Practicar ejercicio es igual de efectivo que la medicación contra la eyaculación precoz

Investigadores encontraron que practicar actividad física como correr o hacer ejercicios del suelo pélvico, tiene un efecto tan beneficioso como el consumo de medicamentos, pero sin los efectos secundarios asociados, en el tratamiento de la eyaculación precoz.

Una revisión exhaustiva de unas 54 investigaciones anteriores en las que participaron 3.485 personas de todo el mundo, publicadas durante los últimos 49 años, reveló la relación entre las mencionadas prácticas y la disminución de la eyaculación precoz.

Un pequeño estudio estableció que correr durante 30 minutos cinco veces a la semana tenía tanto efecto como la dapoxetina, un medicamento comúnmente recetado; mientras que otro analizó la realización de ejercicios del suelo pélvico tres veces al día durante tres meses, lo que aumentó el tiempo necesario para eyacular de una mediana de un minuto a tres minutos.

“Sabemos que la eyaculación precoz es una queja común entre los hombres de todo el mundo (…) Hay indicaciones claras de que el ejercicio físico, que incluye correr y ejercitar los músculos del suelo pélvico, es prometedor en varios estudios. Dado que los medicamentos a menudo tienen efectos secundarios, parece que, después de todo, la mejor medicina para evitar la eyaculación precoz puede residir en el ejercicio, y esta posibilidad requiere estudios más amplios y más investigación”, dijo el autor principal, Lee Smith, profesor de salud pública en la Universidad Anglia Ruskin (ARU).

La investigación, publicada en la revista Trends in Urology and Men’s Health, señala que, a pesar de una gran cantidad de investigaciones científicas, “no se ha hecho ningún intento de cotejar y evaluar la literatura sobre intervenciones no farmacológicas” anteriores, a pesar de los claros beneficios para los pacientes.

La eyaculación precoz es la disfunción sexual más común para los hombres, y se estima que afecta entre el 30 % y el 83 % de los hombres. Las distintas definiciones y la renuencia en algunas culturas a informar sobre el problema dificultan el diseño del estudio, reseña The Guardian.