, el fin  de las discriminaciones y la justicia social, la elección del candidato de la derecha, Sebastián Piñera, representa un enorme desafío.

Su programa de gobierno da luces contradictorias sobre el lugar que asigna a las mujeres en la sociedad, en sus objetivos políticos y en las políticas públicas. No existe en él compromiso con una mayor participación de las mujeres en los espacios de poder, ni se les reconoce un rol activo en la construcción de la sociedad.

Si bien reconoce las discriminaciones que viven miles de mujeres en el mercado laboral, el énfasis en el conjunto del programa está en flexibilizar las jornadas y tipos de trabajo para favorecer, facilitar y reforzar su rol como cuidadoras en la familia.

También realiza propuestas en le ámbito de la violencia, en las que las mujeres aparecen como victimas y receptoras pasivas de programas sociales, enfatizando su «vulnerabilidad», sin soluciones certeras ni herramientas que le permitan modificar estas vivencias por sí mimas. El asistencialismo es la tónica en los temas sociales.

Al SERNAM, organismo de gobierno con rango ministerial, le asigna un rol como ejecutor de programas sociales bajo una Subsecretaria de Servicios en un «Ministerio Social». Nada se habla de sur rol como garante de la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), de la Convención para Erradicar la Violencia contra las Mujeres de Belem o Pará y de los numerosos compromisos contraídos a nivel intencional. Tampoco recoge als exitosas políticas desarrolladas hasta la fecha en virtud de ese mandato, ni de la incorporación transversal del enfoque de igualdad de género en las políticas públicas, acciones y servicios de las entidades del Estado, ni del Consejo de Ministras-os para la  Igualdad de Oportunidades  y sus metas anuales.

Frente a este panorama y a la espera de conocer el gabinete ministerial y los lineamientos de las políticas que afectan la igualdad entre mujeres y hombres, nos declaramos en estado de alerta. Mantendremos nuestro compromiso ciudadano y vigilante para defender lo conquistado, para fortalecernos como actor social y para avanzar hacia una sociedad que garantice el ejercicio de los derechos ciudadanos y la autonomía de mujeres y hombres para construir su proyecto de vida.

PIÑERA: CRÓNICA DE UN RETROCESO ANUNCIADO

El gabinete presidencial del nuevo gobierno marca un retroceso. ¿Corresponde este hecho a la «nueva forma de gobernar»? ¿Debemos esperar las mujeres nuevos retrocesos?

Las recientes elecciones demostraron que el marketing político lo puede todo -o casi todo. Las promesas se multiplicaron y el presidente electo, Sebastián Piñera, no escatimó en ello. Pero otra cosa es con guitarra y ha llegado la hora de ver cómo se concretan las jugosas promesas de campaña.

Una de las innovaciones más importantes de la Presidenta Bachelet fue la promesa de instalar un gobierno paritario. En el léxico de los países que han legislado sobre la paridad (España y otros), se trata de una proporción 60/40 en los cargos, es decir, que mujeres y hombres se distribuyan en un 50% o 60/40% los cargos en los distintos ámbitos considerados.

La Presidenta cumplió: el paso inicial fue un gabinete ministerial con igual número de mujeres y hombres y en cargos de relevancia política. Con el tiempo se redujo el número de mujeres ministras, pero nunca se salió del marco de la paridad, es decir, siempre tuvo un 40% de mujeres en su gabinete. Pero no sólo alcanzó la paridad al gabinete. En las subsecretarías, intendencias, gobernaciones, secretarías regionales ministeriales y demás cargos de designación presidencial, las mujeres duplicaron o más su presencia.

Y no fue un «gustito» que se dio la Presidenta, como lo plantearon políticos y comentaristas de lado y lado, sino una comprensión clara y profunda sobre cómo se construye un país más igualitario y democrático. Lo habíamos dicho las mujeres en 1990: «si la mujer no está, la democracia no va», pero ello se hizo más efectivo paulatinamente y la Presidenta dio inicio a una nueva etapa en la democracia chilena. La positiva evaluación de la gestión de las ministras y otras autoridades, así como el apoyo que supera el 86% a la Presidenta dejó claro que había sido una decisión acertada.

El primer anuncio del presidente electo ya marca un retroceso. Más allá de la presencia -más o menos anónima- de mujeres en la franja televisiva de su campaña, en su gabinete presentado ayer hay una fuerte caída del porcentaje de mujeres. La llamada «nueva forma de gobernar» ya tiene un retroceso para la democracia: sólo el 27,3% de mujeres en el gabinete, en un país en que somos más del 50% y con un padrón electoral de sobre 52% de mujeres. Habrá que esperar los nombramientos de las demás autoridades para evaluar en qué medida este retroceso se mantiene o acentúa.

Por otra parte, el gabinete presentado es de clara orientación conservadora. Cuesta imaginar que en la mente de los ministros designados -y no sabemos si en las ministras también- esté la preocupación por uno de los principales aportes de 20 años de políticas públicas democráticas: avanzar en equidad de género, entendida como el logro -a través de todas las políticas- de mayor igualdad de oportunidades y de resultados para todas las mujeres que habitamos este país.

Ya el Presidente Lagos había creado el Consejo de Ministros para la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres y la Presidenta Bachelet lo fortaleció con una secretaría técnica, a cargo del SERNAM, ente responsable de promover y coordinar políticas que den cumplimiento a la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) ratificada por Chile en 1989. Desde su creación los Ministros se han comprometido, año a año, con acciones y políticas específicas para avanzar en igualdad. En cada Ministerio se designó una o un experto para apoyar esas políticas y el Programa de Mejoramiento de la Gestión Pública, controlado por el Ministerio de Hacienda, ha incluido un componente específico para avanzar en equidad de género.

Los Planes de Igualdad de Oportunidades (I y II) del SERNAM, así como la Agenda de equidad de Género de la Presidenta Bachelet han guiado los avances que la ciudadanía ha podido apreciar en estos años.

¿Conocen los nuevos ministros la CEDAW (1979), la Convención de Belem do Pará contra la Violencia hacia las mujeres (1994) y otros documentos internacionales que obligan al gobierno? ¿Se mantendrán el Consejo Ministerial y su soporte técnico, los compromisos ministeriales y los mecanismos que aseguran los avances en equidad de género en la «nueva forma de gobernar»? ¿O debemos esperar nuevos retrocesos como el que revela la foto del nuevo gabinete ministerial?

Por Teresa Valdés

Coordinadora Observatorio de Género y Equidad


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